Son las diez de la mañana de un día laborable y en el callejón Sánchez Pacheco, en el madrileño barrio de Prosperidad, la gran parte de las persianas de los negocios están bajadas… Entre los madrugadores están los dueños de la imprenta, uno de los primeros negocios en este antiguo polígono industrial, y los arquitectos de Rodriguez Plaza. Los demás llegarán más tarde.
Hace unos años esto era el típico callejón ruidoso con talleres de coche, chapa y pintura.. uno de tantos de los muchos que puede haber en Madrid. Pero de un tiempo a esta parte, el lugar ha sido tomado por otro tipo de negocios: están los arquitectos del estudio Rodríguez Plaza, pero también, un ceramista, que huyó de su trabajo en la industria financiera para un sector más amable, una sombrerera, una especialista en arreglos florales, una interiorista, una joyera...
El callejón Sánchez Pacheco se ha convertido en un foco de artesanos y artistas: de la chapa y pintura de antaño se ha pasado a los cuadros y las joyas. Otro tipo de público acude hasta esta parte del barrio (ojo, no tiene horario comercial como puede suceder en el callejón de Jorge Juan, de hecho, la mayor parte de negocios abre por la tarde). E incluso se hacen jornadas de puertas abiertas para animar la zona. Una de las mayores singularidades de esta calle es que el que haya proliferado este tipo de negocios, en manos de pequeños emprendedores, ha evitado la especulación urbanística aunque Prosperidad, que no es un barrio precisamente céntrico, ha acusado también la subida de precios del metro cuadrado al igual que otros barrios de la capital.

Dos emprendedores, la arquitecta Laura Santiago, y el ceramista Arne Jessen, nos cuentan por qué se instalaron aquí.
¿Desde cuándo estáis aquí?
Llegamos al callejón en 2019. El estudio lo teníamos montado en un piso y decidimos buscar un local más a pie de calle. Nos gustó el concepto del callejón porque no era un local que daba directamente a la vía pública sino que era un espacio un poco semiprivado y lo encontramos de alquiler y nos gustó enseguida y nos lo quedamos.

¿Cómo llegasteis a este rincón que está un poco escondido?
Mi marido, con el que comparto el estudio, es del barrio de toda la vida. Buscábamos por aquí principalmente y esto antes era una carpintería. Cuando llegamos lo tenían más como almacén. Entonces tuvimos que hacer obra integral porque claro, no estaba nada adaptado para oficina. Cuando llegamos estaban los de la imprenta, que son los que quedan de esa primera época del callejón.
¿Qué otros negocios había antes?
La carpintería y un taller de coches, que es donde están ahora varios artesanos: las flores, los muebles.
Estos nuevos espacios han dado otra vida a este lugar, ¿han evitado también que se convierta en otra cosa?
El hecho de tener división horizontal y que cada local sea de un propietario independiente ha permitido que no haya venido un especulador y haya comprado todo el terreno y se hayan hecho viviendas o se haya cambiado el uso, sino que ha permanecido un poco como estaba en origen.
¿Qué le gusta de tener vuestro estudio aquí?
El estar en contacto con otras personas de otras profesiones, me gusta salir y poder hablar con personas, tener sinergias con ellos, colaborar en algún proyecto…
¿En qué está especializado vuestro estudio de arquitectura?
Sobre todo hacemos terciario, oficinas y también comercial. Hemos hecho, por ejemplo, todas las implantaciones en Madrid de Decathlon.
Dejamos atrás el estudio de arquitectura y nos vamos a visitar al vecino de calle, el ceramista Arne Jessen y a su taller The Pottery.

¿Qué es lo que más le gusta de este callejón?
La magia de este callejoncito es que somos todos muy amigos, nos llevamos todos divinamente, es casi como un pueblito dentro de Madrid. Es un espacio compartido, nos enriquecemos los unos con los otros, nos apoyamos, nos asesoramos. Se ha creado un espacio de mucha sinergia.

En concreto, ¿qué montó aquí?
Tengo una vida profesional muy variada: trabajé en finanzas, después monté varios negocios y luego descubrí el mundo de la cerámica que me enganchó totalmente. Y por eso monté este taller de cerámica: aquí se viene lo primero a disfrutar. Lo segundo, a descubrir las artes de la cerámica, el torno, el modelado… Son clases relativamente reducidas de gente, pero la prioridad es el disfrute y el aprendizaje. Pero de repente nos encontramos que teníamos mucha demanda de grupos, empresas que querían mandarnos a sus empleados para hacer teambuilding, y aquí el espacio es limitado. Por eso justo al lado hemos montado otro local para acoger esas formaciones.
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