Estamos en verano y pasan cosas, frase que se parece bastante a aquello que Rajoy dijo de los catalanes y que todos recordamos por su capacidad de concreción: los catalanes hacen cosas.
Pero no solo los catalanes hacen cosas, el resto de regiones de este país tan variopinto también hace cosas, sea verano o primavera. Incluso, el resto de mortales del globo terráqueo. Hoy hablaremos de concursos y campeonatos pero no nos vale cualquiera, obviamente, buscamos aquellos que sean lo más estrambótico posible: por ejemplo, los vascos organizaron hace unos meses un campeonato de rebobinado de cassette con boli Bic. Voy a repetir los distintos elementos por si alguno se les escapa: cassette, boli Bic y rebobinado, sí, algo que solo entenderán aquellos que ya peinan canas porque en los ochenta existía algo llamado cassette (la marca Philips sacó al mercado la primera en 1963 y aquí en la casa, que somos unos nostálgicos, hicimos un reportaje sobre la última fábrica de cassettes de España), que podía escucharse por las dos caras, la A y la B, y que a veces se enrollaba en el aparato y entonces tenías que demostrar una maña considerable para arreglarlo. Os detallo cómo era el proceso: abrías la tapa, sacabas la cassette con cuidado porque si se rompía la cinta entonces tenías que hacer otro tipo de arreglo más chusco que no vamos a contar ahora. Después, cogías un boli Bic (no valía otro cualquiera, el Bic tenía el grosor adecuado, eso sí, daba igual si era azul o era rojo) y te ponías a enrollar la cinta hasta que todo volvía a su ser.
El enrollado dependía de cuánta cinta se hubiera salido: a más cinta, mayor tiempo estabas dando vueltas con el boli… Lo que fuese necesario por salvar esa recopilación de canciones de amor que habías preparado para la chica que te gustaba.
Esto es lo que se hizo en este campeonato mundial (desconocemos si acudió alguien de fuera del País Vasco) celebrado en Donosti con motivo del día del Orgullo Friki pero atención, que no era la primera vez que una gesta de este tipo venía a celebrarse en nuestro país por mucho que nuestros amigos vascos, en un gesto marketiniano, lo hayan llamado primer campeonato mundial.
Si tiramos de hemeroteca, al otro lado de la geografía nacional, en Córdoba, ya se celebró algo parecido en 2015: allí, en la feria Retrobyte, un chaval de entonces 15 años se llevó la palma en un concurso similar. Consiguió dar 51 vueltas a la cinta con un boli en tan solo 30 segundos. Un joven de mano ágil, sin duda.
No vayan a pensar que los concursos y campeonatos originales son solo cosa de generaciones vintages, ¿qué me dicen de ese lanzamiento de hueso de aceituna? Si pensaban que esto era un concurso inventado, desengáñense: existe y se celebra en la localidad murciana de Cieza. Parece ser que fue en 1995 cuando esta idea poco convencional tomó forma pero hay quien defiende que esta modalidad deportiva, por denominarlo de alguna forma, ya se practicaba en esos lares tiempo atrás.
Puede parecer un concurso vamos a decir, singular, pero tiene unas reglas de funcionamiento muy claras: se tiene que utilizar hueso de aceituna local, una variedad conocida como la aceituna chafa de Cieza. Para proceder al lanzamiento basta ponerse detrás de la línea de disparo y por supuesto, escupir con todas sus fuerzas: si pisas la línea, el lanzamiento se considera no válido. Tampoco lo será si el hueso rebota en algún espectador (huelga decir que esto al espectador le hará una gracia regulera, eso si no le saca directamente un ojo). El que gane el concurso es nombrado automáticamente Caballero Predilecto de la Orden de Caballeros Lanzadores de Huesos (no sabemos qué puede ocurrir si es una fémina la que se lleve la mejor marca y si en ese caso el título se adapta o no a su género).
Quién más quién menos sabe que el político Teodoro García Egea se llevó el título de campeón en 2008, de hecho la hemeroteca nos regala un vídeo en el que se le ve lanzando el hueso de oliva. Lo que quizás pocos sepan es que en 2007 la asociación organizadora del evento escribió una carta al Comité Olímpico Internacional solicitando la inclusión de esta modalidad en los Juegos Olímpicos… No sabemos qué cara pusieron los miembros del comité, la verdad, al recibir la misiva.
Pero si ustedes creen que lo de los concursos estrambóticos es patrimonio nacional, salgan de su error, que las cosas rarunas no saben de fronteras. Seguramente hayan oído hablar en alguna ocasión del Cooper’s Hill Cheese-Rolling and Wake, el festival del queso rodante. Es un evento que se celebra en Cooper’s Hill, una colina situada en el pueblo de Brockworth, cerca de Gloucester (sureste de Inglaterra). La celebración empieza cuando se deja rodar el queso colina abajo (hablamos también de un queso local, el Double Gloucester, que pesca cerca de 4 kilos): los participantes ruedan también por la pendiente y gana el que agarre el queso el primero. Entre la pendiente y la inercia que debe coger el queso, no sabemos cuántas luxaciones pueden tener lugar en la competición.
Y terminemos este recorrido virtual por celebraciones divertidas visitando el país vecino: ya sabemos que los franceses son conocidos por su industria del lujo y todos pensamos que los galos visten fino con un foulard puesto al cuello pero no amigos, no, Francia es un país también diverso en el que caben celebraciones en las que el glamour ni está ni se le espera. Nos referimos al concurso llamado cri du cochon, grito del cerdo.
Este campeonato tiene lugar en la localidad de Trie-sur-Baïse donde se dan cita los imitadores de cerdos: en una jornada de lo más animada uno puede desayunar, comer y cenar productos derivados del cerdo (y ya se sabe que del cerdo, hasta los andares) y también puede demostrar su maestría imitando a los animalitos. Pero eso no es todo, al más puro estilo Babe el cerdito valiente, hay sorteo de cerditos y además, campeonato de comedores de morcilla… Un evento no apto para todos los estómagos y desde luego, que pone a prueba el nivel de colesterol.
Para poder comentar debes Acceder con tu cuenta