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InTempo es uno de los símbolos de la burbuja inmobiliaria y uno de los mejores ejemplos de los brutales cambios que ha sufrido el ladrillo en los últimos años... Un rascacielos proyectado al calor del ciclo alcista, una obra paralizada por la quiebra de una promotora, una venta del edificio a medio acabar a un fondo de inversión y una reforma que permitirá, por fin, romper la maldición y dar vida al proyecto inicial.  

Esta historia se ha repetido una y otra vez en España, pero en esta ocasión tiene como protagonista a uno de los inmuebles más famosos de la costa mediterránea: con sus 198 metros de altura (200,2 metros si se suman las torres de la cubierta), InTempo es el rascacielos residencial construido más alto de toda Europa.

Ubicado en la playa de poniente de Benidorm, el edificio está inmerso en un lavado de cara para actualizar las viviendas a la demanda actual. Esa fue la decisión que tomó el fondo SVP Global, propietario del edificio desde finales de 2017.

Su anterior dueño fue Sareb, que tuvo en cartera el inmueble desde 2012, cuando adquirió el préstamo de 108 millones de euros que Caixa Galicia había otorgado a la promotora Olga Urbana para construir el edificio residencial. Pero esta promotora quebró en 2014 y dejó el proyecto sin acabar.

Tras hacerse con el activo por unos 60 millones de euros, el fondo SVP Global dio un paso al frente con el proyecto en verano de 2018, cuando empiezó a negociar con la promotora Uniq Residential para terminar el edificio y culminar el objetivo inicial: inaugurar el rascacielos residencial más alto de Europa.

"En julio del 2018 el fondo se pone en contacto con Uniq Residential y nos presenta este proyecto. Nosotros preparamos una propuesta diferente de la que existía, con unas modificaciones que el fondo acepta y empezamos a trabajar en septiembre de 2018. Es en ese momento cuando tomamos el control de la parte legal, técnica y comercial del proyecto”, explica Jorge Romagosa, project manager de InTempo.

A pesar de que la comercialización de las viviendas empezó en enero de 2019, no fue hasta finales de ese año cuando arrancaron las obras de la mano de Dragados. Con más de 170 personas trabajando actualmente en la reforma, la previsión es terminar el inmueble y actualizar el diseño y las calidades de las viviendas a las exigencias de los compradores actuales en un plazo de 14 meses y que se entreguen en primavera de 2021, con una inversión que supera los 30 millones de euros. Así, los primeros residentes de InTempo llegarán más de una década después de que Olga Urbana pusiera la primera piedra del edificio y siete años después de que la crisis y la quiebra de la promotora paralizara el proyecto inicial. 

Variedad de precios y de clientes

Como explica Romagosa, el ‘nuevo’ InTempo incluye 256 viviendas, repartidas entre 45 plantas. De la primera a la 22, hay tres pisos por planta en cada una de las torres: dos laterales de 95 m2 con dos habitaciones y dos baños, y una central, con 75 m2, dos dormitorios, un solo baño y cocina abierta al salón. Estas son las unidades más asequibles: el precio parte de 275.000 euros y los gastos de comunidad rondan los 200 euros mensuales. Además, incluyen plaza de garaje y trastero.

A partir de la planta 22 la altura del inmueble ya supera a la de los edificios aledaños y el precio va subiendo, pero las viviendas más exclusivas son las que se sitúan en el famoso ‘diamante’, que abarca de la planta 38 a la 45. Es la parte más cotizada y curiosa del rascacielos y alberga 33 pisos de lujo de más de 170 m2 (los más amplios superan los 250 m2), vistas al mar y la montaña, y con un precio a partir de 1,2 millones de euros (incluye el apartamento, tres plazas de garaje y trastero). Son las viviendas más altas que hay actualmente en Europa.

De momento, la promotora ya ha prevendido el 40% de los pisos (el contrato de compraventa privado incluye un pago del 10% del precio de cada vivienda) y asegura que el abanico de clientes es muy amplio. Por ejemplo, el comprador nacional se está centrando en las plantas bajas y más exclusivas y concentran en torno al 70% de las reservas, mientras que el extranjero apuesta por la gama intermedia (viviendas de tamaño reducido, pero con vistas). En muchos casos, la compra tiene como fin una inversión a través del alquiler turístico, sobre todo en la época estival, y hay varios casos de compradores que han reservado varios apartamentos y de miembros de una misma familia que han adquirido unidades en diferentes plantas.

