Una jungla verde dentro de la jungla de asfalto. Este edificio a pocos pasos de Grand Central en Nueva York, alberga un maravilloso jardín interior que te trasladará a entornos más amables.
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Jardín interior del Ford Foundation Building
Jardín interior del Ford Foundation Building Wikimedia commons

Habitualmente, uno sale de las casas y de los edificios para encontrarse con la naturaleza: ya sea el campo, bosques, parques… Por eso no deja de ser curioso que, en este caso, para encontrarse en medio de un exuberante jardín, haya que entrar en el edificio y no salir de él.

Nos referimos al maravilloso jardín interior que alberga el edificio de la Fundación Ford, en Nueva York. Esta joya escondida, aún poco conocida entre el común de los mortales, está a unos pasos de Grand Central, dentro de un cubo de cristal. Se extiende a lo largo de 12 plantas y cuenta con más de 200 especies de plantas, incluyendo palmeras, magnolias, enredaderas, helechos… Una jungla verde dentro de la jungla de asfalto.

El Ford Foundation Building, también conocido como 321 East 42nd Street, se encuentra en el East Midtown. El edificio fue encargado por la Fundación Ford en 1963, cuando esta era la más grande de Estados Unidos. Las obras finalizaron cinco años después, en 1968. En esa época de gran desarrollo en la industria automovilística, la gigantesca fortuna del magnate impulsó las cuentas de su fundación, lo que la hizo todopoderosa en esos años.

Este atrio público fue el primero de estas características en un edificio de oficinas de Manhattan. La construcción fue diseñada por Eero Saarinen Associates, un despacho fundado por el arquitecto finlandés Eero Saarinen, de gran renombre en aquellos años en EE. UU. El estudio fue renombrado posteriormente como Roche-Dinkeloo tras el fallecimiento de Saarinen.

Oficinas que dan al exuberante jardín

La selección de las plantas de este oasis corrió a cargo de Dan Kisley, otra estrella del momento dentro del paisajismo. Kisley quiso crear un jardín que incluyera especies resistentes, como plantas acuáticas, hiedras y eucaliptos traídos de California… Quería que las plantas emulasen una especie de batalla por la supervivencia. Pero hace unos años se reformó el atrio y la flora inicial del paisajista fue sustituida por plantas más fáciles de conservar: la supervivencia está bien, pero hay que costearla…

El jardín interior, con un techo de vidrio de casi 500 metros de altura, tiene diferentes niveles para adaptarse a la elevación de las calles que lo rodean. Aunque el edificio es de cristal, debido a la concentración de rascacielos alrededor —no perdamos de vista la ciudad en la que se levantó la construcción—, tuvieron que disponerse focos en los pisos y a nivel del suelo para poder iluminar el jardín. Las oficinas interiores dan al atrio, en lo que es una perfecta comunión entre entorno laboral y naturaleza. De hecho, los diseños de estos arquitectos tuvieron gran repercusión en la época, poniendo de relieve la importancia de tener la vegetación muy presente en la vida urbana.

Este edificio fue el primero en disponer de un oasis verde en su interior, además de ser de visita gratuita para cualquiera en la Gran Manzana. Desde entonces, hay otros ejemplos de arquitectura que marida con vegetación. El 550 Madison Avenue, el icónico rascacielos que Philip Johnson y John Burgee diseñaron en 1959, sufrió recientemente una renovación por parte del estudio noruego Snøhetta, que creó un jardín en la parte trasera del edificio para uso y disfrute de los ciudadanos.

Otros ejemplos —en este caso privados— de incorporación de vegetación a la construcción son el proyecto Skylines, de Piero Lissoni, un rascacielos cuyo núcleo central está rodeado de grandes jardines colgantes con función estructural y estética. También The Spiral, un edificio con forma de zigurat (término que designa la arquitectura sagrada de Mesopotamia), con terrazas escalonadas en cada planta donde se han dispuesto jardines colgantes que dotan al edificio de más de un kilómetro cuadrado de zonas verdes. Y es que, con un clima cada vez más extremo, las zonas verdes se tornan indispensables en las ciudades.

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