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Los trasteros vuelven a cobrar protagonismo. Estos espacios que tras el estallido de la burbuja inmobiliaria cayeron en el olvido, cada vez están más demandados… aunque su uso actual no es el mismo que existía en pleno boom inmobiliario.

Por aquel entonces, y mientras la construcción frenética de obra nueva reducía el espacio de las viviendas, muchas familias decidieron alquilar trasteros para guardar muebles y todo tipo de objetos personales, lo que convirtió a estos espacios en todo un nicho de negocio.

Ante esta oportunidad latente, el mercado se llenó de empresas que se especializaron en rentabilizar estos espacios a través del arrendamiento pero el que se perfilaba entonces como un negocio rentable acabó por completo cuando llegó la crisis. Con el pinchazo de la burbuja, las empresas desaparecieron y la demanda de los trasteros se desplomó.

Ahora, sin embargo, el auge del comercio electrónico, la mejora de la actividad empresarial y el creciente número de trabajadores por cuenta propia, estos espacios están recobrando su atractivo.

Los expertos aseguran que los trasteros se están convirtiendo en almacenes e incluso pequeños locales para pequeñas empresas y autónomos, mientras que vuelve a hacer las veces de guardamuebles para los particulares.

Además, los precios todavía no han recuperado los niveles previos a la crisis, lo que permite a los arrendatarios utilizar estos espacios a un coste reducido. En el caso de los particulares, el alquiler de un trastero se encuentra entre 25-30 euros mensuales, cantidad que se duplica en el caso de que el inquilino sea una empresa (hablamos, por tanto, de un coste mensual de 50-60 euros).

En el caso de que el trastero se adhiera a una vivienda y tenga una superficie de entre 4 y 6 m2 útiles, el precio de venta se eleva hasta el entorno de 4.000-6.000 euros.

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