Cada nueva edición de una Exposición Universal es una demostración de creatividad arquitectónica y de innovación cultural. Y la Expo 2025 de Osaka no iba a ser menos. En ella, los pabellones nacionales se convierten en escenarios donde los países reinterpretan su identidad a través de la arquitectura efímera y exposiciones en su interior.
La imagen identitaria de Japón, anfitrión en esta ocasión, está presente en muchos de estos pabellones, como el de España o el de los Países Bajos, que se alza como una de las construcciones más llamativas, donde una esfera luminosa sobresale del techo y sintetiza el diálogo entre energía, agua e innovación.
Simbolismo y agua
El pabellón neerlandés, firmado por RAU Architects y Tellart, se extiende sobre 425 m2, unas medidas cargadas de simbolismo que conmemoran los 425 años de relaciones comerciales entre los Países Bajos y Japón.
El elemento central es una esfera de 10,6 metros de diámetro que atraviesa la cubierta, pensada como metáfora del sol y de la energía infinita que, además, rinde homenaje a la célebre Torre del Sol de Tarō Okamoto, icono de la Expo de Osaka de 1970. Esta forma es tanto simbólica como funcional, explica el estudio, “en su centro hay una esfera brillante, un ‘sol artificial’ que representa la energía limpia e infinita del agua”.
De hecho, el agua es el hilo conductor de la propuesta. El elemento fue elegido como tema central, aludiendo tanto al uso de la energía hidroeléctrica en los Países Bajos como a la histórica relación de ambos países con el mar. Según el estudio, “el agua no solo ofrece retos, sino también oportunidades, y esto se simboliza en el centro del espacio común”.
La estructura del pabellón es de acero, envuelta en lamas onduladas que se elevan para descubrir las entradas, creando un juego dinámico entre monumentalidad y ligereza. Su exterior tiene un aspecto nítido y monumental, presentando “un llamativo contraste entre su exterior abstracto y minimalista y su interior cálido y táctil”.
Experiencia inmersiva
La experiencia de los visitantes comienza incluso antes de entrar: cada persona recibe una Energy Orb, una esfera luminosa que le permite interactuar con las instalaciones digitales del pabellón.
“La intención es que nuestros invitados salgan del pabellón con una sensación de esperanza y claridad sobre los retos a los que nos enfrentamos, así como con un sentido de agencia individual y energía comunitaria para contribuir a resolver los retos a los que nos enfrentamos colectivamente”, señalan en el estudio.
En el interior, los visitantes acceden a un espacio central presidido por un mural y por la instalación Water Basin, concebida para evocar “el flujo de la naturaleza”. Sobre este punto focal se suspende la esfera solar, que en su interior alberga una pantalla inmersiva donde se proyectan contenidos audiovisuales. La programación incluye, además, experiencias colaborativas como la Pledge Station, donde cada visitante puede dejar su contribución artística o conceptual antes de abandonar el pabellón.
Como el resto de pabellones de la exposición, el edificio ha sido concebido para desmontarse y reutilizarse, con juntas y tornillos visibles que facilitan su reconstrucción en otros contextos. El mobiliario interior, compuesto por bancos, mesas y tapizados, está fabricado con materiales reciclados, reforzando el compromiso de los Países Bajos con la economía circular. Asimismo, también se ha diseñado para resistir desastres naturales, en particular terremotos, una condición indispensable en Japón.
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