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El sector de la construcción y el inmobiliario saben desde hace años que la forma y el sistema de edificación y rehabilitación, así cómo mantener un inmueble o cómo se organizan las ciudades tiene que ser cada vez más compatible con un desarrollo sostenible. Los objetivos 2050 de la Unión Europea pretenden llevar al Viejo Continente hacia la descarbonización y caminar hacia una economía circular que luche contra el cambio climático y el incremento de la temperatura.

Y uno de los sectores que más debe avanzar en estos criterios sostenibles es el sector de la construcción, pero ya no solo durante su proceso de edificación, sino también durante su vida útil o en la forma de rehabilitar el importante parque ya edificado. Para explicarnos en qué situación se encuentra el sector inmobiliario y de la construcción ante este importante reto, idealista/news ha entrevistado a Dolores Huerta, directora general de Green Building Council España (GBCe)

El Consejo de la Construcción Sostenible es una asociación que se funda en España en 2008 con el objetivo de impulsar políticas y transformar el mercado para conseguir un escenario de edificación coherente y compatible con la sostenibilidad. Pertenece a la red internacional de World Green Building Council (WorldGBC), presente en más de 70 países y con 36.000 miembros que representan a diversos agentes del sector.

En estos 15 años, hemos vivido el esplendor del boom del inmobiliario, el estallido de la burbuja y la crisis económica, años de paralización de la actividad, y un repunte que se encontró con el estallido de la pandemia del coronavirus.

“La pandemia nos llegó cuando había un repunte en la actividad del sector, sobre todo en la nueva construcción, y donde ya había un consenso en que había que atender urgentemente lo ya edificado”, comenta Dolores Huerta. “La pandemia, precisamente, en vez de servir para hundir de nuevo al sector, lo que ha venido a poner de relieve es la necesidad urgente de intervenir sobre nuestro parque edificado, de cambiar nuestra manera de construir, de diseñar y de planificar las ciudades, de consolidarlas y de transformarlas para acometer los retos del futuro. Los retos de la adaptación al cambio climático, los retos del impulso de la recuperación de la biodiversidad, la salud dentro de nuestras viviendas. Todos hemos pasado tiempo dentro de nuestras viviendas.

Dolores Huerta, directora general de GBCe
Dolores Huerta, directora general de GBCe idealista/news

¿El sector responde a los objetivos de sostenibilidad?

Hay dos características que siempre le atribuimos al sector de la edificación en España. Uno es que está tremendamente atomizado y es cierto. La mayoría de empresas son pequeñas y medianas empresas de muy diversa índole: constructores, promotores, instaladores, incluso los financiadores o los tasadores. Es una miríada de agentes muy compleja, y muy diversa. Y la otra cosa es que siempre le atribuimos es que es muy inmovilista. No es fácil cambiar la manera de construir. No es fácil cambiar a un sector con esa inercia tan tremenda, porque los ciclos de construcción duran años, entonces es difícil.

Sin embargo, yo creo que, a lo largo de los últimos años, hemos percibido todos, y desde GBCe desde luego lo hemos percibido con mucha claridad, que las tesis que defendemos, los objetivos que tenemos ya están aceptados por una gran mayoría de los agentes del sector. Todos entienden que la sostenibilidad es el vector que va a dirigir la transformación y la actividad de todos los agentes en los próximos años.

Pero una cosa es conocer y aceptar los criterios de sostenibilidad, y otra bien diferente es saber si están preparados para ese cambio. ¿Lo está el sector? ¿Y las Administraciones públicas?

Lo cierto es que una cosa es estar consciente de que hay un problema y hay que tomar un camino que ya no tiene vuelta atrás. La segunda parte es: ¿estamos preparados para emprender esas reformas, esas transiciones? Y la respuesta yo diría es que no. En una gran parte del sector no hay aún la preparación suficiente para emprender esas transformaciones.

En una gran parte del sector no hay aún la preparación suficiente para emprender las transformaciones en sostenibilidad

En los últimos años, se han desarrollado multitud de herramientas y de marcos a nivel europeo, sobre todo, que vienen a clarificar y a facilitar la transición, sobre todo de las empresas. Las administraciones públicas también se ven impulsadas por cambios que vienen derivados de directivas europeas de ese ‘green deal’ europeo, ese compromiso de convertir Europa en el primer continente descarbonizado del mundo. De alguna manera, preparados o no, estamos ya inmersos en esa vorágine.

Cada vez más escuchamos en el sector el termino taxonomía verde europea, ¿qué es y por qué es tan importante?

