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La antigua fábrica Shrewsbury Flaxmill Maltings, construida originalmente en 1797, ha sido intervenida por el estudio Feilden Clegg Bradley Studios (FCBS).
Shrewsbury Flaxmill Maltings Daniel Hopkinson

La histórica fábrica Shrewsbury Flaxmill Maltings, construida originalmente en 1797 y situada en la población homónima de Shrewsbury, está apodada como el “abuelo de los rascacielos” porque es reconocido como el primer edificio con estructura de hierro fundido en el mundo. Su historia es fascinante, tras ser molino de lino y maltería, fue cuartel durante la Segunda Guerra Mundial. Quedó en desuso en 1987 hasta que fue adquirido por Historic England en 2005.

La Torre del Jubileo se encuentra en el centro del edificio y los visitantes pueden subir para disfrutar de vistas panorámicas de la ciudad.
Torre del Jubileo Daniel Hopkinson

Ahora, gracias a esta intervención arquitectónica, el edificio se convierte en una pieza clave para la educación y el trabajo en la región. Con el objetivo de darle otros 100 años de vida, la intervención realizada por el estudio Feilden Clegg Bradley Studios (FCBS) combina restauración estructural con innovación arquitectónica, manteniendo la esencia del edificio mientras se proyecta hacia el futuro con un nuevo uso como museo y espacio de trabajo.

Una reparación invisible

Uno de los principales retos de rehabilitación del proyecto fue lo que el estudio FCBS denominó la "reparación invisible". La estructura de hierro fundido de la fábrica, la primera de su tipo, había sufrido grietas significativas con el paso del tiempo. No obstante, al ser un edificio catalogado de Grado I, no se podían realizar alteraciones drásticas que modificaran su carácter patrimonial. En lugar de optar por soluciones invasivas, el equipo implementó métodos que reforzaron la estructura sin afectar su estética original.

La fábrica está apodada como el “abuelo de los rascacielos” porque es reconocido como el primer edificio con estructura de hierro fundido en el mundo.
Primer edificio con hierro fundido Daniel Hopkinson

Mediante la incorporación de nueva mampostería y una rejilla de acero oculta, así como pilares adicionales en la planta baja, se logró mejorar significativamente la estabilidad del edificio. Esto se realizó de forma casi imperceptible, permitiendo que el diseño y el espíritu del lugar se mantuvieran intactos. Como explicó el propio estudio, el objetivo era "rescatar el edificio en su reparación estructural", mientras se preparaba para una nueva era de productividad y utilidad.

La rehabilitación ha mantenido la esencia del edificio mientras que se proyecta hacia el futuro con un nuevo uso como museo y espacio de trabajo.
Un museo para la ciudad Daniel Hopkinson

Además de estas reparaciones, se abrieron 110 ventanas que habían sido tapiadas anteriormente, reintroduciendo luz natural, que, junto con las esbeltas columnas de hierro fundido, permite una apreciación clara de la estructura innovadora del edificio. Los espacios abiertos se mantuvieron como una característica principal del diseño, lo que otorga a la fábrica una sensación de amplitud y luminosidad.

Un ascensor dentro de un gran horno

Más allá de la restauración estructural, también se tuvo que adaptar el Shrewsbury Flaxmill Maltings a su nuevo uso como museo y espacio de trabajo. Para ello, se creó una nueva circulación vertical a través del antiguo horno, un espacio que ahora alberga ascensores y una escalera de acero negro, situados bajo un techo restaurado de madera y acero. Esta intervención respeta la estructura original al tiempo que mejora la accesibilidad del edificio.

El espacio que ahora alberga ascensores y una escalera de acero negro era el antiguo horno de la fábrica.
Ascensores en un horno Daniel Hopkinson

En la planta baja, los visitantes pueden disfrutar de una cafetería pública y un espacio didáctico que explica la importancia del molino en la revolución industrial. Esta área está ambientada por un muro de ladrillo pintado de blanco, que actúa como telón de fondo para las exposiciones educativas. En las plantas superiores, las oficinas se enmarcan en un diseño diáfano, que aprovecha al máximo las columnas de hierro fundido y las ventanas recién abiertas para permitir una entrada generosa de luz natural.

En la planta baja, una sala con muro de ladrillo pintado de blanco, destacando los pilares de fundición, actúa como telón de fondo para las exposiciones educativas.
Espacio diáfano Daniel Hopkinson

Otro de los elementos destacados del proyecto es la Torre del Jubileo, que se encuentra en el centro del edificio. Los visitantes pueden subir a esta torre para disfrutar de vistas panorámicas de la ciudad, convirtiendo la fábrica no solo en un lugar de trabajo y educación, sino también en un atractivo turístico.

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