El arquitecto nos abre las puertas de su casa, anexa al estudio, para hablarnos de arquitectura, de vivienda social y de perfumes
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¿Cómo será la casa de un arquitecto? ¿Será barroca y recargada o más bien de estilo zen? ¿Reproducen los grandes nombres de la arquitectura española su visión del diseño y la funcionalidad de sus promociones en sus hogares o, en casa de herrero, cuchillo de palo? Nos colamos en las viviendas de los nombres más excelsos de la arquitectura patria: Rafael de la Hoz, Carlos Lamela, Julio Touza, Carlos Albornoz, Bueso-Inchausti… Visitamos también, sus estudios, a menudo situados justo al lado de sus casas: ¿tienen grandes equipos, a lo Norman Foster, o son más modestos? ¿pintan sus proyectos a mano o son más de ordenador? ¿Su mesa de trabajo es caótica o impera el orden?

Si hace unos años nos colamos en las cocinas de los chefs más famosos, idealista news entra ahora en los hogares de los mejores arquitectos patrios. 

Arrancamos este nuevo serial con Julio Touza. Tiene el estudio justo al lado de la casa, los separan apenas unos metros: “Es que si no, no ves a tus hijos cuando son pequeños”, afirma. Y no es el único arquitecto con el despacho a proximidad de la vivienda porque si en algo coinciden la mayoría de los que hemos entrevistado en este serial es que pasan más horas en el estudio que en casa: “Es un trabajo muy intenso”, afirma. “Que contamina”, añade Julio Touza hijo que, para seguir con la misma tradición, también es arquitecto y vive en el piso superior al de su padre.

De los Touza (padre e hijo comparten nombre y profesión) sus colegas dicen que siempre van muy bien vestidos, arreglados al mínimo detalle. Y así es. Además, Julio Touza padre es un fanático de los perfumes como él mismo manifiesta. Tanto es así que en el baño de su despacho (que no tiene azulejos, al igual que el de su casa) se compone de una pared repleta de libros y el muro enfrentado viste una imponente colección de perfumes: tiene uno con cerradura que crearon en Francia ad hoc para él y suele ser habitual que en los cumpleaños de los arquitectos que colaboran con él les regale un libro, bombones y un perfume.

Su pasión por los aromas se manifiesta también en casa, cuyas estancias están perfumadas con mikados de aroma y velas. Tanto en el despacho como en casa, por doquier, muebles de diseño (mesas de Le Corbusier, por ejemplo) y obras de arte.

Julio Touza
Perfumes de Julio Touza idealista/news

Hablamos con Julio Touza de la profesión, de los retos de la arquitectura, de la arquitectura del feísmo y, por supuesto, de perfumes.

¿A qué retos se enfrenta hoy la arquitectura?

La arquitectura siempre está enfrentándose a retos, desde la antigüedad, cada personaje público, cada político, cada emperador o cada rey quería tener en su país el mejor edificio, el mejor museo, el mejor palacio. Los retos ahora son distintos, pero no menores. La arquitectura, frente a lo que la gente cree que se enfrenta exclusivamente al resto de la sostenibilidad, opino que hay otros retos más importantes. El primero, la justicia social. La arquitectura tiene que ser honesta, buena y para todos, porque esto es un servicio humano. La arquitectura tiene que ser comprometida desde el punto de vista ético y humano. Responde a lo que antes había dicho de un modelo de vida para todos. La arquitectura tiene que ser amable. Tiene que generar ciudades, puesto que la arquitectura es el escenario de la ciudad para que la gente viva feliz. Estos retos de seguridad, felicidad, relación humana…  son tan importantes como la sostenibilidad. El problema es que esto solo se consigue con voluntad política y sobre todo, con conocimiento profundo y compromiso.

¿Y la arquitectura y las viviendas están respondiendo a ese reto de justicia social?

El compromiso social requiere costes contenidos, porque no todo el mundo puede acceder a una vivienda, pero las exigencias normativas son de tal calibre y el coste de los materiales se ha superado tanto respecto a lo que antiguamente valían, que cada día más hay una barrera infranqueable. Hay una trinchera difícil de pasar entre la necesidad y lo que se ofrece, entre demanda y oferta. Tendremos que buscar solución a esa dicotomía. Para mí la solución es buscar procesos de industrialización que permitan prefabricar componentes arquitectónicos a un precio contenido y ensamblarlos y encajarlos con las garantías de calidad que la normativa exige y con el precio contenido que se requiere. Ese es el camino, industrializar los procesos constructivos igual que se industrializa un coche.

Su estudio, ¿está especializado en algún sector?

Hemos hecho de todo porque el arquitecto no es más que un sastre que debe responder a aquello que le pide la sociedad y la sociedad nos pide viviendas, nos pide hacer urbanismo. La sociedad nos pide hacer hospitales, universidades, museos. Hemos hecho proyectos en muchos países, desde Vietnam a Arabia Saudita, Brasil, incluso alguna cosa pequeña en Nueva York. Pero de lo que estoy más satisfecho es del compromiso de nuestro estudio con la vivienda social. Hemos hecho miles de viviendas sociales que no quiere decir que estén hechas por los ayuntamientos, las comunidades o el Estado. Las que hemos hecho en gran medida las hemos hecho para cooperativas de gente que de manera humilde pero bien organizada, nos han pedido que hagamos proyectos magníficos para que pudieran vivir a un coste realmente contenido. Eso es lo que más me satisface. Nuestra experiencia en este sentido va más allá de lo razonable, habremos hecho más de 30.000 viviendas sociales.

