Los costes laborales se han convertido en uno de los problemas más acuciantes del sector de la construcción. Las empresas están asumiendo unos importes inéditos por unos trabajadores cada vez más escasos, lo que está impactando en su margen de negocio e incluso en su capacidad para poner en marcha más obras. Todo apunta a que la tendencia, lejos de revertirse, se acelerará a corto plazo y el mercado avisa de que podría trasladarse al precio final de las viviendas.
Según los datos del INE, los costes laborales en el ladrillo subieron en el segundo trimestre del año un 4,3% interanual, hasta situarse en 3.283,67 euros mensuales brutos por trabajador. Esta cifra, que incluye salarios, cotizaciones sociales y pagas extraordinarias, es la más alta de la serie histórica que arrancó en el año 2000 y supera el promedio del conjunto de la economía (3.256,54 euros al mes, tras subir un 3% respecto a primavera de 2024), lo que pone de relieve la presión específica que sufre el sector.
Aunque no es el importe más alto del ranking de actividades económicas (en la rama de suministro de energía el coste laboral medio supera los 7.700 euros y en las actividades financieras rondan los 6.000 euros), sí es uno de los que más ha aumentado en los últimos 12 meses.
Estos costes, que incluyen los salarios, las cotizaciones sociales o las pagas extraordinarias, afectan a todo tipo de empresas vinculadas a la construcción, independientemente de su tamaño y de las obras que lleven a cabo -del ámbito público como del privado y ya sean infraestructuras o viviendas-. Y tienen como gran locomotora a la falta de mano de obra que arrastra el ladrillo desde hace años.
El sector llegó a tener más de 2,5 millones de trabajadores en 2008, en pleno pico alcista inmobiliario, pero el número de asalariados y autónomos se desplomó y se quedó por debajo del millón en 2013, el ‘annus horribilis’ de la vivienda. El volumen de cotizantes a la Seguridad Social en la construcción marcó mínimos de la serie histórica a principios de 2015, con poco más de 974.000 de afiliados medios. Desde entonces, se han creado casi medio millón de empleos y el sector cuenta con 1,47 millones de cotizantes. Una cifra que sigue muy lejos de los máximos previos al estallido de la burbuja inmobiliaria. Según recuerdan desde la Confederación Nacional de la Construcción (CNC), la construcción arrastra todavía un déficit de unos 700.000 trabajadores, a pesar de la mejora de la última década.
Para Miguel de la Fuente, Manager de Perm Recruitment Services de Construcción y Real Estate en Hays España, compañía especializada en la selección de personal cualificado y profesional, el problema radica en que “no hay suficientes profesionales cualificados, y eso obliga a las empresas a hacer esfuerzos extra para contratar o fidelizar a los que ya tienen. Subir los sueldos, ofrecer mejores condiciones…, porque si no, se van. Pero además hay que tener en cuenta que la inflación sigue apretando, los convenios colectivos y privados están subiendo salarios, y los proyectos hoy son más complejos y exigentes técnicamente. Todo va llenando el vaso hasta rebosar, así que al final no es solo que falte gente: es que el ecosistema obliga a pagar más”.
Y este efecto ‘bola de nieve’ se está dando dentro de los diferentes perfiles que trabajan a pie de obra en cualquier promoción de viviendas. Según afirma Carolina Roca, presidenta de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Madrid (Asprima) y del Grupo Inmobiliario Roca, actualmente hay una “lucha encarnizada” por la mano de obra, sobre todo de la que tiene más experiencia, lo que está tirando del coste en toda la cadena laboral.
Un ejemplo concreto de ello lo protagoniza el encargado de obra, un puesto que no exige formación técnica y que, a grandes rasgos, es un trabajador que inició su carrera como albañil o estructurista y que ha ido subiendo de posición con el paso de los años, a medida que ha ganado experiencia sobre el terreno. Su misión principal incluye tareas como comprobar albaranes, organizar el trabajo en la obra o mantenerla limpia para evitar accidentes, aunque no se encarga de hacer mediciones ni realizar pedidos. Y este puesto, que exige más destreza que formación, ya tiene un salario anual que ronda los 50.000 euros brutos, frente a los 30.000 euros habituales de hace unos años.
“Si al encargado de obra hay que pagarle casi como a un jefe de obra, al jefe de obra hay que subirle. Y así sucesivamente. Es duro, pero es lo que está provocando ahora un aumento de los costes de construcción. Si entre 2020 y 2022 el subidón fue provocado por el encarecimiento de los materiales y la energía, ahora el motor está siendo el coste de la mano de la obra”, añade la presidenta de Asprima.
Según Roca, en puestos como electricistas, fontaneros o instaladores de sistemas de aerotermia o aire acondicionado actualmente no hay tensión, pero sí es patente en otros como albañiles, tabiqueros o montadores de pladur.