La taxonomía de las finanzas sostenibles es una clasificación que establece la Unión Europea para decidir qué actividades económicas son sostenibles y cuáles no. ¿Por qué esa clasificación? Porque para impulsar la descarbonización de Europa y la transformación en la transición ecológica en Europa necesita reorientar las inversiones, tanto públicas como privadas. Y para reorientar la inversión, lo primero que necesitas es saber dónde invertir para asegurar que ese proyecto, esa actividad económica, es sostenible o no.

Como tal, la taxonomía abarca infinidad de actividades económicas, desde la generación eléctrica hasta la fabricación de automóviles y, por supuesto, la construcción de edificios, la tenencia de edificios y la rehabilitación de edificios.

Y ahí hace una clasificación y dice: “Aquella construcción de edificios que cumpla con estos criterios será considerada como una actividad sostenible”.

Y es una llamada muy potente a los inversores, tanto públicos como privados, sobre dónde invertir. Y ya sabemos que donde va el dinero y la inversión es donde nosotros luego acabamos encontrando promociones de un tipo o de otro, o actuaciones de rehabilitación de un tipo o de otro.

¿Y en específico para la construcción/rehabilitación de inmuebles?

Para cumplir con la taxonomía de las finanzas sostenibles en la edificación partamos de un ejemplo. Tomemos un edificio que se va a construir de nuevas, tiene que cumplir, al menos, con una contribución sustancial a uno de los objetivos de la transición ecológica: la mitigación del cambio climático, la adaptación del cambio climático, la economía circular, la prevención de la polución, el apoyo, el impulso de la biodiversidad y la salud en los ciudadanos.

Actualmente se pueden contribuir significativamente a la mitigación del cambio climático, a la adaptación del cambio climático y a la economía circular. Y luego tienes que demostrar que no haces un daño significativo en todos los demás. Es decir, yo contribuyo a la mitigación del cambio climático, pero además mi actividad no genera un problema para la contaminación o para la pérdida de biodiversidad, o para la salud de los ciudadanos o para la economía circular.

Los objetivos de la transición ecológica son la mitigación y adaptación al cambio climático, la economía circular, la prevención de la polución, el apoyo e impulso de la biodiversidad y la salud en los ciudadanos

Y esos criterios de no hacer un daño significativo, en inglés “Do no significant harm”, es donde se introducen muchísimos criterios y se hace un dibujo de sostenibilidad mucho más completo que no solo la mera descarbonización o mitigación. Y eso es lo que la hace tremendamente rica y potente, mucho más parecida a los sellos de certificación medioambiental. De hecho, nosotros estamos implicando también, digamos, la taxonomía de alguna manera en nuestros sellos de certificación Verde o DGNB. Aun así, hemos habilitado también una plataforma específica para poder asegurar el cumplimiento de esos criterios de taxonomía y, por lo tanto, tener una inversión saludable de cara al futuro.

Hemos hablado del sector y de las administraciones públicas, pero cómo afectan y van a afectar estos cambios en la sostenibilidad de la vivienda al ciudadano de a pie, al propietario de su casas

La ciudadanía y los ciudadanos es cierto que no son conscientes aún de cuál es su papel ahí, cómo pueden mejorar sus viviendas y qué ganan ellos. Algunas de las medidas que se están poniendo en marcha, a raíz de los fondos Next Generation, creo que tendrán más calado con un poquito más de tiempo.

Las previsiones de las estrategias nacionales, tanto el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima como la Estrategia Nacional de Rehabilitación, hablan de rehabilitar algo más de 7 millones de viviendas antes de 2050 en profundidad.

Y es que, efectivamente, la rehabilitación no es solamente una de las patas importantes del sector, es que tiene que ser la pata importante del sector en los próximos años.

Más allá de las ayudas, que sin duda son el gran reclamo, la normalización de las ventanillas únicas de atención al ciudadano en las que asesorar de qué pasos seguir han venido para quedarse y tienen que ser un instrumento fundamental de cercanía con el ciudadano.

Pero las ayudas tienen también una parte, digamos perversa, que tienen un efecto de llamada, pero también un efecto de freno. “Hasta que no salgan las próximas ayudas no hago mi obra”. Está todo el mundo esperando a que me lo dan gratis.

Esto va a tener un coste asumible, financiable perfectamente por el ciudadano y de eso le tienen que informar en las oficinas, en esas ventanillas únicas de rehabilitación.

Igual que uno hace una inspección de su vehículo y busca cómo mejorarlo, incluso piensa en cambiarlo. Si te cambias de sitio o de casa, lo haces para ir a un sitio mejor, que no tiene por qué ser una obra nueva. Puede ser una existente que se rehabilite y se convierte en un edificio perfectamente habilitado para el siglo XXI.

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