Existen varios ejemplos de ejemplar recuperación de aeropuertos. Tenemos uno en Europa, en Berlín concretamente, donde el antiguo aeródromo de Tempelhof dejó de funcionar como terminal aérea en 2008. El Consistorio decidió entonces reconvertirlo en parque público, para regocijo de los habitantes (aunque últimamente se está valorando la construcción de viviendas allí debido a la necesidad de hogares en la capital alemana).
Al otro lado del Atlántico también encontramos un curioso ejemplo de reutilización de una terminal aérea. Se trata de la terminal de la Trans World Airlines (TWA), diseñada por el arquitecto Eero Saarinen en el aeropuerto JFK de Nueva York en los años sesenta. Tras permanecer vacía durante más de 15 años, su rehabilitación fue encargada al estudio de arquitectura Beyer Blinder Belle Architects & Planners. ¿En qué se transformaron aquellas inmensas instalaciones? En un hotel, el único ubicado dentro del aeropuerto JFK. El proyecto respetó al máximo la concepción original del edificio, trasladando al huésped a la atmósfera de los años sesenta: tanto si se aloja como si acude a alguno de sus restaurantes, la experiencia remite a esa época rodeada de un aire kitsch. En el ambicioso proyecto participaron 22 agencias gubernamentales (ya que se considera monumento histórico) y más de 170 empresas.
La terminal de Saarinen causó gran impacto cuando abrió en 1962: representaba glamour y modernidad, con un aire futurista que fascinó a los viajeros. Fue allí donde los Beatles aterrizaron en 1965, luciendo los bolsos rojos de TWA que hoy se exhiben como reliquia en el Hard Rock Café de Nueva York. La compañía TWA fue adquirida en 2001 por American Airlines y, tras quedar en desuso, la terminal permaneció abandonada hasta que en 2011 la Autoridad Portuaria de Nueva York propuso convertirla en hotel de lujo. Un grupo hotelero aceptó el reto y emprendió la remodelación, manteniendo siempre su estética retro. Así nació el TWA Hotel.
El gimnasio más grande del mundo
El antiguo Flight Center pasó a convertirse en el vestíbulo del hotel y núcleo de restaurantes y salas de conferencias. Se construyeron además dos alas nuevas, diseñadas por Lubrano Ciavarra Architects y Stonehill Taylor, que albergan más de 500 habitaciones y un centro de congresos. Entre sus instalaciones destacan un mirador hacia las pistas, una piscina en la azotea y un gimnasio considerado el más grande del mundo en un hotel: 900 metros cuadrados. Las habitaciones están insonorizadas y recrean la estética de la serie Mad Men. Incluso cuenta con una coctelería instalada en el interior de un avión.
El complejo también dispone de un museo sobre la historia de la aerolínea, la obra del arquitecto original y el diseño conocido como Mid-century Modern. Este estilo, que abarcó desde los años cuarenta hasta los setenta, tuvo gran difusión internacional, con especial fuerza en Norteamérica y Brasil.
El Mid-century Modern se caracterizaba por los espacios abiertos y los ventanales amplios, buscando integrar el exterior con el interior. La estética era relevante, pero también lo era la funcionalidad de las piezas. Ejemplos icónicos de este movimiento son la casa de Frank Sinatra en Palm Springs, el Lincoln Center y el edificio MetLife en Nueva York. En Brasil, uno de sus exponentes más reconocibles es la Catedral de Brasilia, obra del célebre Oscar Niemeyer.
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