Si alguien tuviese que vender este convento a buen seguro utilizaría la manida fórmula de “se vende coqueto convento” para dejar entrever que aquello no es Buckingham Palace… Porque no es el caso, ni mucho menos.
España es rica en patrimonio cultural eclesiástico: El Escorial, Yuste, Montserrat… Todos edificios impresionantes que dejan al visitante sin habla. En este caso no vamos a hablar de un cenobio de dimensiones apabullantes sino de todo lo contrario: este “conventito”, permítannos la licencia, tiene una extensión de apenas 72 m2.
Se podría decir que quien lo fundó, San Pedro de Alcántara, monje franciscano que es también patrón de Extremadura, siguió a rajatabla lo del voto de pobreza y así, el Monasterio de El Palancar, en Pedroso de Acim, Cáceres, es una construcción bien modesta pero que contenía todo lo necesario para la vida eclesiástica: celdas, cocina, capilla…
Fray Pedro de Alcántara lo fundó en 1557: el monje, de carácter humilde, estudió en la Universidad de Salamanca donde entró en contacto con San Francisco de Asís. La construcción del cenobio se inicia a partir de una pequeña casa de Pedroso de Acim que le dona su amigo Rodrigo de Chaves. De esa casa montó el Conventico: acompañado de otro fraile, las crónicas dicen que entre ambos apenas entraban en la capilla.
Hay que tener en cuenta además que San Pedro de Alcántara era un gigantón de 1,90 metros. Muy amigo de Santa Teresa de Jesús, dicen que ella misma se sorprendió al descubrir que el monje dormía sentado en su celda, con la cabeza apoyada en un madero en la pared.
Su celda, la más pequeña de todas
Y es que la celda que ocupaba San Pedro de Alcántara era la más pequeña de todas, haciendo honor a su carácter: no permitía ni siquiera estirarse.
Los habitáculos de sus compañeros eran algo mayores y podían albergar un camastro de madera. Todo en la construcción del convento es austero y sencillo: hay una capilla solo decorada por algunos mosaicos y una talla de San Pedro y un pequeño claustro compuesto por cuatro postes de madera, uno por esquina. La cocina también es austera y conserva un aspecto muy similar al que tuvo en su día: un hogar donde cocinaban y unos cuantos útiles para hacerlo.
El monasterio tuvo algunas ampliaciones posteriormente pero su parte primigenia, la que ostenta el récord de ser el cenobio más pequeño del mundo, se conserva tal cual y puede visitarse.
Sigue toda la información inmobiliaria y los informes más novedosos en nuestra newsletter diaria y semanal. También puedes seguir el mercado inmobiliario de lujo con nuestro boletín mensual de lujo.
Para poder comentar debes Acceder con tu cuenta