En lo que va de año, las tres ocupaciones más contratadas han sido las de albañiles, peones de la construcción de edificios y peones de obras públicas, que sumaron casi 180.000 contratos solo en los cinco primeros meses del año, de acuerdo con la Fundación Laboral de la Construcción.
Mientras, desde la CNC ven con preocupación la falta de relevo generacional, motivada por la creciente salida del mercado de los trabajadores con más experiencia y el desinterés de la mano de obra de joven hacia el sector, lo que supone una pérdida de conocimiento irreparable. “Tenemos un problema muy importante: se está jubilando mucha gente muy buena y estamos perdiendo el oficio. Como no hay trabajadores en obra, a los que hay se les está pagando más, a pesar de que saben mucho menos del oficio”, detallan desde la patronal del sector.
De reducción de márgenes a no construir más
El alza de los costes salariales ya se está dejando notar de forma directa en las empresas. En algunos casos, a través de una caída de los márgenes, aunque también hay compañías que se ven incapaces de realizar más proyectos o incluso que se ven abocadas a replantear su modelo para seguir siendo rentable.
Alicia Hernández, directora de recursos humanos de la Corporación Vía Ágora, explica a este medio que “la falta de personal cualificado ha generado una mayor competencia por los perfiles disponibles, lo que ha derivado en una subida de los salarios como mecanismo para atraer y retener talento. Y esta presión salarial, unida al encarecimiento de la energía y los materiales, representa un reto significativo para la sostenibilidad del sector. Las promotoras, en particular, se enfrentan a una reducción de los márgenes de beneficio y a una creciente dificultad para mantener la viabilidad económica de sus proyectos”.
Desde la CNC también alertan de que hay muchas empresas han decidido no crecer más. “¿Para qué van a coger otra obra si no tienen gente? Esto se está notando sobre todo en compañías locales y regionales, que no están compaginando proyectos, sino que no empiezan uno hasta que no terminan otro. Por eso no se están haciendo más obras”.
Mientras, el experto de Hays España va un paso más allá y asegura que “llegar a casi 3.300 euros por trabajador, que es el máximo histórico, significa que las empresas están pagando más que nunca por cada profesional. Esto afecta mucho, sobre todo a las pymes y autónomos, que son la mayoría en el sector. Si ya veníamos de unos años complicados, con el precio de los materiales disparado, ahora también se suma el coste estratosférico del personal. Las cuentas tienen que salir, y con márgenes tan ajustados, muchas empresas están teniendo que replantearse cómo y dónde pueden seguir siendo competitivas, o incluso luchar por sobrevivir”.
Podría trasladarse al precio de las viviendas
Desde la Asociación de Promotores y Constructores de España (APCE) reconocen a idealista/news que “la falta de mano de obra y los costes laborales afectan a toda la cadena productiva y obviamente también a los promotores”, aunque afirman que, por el momento, “no está llegando al punto de afectar al precio de venta de las viviendas.”
Lo mismo afirma la responsable de RRHH de Vía Ágora, que explica que “a diferencia de otros sectores como la industria manufacturera, donde el impacto de los costes se ha trasladado parcialmente al precio final del producto, en el sector inmobiliario este ajuste no puede realizarse de forma inmediata. Los proyectos de construcción tienen ciclos largos, y los precios de venta se fijan con antelación, lo que impide modificar los importes acordados en contratos de compraventa ya firmados. Por tanto, el promotor asume en gran medida el impacto de los incrementos de costes durante la ejecución de la promoción”.
Actualmente, añade Alicia Hernández, la subida de los precios de la vivienda de obra nueva en España es un fenómeno complejo que va más allá del coste laboral: “La escasez de suelo, el encarecimiento de los materiales, el aumento de los costes de financiación y, sobre todo, un fuerte desequilibrio entre una oferta limitada y una demanda robusta son los principales motores que impulsan al alza los precios de la vivienda nueva. Los costes laborales contribuyen a la presión general sobre los costes de construcción, pero no son el único ni el principal factor que explica la escalada de precios en el mercado inmobiliario actual”.
No obstante, lo sí que advierte la responsable de RRHH del grupo capitaneado por Juan Antonio Gómez-Pintado es que “es previsible que, si esta presión en los costes laborales persiste, termine repercutiendo en el comprador final”.
Lo que de momento es una posibilidad podría materializarse a corto plazo si se cumplen las previsiones que apuntan a que la tendencia al alza de los costes está lejos de tocar fin.
