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Engaña a una familia para okupar un local y usarlo como vivienda durante ocho meses
Imagen del local okupado Google Maps.

Un supuesto inquilino firmó un precontrato de un local ubicado en Castellón y se aprovechó de la buena fe de los propietarios, que le permitieron trasladar pertenencias al local antes de abonar una señal, para okuparlo. Hace ocho meses, el falso arrendatario cambió la cerradura del local que utiliza ahora como vivienda. Los propietarios han intentado negociar con él, pero el okupa se niega a abandonar el recinto y a pagar cualquier cantidad por el alquiler, según informa El Mundo.

La okupación ha aumentado durante los últimos meses por el covid-19. Sobre todo, en segundas residencias que han estado sin moradores durante el tiempo que ha durado el confinamiento y las restricciones de movimiento de la población impuestas por el estado de alarma. Pero esta práctica ilegal ya registraba unos altos niveles de actividad antes de la aparición de la pandemia. Okupaciones que no sólo guardan relación con las casas, sino también con otro tipo de activos como los locales comerciales.

Un ejemplo de este segundo tipo de okupación ha ocurrido en Castellón. En la capital la Plana, una familia vive un auténtico calvario desde el pasado diciembre de 2019, cuando un individuo les engañó para alquilar (supuestamente) un local, que después ha okupado y ha utilizado como vivienda. En un principio, el interesado quería utilizar el establecimiento ubicado en la calle Doctor Roux como trastero, pero la realidad es que ocho meses después no ha pagado ninguna de las cuotas del alquiler. El okupa se aprovechó de los propietarios, tal y cómo explica el afectado en El Mundo.

“En diciembre de 2019 vino un hombre diciendo que quería alquilar el local como trastero y que estaba en trámites para recibir una pensión del Ayuntamiento, así que se hizo un precontrato hasta recibir una señal y se le dejó que dejara algunas cosas en el local”, afirma la familia en este sentido.

La situación se complicó en enero de este ejercicio, cuando los propietarios intentaron ponerse en contacto con el supuesto inquilino para reclamarle una señal que nunca llegaría. El 7 de enero, la familia decidió acudir al local para sacar las cosas que el ahora okupa había dejado dentro, pero se encontraron con una ingrata sorpresa: el falso arrendatario había cambiado la cerradura y se negaba a salir del establecimiento.

Los afectados explican que han visto en varias ocasiones a esta persona abrir el local y que en su interior había luces, nevera, colchón… Los propietarios interpusieron una demanda y su abogado les aseguro que en seis meses el problema estaría resuelto. Pero han pasado ocho meses y el okupa no ha abandonado un establecimiento que antes de la aparición del covid-19 podría generar unas rentas de 300 euros al mes, según las estimaciones de los propietarios, que también explican que el reciento no está preparado para utilizarse como vivienda, tal y como se especifica en el contrato de alquiler.

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