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Foto: Ori

A pesar de lo que ya hemos visto y de aquello que tenemos en casa, no resulta extraño que nos fascinemos con los nuevos artilugios inteligentes que aparecen para hacernos más cómodas las tareas del hogar. Desde las luces que saben cuándo pueden comenzar a ahorrar energía hasta las idolatradas máquinas capaces de cocinar deliciosos platos o las aspiradoras que mantienen el suelo impecable sin necesidad de que los propietarios se esfuercen barriendo y fregando. Pero este tipo de cacharros se han quedado atrás en comparación con algunos otros que podrían cambiar por completo el concepto de vivienda que hasta ahora teníamos.

Hablamos de muebles robotizados como los que proponen firmas como Ori, que, más allá de ocuparse de una tarea doméstica, pretenden convertir las casas en lugares mucho más versátiles en los que aparezcan y desaparezcan las estancias. Pasar de un salón a un dormitorio, con una cama que desciende del techo, o transformar un escritorio para trabajar en un armario con solo un movimiento de dicho robot es posible gracias a los muebles robóticos, que, mediante raíles y de forma mecanizada, recorren los apartamentos para adaptar el espacio a las necesidades de quienes los habitan.

Y aunque sus asombrosas y novedosas ideas llevan pululando por la Red algunos años, será a partir de 2019 cuando comercialicen sus muebles robóticos. Esto ha provocado que algunos se planteen hasta dónde llegan estos productos en el actual estado del mercado inmobiliario mundial. Porque ¿realmente todas las casas se pueden adaptar para incorporar estos muebles inteligentes? ¿No son demasiado antiguas las viviendas como para incorporar estas futuristas máquinas?

Tal y como ha explicado la compañía estadounidense, y como muestran los vídeos que recrean el funcionamiento de sus productos, estos muebles están ideados para apartamentos pequeños. En estas recreaciones suelen aparecer viviendas ubicadas en edificios modernos, que cuentan con enormes ventanales y suelos fiables, y cuyas paredes resultan lo suficientemente sólidas como para instalar los raíles por los que se desplazan estos muebles que aparecen y desaparecen.

Son apartamentos diseñados con el espacio justo para instalar este mobiliario robotizado, algo que no siempre es posible. Habrá multitud de apartamentos en los que no se pueda por culpa del espacio insuficiente o por algún otro motivo. Por ejemplo, si el suelo de parqué no está en muy buen estado por el paso de los años y cada paso resuena en todo el apartamento, aunque tengamos el espacio suficiente para colocar una cinta de correr inteligente, ¿no sería muy molesto para los vecinos?

Imagina que compras una Peloton Tread y el tercer día de carrera el vecino de abajo llama a la puerta para quejarse de que todo se mueve. Todas las peripecias que hiciste para que esta máquina entrara en casa no sirvieron de nada y tendrías que deshacerte de ella para no incordiar.

La tecnología del hogar va a un paso más allá: llegan los muebles y los tabiques robotizados
Foto: Ideum

Algo así ocurre con otros elementos diseñados para las casas inteligentes, que provocarán un contraste notable en muchas casas. ¿Puedes imaginar una Sonic Chair en mitad de un salón de una casa antigua? O renovamos el mobiliario, apostando por un diseño minimalista en el que impere el blanco en las paredes, o esta silla que integra en el asiento altavoces y aislamiento para disfrutar de nuestra música favorita con todo lujo de detalles no encajará en el diseño de la estancia.

O imagina cambiar la clásica mesa camilla, que ya estaba incluida en el mobiliario del piso alquilado, por una mesa táctil, en la que trabajar, mirar imágenes o jugar a distintos videojuegos. En la primera visita a casa, seguro que alguien comenta: “¿Qué hace una mesa como esta en un salón como este?”. Y no le faltaría razón.

Una tecnología exclusiva

Como apunta la socióloga Michelle Janning en su libro ‘The Stuff of Family Life: How Our Homes Reflect Our Lives’, en el que explica, como dice el subtítulo en inglés, cómo nuestros hogares reflejan nuestro modo de vida, el minimalismo de una vivienda con este tipo de tecnología queda reservado para los que más recursos tienen. Por ello ya hay quien vaticina que estos muebles robotizados serán un elemento diferenciador entre las clases más y menos pudientes que habitan las ciudades.

Además, pronostican que el que haya quien no pueda acceder a este tipo de casas inteligentes supondría un cambio social mucho más profundo. Algunos expertos aseguran que provocaría incluso un cambio radical en el ritmo de vida cotidiano. “Si no tienes que limpiar o hacer comida, esto contribuirá a lo que podríamos llamar 'desigualdad de tiempo'. Las personas con casas inteligentes tendrán más tiempo, y esa situación agravaría otros tipos de desigualdad”, apunta Tristan Bridges, profesor de sociología en la Universidad de Virginia.

Y pese a que suele ser bastante habitual en estos tiempos recurrir a lo retro, no parece lo más adecuado instalar junto a una mancha de humedad, consecuencia de la antigüedad del edificio en el que vivimos, un espejo que haga de entrenador personal, nos muestre los ejercicios que tenemos que hacer y nos dé los elementos para realizarlos. Sin duda, resultaría llamativo.

Es por esto por lo que, pese a lo fascinante que nos puede resultar ver e imaginar en nuestros apartamentos los muebles robotizados o tecnológicos, será habitual que tanto nosotros como quienes nos visitasen pensáramos: “¿Qué hace un dispositivo tan moderno como tú en un lugar tan viejo como este?”.

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