Desde Hays España creen que “lo más probable es que el coste laboral en la construcción siga subiendo. Quizás a un ritmo más lento, pero continuará al alza. Desde nuestro sector estamos compitiendo por talento con otros como IT, energía o incluso logística. Y si queremos atraer a los buenos, hay que ofrecer condiciones que estén a la altura y demostrar el verdadero atractivo de nuestro sector. Eso implica cambiar por completo nuestro escaparate. Y eso pasa, entre otras cosas, por mejores sueldos”.
Según las previsiones que maneja Michael Page, la consultora de RRHH especializada en mandos intermedios y directivos, los salarios en la construcción podrían subir en 2026 hasta un 7%, el doble que en el conjunto de la economía, como consecuencia de las dificultades que atraviesa el sector para cubrir posiciones cualificadas y perfiles especializados. Como dato, la compañía apunta a que, en el año en curso, la construcción y el inmobiliario lideran el aumento de los procesos de selección para posiciones cualificadas, con un alza del 21%. Y conviene recordar que la subida de los salarios conlleva la subida de las cotizaciones sociales, por lo que el efecto alcista en el coste laboral total sería superior.
Además de la posible repercusión en el precio de la vivienda, otro de los riesgos que entraña la tendencia al alza de los costes laborales es su potencial impacto en la creación de empleo en el ladrillo. En este sentido, el responsable sectorial de Hays España subraya que todo dependerá de cómo se adapten las empresas a este contexto. “Las que consigan equilibrar bien costes y productividad seguirán contratando, pero otras -especialmente las más pequeñas o las que dependen mucho de obra pública con precios cerrados- sí que pueden tenerlo más complicado. En algunos casos, veremos que en vez de contratar se subcontratan servicios, o se recurre más a automatizar procesos”.
Medidas de adaptación del sector
El mundo de la construcción tiene claro que debe adaptarse al escenario actual. Según destacan desde Vía Ágora, dentro de las estrategias que están siguiendo las empresas contener costes, mejorar la eficiencia y adaptarse a un entorno cada vez más exigente destacan la industrialización y prefabricación, que permiten reducir los plazos de ejecución entre un 25% y un 30%, estandarizar la calidad, optimizar el uso de materiales y disminuir la dependencia de mano de obra en obra, trasladando parte del proceso a entornos controlados de fábrica.
Otras vías son impulsar la formación y recualificación para atraer a nuevos talentos y mejorar las habilidades de la plantilla existente; y la digitalización en la construcción, con la incorporación de tecnologías -BIM, inteligencia artificial, ‘Big Data’…- que mejoran la planificación, el control de costes y la eficiencia operativa, lo que minimiza errores y retrabajos.
Por otro lado, las promotoras están priorizando proyectos; es decir, están centrando sus esfuerzos en aquellas promociones con mayor rentabilidad o demanda asegurada.
Por último, también se están impulsando acuerdos con las Administraciones Públicas para agilizar trámites urbanísticos y habilitar suelo, facilitando la promoción de vivienda asequible y reduciendo los tiempos y costes asociados a la gestión urbanística.
Un llamamiento a los profesionales jóvenes
Los expertos consultados por idealista/news también consideran que el escenario actual podría convertirse en un aliado para captar el interés de la mano de obra joven por la construcción en un momento en el que los menores de 30 años representan menos del 10% de los trabajadores, la mitad que hace tres lustros.
Desde Asprima se muestran sorprendidos del poco éxito que tiene el sector entre los jóvenes, ya que las condiciones han mejorado mucho en los últimos años tanto a nivel de salarios como de horarios, salud o seguridad. “La gente debe tener en la cabeza que las condiciones no son como antaño, no es la dureza de hace años, y además está entrando en juego la digitalización”, afirma Carolina Roca.
En esa misma línea, desde RRHH de Vía Ágora argumentan que “la industrialización, la digitalización, la inversión en formación y la mejora de procesos no solo son herramientas para mitigar el impacto de los costes, sino también palancas clave para transformar el modelo productivo hacia uno más eficiente, resiliente y atractivo para el talento joven que asegure la regeneración y cualificado”.
El experto en ‘real estate’ de Hays España, por su parte, opina que “si las condiciones mejoran, quizá consigamos atraer más jóvenes al sector, y eso sería un cambio muy necesario. Por tanto, el incremento de los costes laborales no es solo un problema. También es una señal de que el sector se está moviendo, que se están pagando mejores sueldos porque se valora más a los profesionales y que las empresas están entendiendo que para atraer talento hay que ofrecer más que un salario base. Y eso es bueno. Si aprovechamos este momento para hacer más atractivo el sector, para modernizarlo y para profesionalizarlo, saldremos más fuertes. Es el momento de mirar más allá del corto plazo y pensar en el futuro de la construcción”.
El reto está servido. Y es que, “si no logramos animar el sector, en unos años el problema será todavía mayor”, sentencian desde la CNC.
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