También tenemos proyectos de vivienda en alquiler, de pequeño formato para gente joven que va a pagar muy poco porque es esa colaboración público privada tan necesaria, según la cual los ayuntamientos o las comunidades ponen el suelo, que no les cuesta nada porque el suelo abunda y casi siempre es suyo, y la iniciativa privada pone el dinero de la inversión. El modelo pasa por los controles de la administración pública, limita el alquiler. La Administración que ha concedido el suelo limita el plazo en el tiempo, de tal manera que después de 50, 60, 70 años, la Comunidad, el Ayuntamiento, vuelve a ser propietario 100% de ese edificio que otro ha construido. Esa es la manera de que se abarate el alquiler. O de la misma manera, si se hiciera en compra venta.

Julio Touza
Julio Touza idealista/news

El año pasado se publicó un libro titulado La España fea y que aglutinaba todos los desatinos a nivel constructivo e inmobiliario que hay en España. ¿España es fea?

Es cierto que esa arquitectura del feísmo se ha instalado en gran medida en los últimos 50 años. Es verdad que para hacer buena arquitectura se necesita primero una base cultural, no sólo para el arquitecto que la hace. Hay una enorme arquitectura del feísmo que deriva en gran medida de lo que la gente ha pedido al promotor inmobiliario. El propio promotor tampoco sabía implementarlo, ha habido unos disparates y unos desmanes urbanísticos que han propiciado precisamente el desastre. Pero no estamos peor que otros países. Esos desmanes se repiten. Quizá en nuestro caso se han repetido en una gran medida entre los años 70 y el 2000. Ahora parece que efectivamente ponemos coto a esta irracionalidad y estamos buscando dos cosas fundamentales. Primero, que la arquitectura sea más digna, más elegante, mejor. Y segundo, que para mí es todavía más importante, aprovechar lo mucho que tenemos bueno, y rehabilitarlo, conservarlo, revivirlo y no destrozarlo y maltratarlo, que es lo que veníamos haciendo por ejemplo en nuestros pueblos, que tienen historia, que tienen vida y que tenían pasión y se les está yendo porque los estamos masacrando.

¿Por qué no se hacen casas con terraza?

Porque las normas nos están limitando mucho a los arquitectos. Una terraza consume edificabilidad y si consume edificabilidad, el promotor prefiere utilizar la edificabilidad haciendo el salón más grande. Las terrazas deben ser un regalo normativo. Oiga, haga usted la terraza que quiera, tan grande como quiera, pero hágala, que no va a consumir nada de la edificabilidad que tiene asignado su solar. Y de la misma manera deberían ser los elementos para la vida de las personas.

¿Es de dibujar a lápiz o con ordenador?

Sin duda, con lápiz, colores, con rotuladores, con cualquier elemento que caiga en mis manos, pero sobre todo un lapicero. Decían mis viejos profesores, los auténticos arquitectos del siglo XX, que el lapicero es el arma más mágica que puede tener un arquitecto y que ese arma es la que sirve para enlazar la idea y el sueño que tiene en la cabeza directamente con el papel. El ordenador es ni más ni menos que una herramienta magnífica de una gran potencialidad, pero no es la que genera la idea.

Si no hubiera sido arquitecto, ¿qué le hubiera gustado ser?

Soy gallego de origen, en Madrid inicié mi carrera en la Escuela Superiores de Arquitectura y nunca pensé que hubiera podido ser si no fuese arquitecto. Pero dado mi compromiso con la gente seguramente me hubiera gustado ser investigador científico vinculado al mundo de la investigación sanitaria. Me hubiera gustado descubrir algo para curar el cáncer, por ejemplo.

Edificios de Madrid que le gusten

Madrid es una exposición magnífica de edificios, antiguos y clásicos extraordinarios desde el Museo del Prado, el Banco de España... Soy un enamorado de don Antonio Palacios, del cual además he escrito y he divulgado mucho porque es la obra de un arquitecto gallego soberbio que generó grandes expectativas en el Madrid modernista de los años 30. Y todo lo de don Antonio Palacios me impresiona.

Julio Touza
Un espacio de la casa de Touza idealista/news

¿Cuál es el lugar de su casa que más le gusta?

Donde ahora estoy, en el salón, porque es donde leo y donde sueño. Pero vuelvo a insistir, mi casa, mi verdadera casa, es mi despacho, porque mi vida se prolonga permanentemente en mi estudio.

¿Un objeto fetiche?

Tengo una manía especial, mis perfumes. Tengo tantos perfumes, me gustan tanto mis perfumes, creo que aquel que ama el perfume es un hombre sensible. Y yo quiero que un hombre, una mujer, que las personas sensibles estén siempre a mi lado. Porque de la sensibilidad nace la comunicación humana y los corazones se entienden mejor cuando hay sensibilidad en el alma.

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