Desde Uniq aseguran que tienen compradores de Madrid, el País Vasco, Castilla y León, Castilla-La Mancha, y también de Rusia, Bélgica, Alemania, Reino Unido y los países nórdicos. Y todos ellos, ya sean compradores que quieran disfrutar de la vivienda o rentabilizarla vía alquiler, valoran los servicios extra del edificio, más propios de un resort de lujo que de un edificio residencial al uso. 

Las zonas comunes, el gran cambio

Una terraza en la planta 46 de cada torre, una piscina en la parte trasera del inmueble de más de 800 m2, un hall de 600 m2 con seguridad 24 horas, una terraza/mirador en la planta más alta del edificio (piso 47) con camas balinesas, jacuzzis y zona ‘chill out’, dos salas de gimnasio, sauna, spa con vistas al mar, cafetería, restaurante, servicio de lavandería...

Estas zonas comunes solo pueden ser disfrutadas por los residentes (propietarios e inquilinos) y se convierten en el cambio más drástico que ha sufrido el edificio respecto al proyecto original.

“Estructuralmente el edificio era muy bueno y eso se mantiene. Además, en este proyecto trabajamos con el arquitecto Pérez-Guerras, que se encargó del diseño inicial e hizo un proyecto muy bueno, por lo que lo único que hemos hecho es actualizarlo, sobre todo la parte del diamante (plantas 38 a la 45) y las zonas comunes. Por ejemplo, hemos ampliado la piscina de 200 a 800 m2, hemos creado en la planta 46 el spa más alto de Europa y hemos aprovechado la planta 47 que antes no tenía ningún uso (era parte de la cubierta) para crear la zona de bar, ‘chill out’, las camas balinesas y los jacuzzis”, explica el project manager de InTempo, que también resalta la figura del administrador.

Sus labores se asemejan a las del director de un hotel. Se encargará del día a día de del inmueble, así como de las entradas y salidas de quienes alquilen las viviendas, así como de obtener las licencias turísticas de las viviendas de todos los propietarios interesados. Y todo ello respetando la tranquilidad de los vecinos del edificio.

¿Cómo? Por ejemplo, los alquileres turísticos tendrán que realizarse de al menos tres noches (evitando los turistas de fin de semana) y los inquilinos deberán pasar por un control de seguridad que habrá en el hall del rascacielos.  

La triple ventaja competitiva

Romagosa sostiene que los tres puntos fundamentales de InTempo es que "es un edificio único, una experiencia única y una inversión única".

“Es un edificio icónico y único, porque no se va a levantar un InTempo II. Por otro lado, el lujo ha dejado de ser algo tangible para ser algo experiencial y lo que hemos buscado es que la experiencia de los residentes (propietarios e inquilinos) sea completa de principio a fin. Por ejemplo, está la posibilidad de recoger a los residentes en el aeropuerto o la estación de Alicante, de realizar la compra que quiera y que la nevera esté llena cuando llegue, prepararle el desayuno y llevarle la prensa por la mañana... a lo que se suman las zonas comunes y la posibilidad de dar clases de yoga o pilates en el gimnasio, entre otras cosas”, detalla.

En lo que se refiere a la inversión, la promotora calcula una rentabilidad futura del 8% con el alquiler turístico de las propiedades, y que la posibilidad de alquilar las viviendas a turistas responde a la existencia de una gran demanda de este tipo de soluciones vacacionales.

Para Uniq Residential este proyecto supone una oportunidad para reforzar su marca a nivel internacional. Según explica el project manager de InTempo, la promotora ha estado trabajando “sobre todo en viviendas y otros inmuebles que hemos empezado desde cero. Así que este proyecto es todo un reto y, sin duda, ser capaces de terminar este edificio cuando ha habido tantos intentos previos fallidos es ponerse una medalla”.

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