Pese a que tanto la Reserva Federal (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE) señalan que la inflación está controlada, lo cierto es que la batalla contra la inflación aún no ha terminado, tal y como muestra el mercado de futuros, un buen indicador. Y, más concretamente, el mercado de ganado vivo que ha disparado su precio más de un 86% en los últimos cinco años, al pasar de poco más de 102 dólares por libra a más de 230 dólares. Estos precios arrojan más presión inflacionista sobre los bancos centrales y sobre los hogares.
Según un artículo de El Economista, el sector ganadero de EEUU arrastra una crisis de oferta histórica, ya que registró su nivel más bajo desde 1951, con solo 86,7 millones de cabezas de ganado y terneros a inicios de año. Esta falta de oferta se ha mantenido durante seis años seguidos.
La sequía también ha contribuido a la reducción de ganado, ya que los ganadores se han visto obligados a liquidar ganado debido a la escasez de pasto y al encarecimiento de los alimentos. Y las previsiones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos apuntan a que la producción de carne bovina caiga un 5% en 2026, hasta 25.100 millones de libras, marcando el cuarto año consecutivo de menor producción.
El encarecimiento de la carne no sólo sube el precio en el supermercado, sino que también genera presiones de demanda sobre proteínas alternativas, como el pollo, el cerdo o el pescado. Esto provoca presión inflacionista a estos productos de la cesta de la compra.
Aunque en la última reunión tanto de la Fed como del BCE se mantuvo inalterado el precio del dinero (entre el 4,25% y el 4,5% en EEUU, y en el 2% en Europa), hay voces que alertan de posibles recortes de tipos en próximas reuniones.
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