Calder Gardens es un jardín diseñado para honrar la obra de uno de los grandes pioneros del arte moderno estadounidense mediante una integración radical entre arquitectura, paisaje y escultura.
Comentarios: 0
El Calder Gardens se ubica en Filadelfia crea un entorno inmersivo donde las esculturas de Alexander Calder se presentan como parte de un paisaje vivo.
Calder Gardens Iwan Baan

Los museos de esculturas al aire libre surgieron como una alternativa a los museos tradicionales, ofreciendo un modo de experimentar el arte en diálogo directo con la naturaleza o la ciudad.

Desde los jardines de esculturas de París o el Chillida Leku en San Sebastián, hasta grandes parques de arte contemporáneo en Estados Unidos o Japón, estos entornos abiertos invitan al público a recorrer senderos, descubrir obras entre la vegetación y disfrutar de instalaciones en constante transformación según las estaciones.

Filadelfia se suma a la lista de ciudades con este tipo de proyectos que conjuga el arte con la naturaleza. Así, ha abierto el Calder Gardens, un jardín diseñado para honrar la obra de Alexander Calder mediante una integración radical entre arquitectura, paisaje y escultura.

Calder Gardens es un jardín diseñado para honrar la obra de Alexander Calder mediante una integración radical entre arquitectura, paisaje y escultura.
Un jardín arquitectónico Iwan Baan

Un jardín arquitectónico

El objetivo del nuevo Calder Gardens, ubicado en el Benjamin Franklin Parkway de Filadelfia, era crear un entorno inmersivo donde las esculturas de Alexander Calder -uno de los grandes pioneros del arte moderno estadounidense- pudieran presentarse como parte de un paisaje vivo.

Concebido por Herzog & de Meuron junto al paisajista holandés Piet Oudolf, conocido por su potente estilo naturalista, el proyecto surge de la voluntad de construir no un museo convencional, sino un espacio silencioso y contemplativo en el que la arquitectura actúe como un fondo sensible para la obra del artista.

Se diseñó un conjunto de volúmenes discretos, de geometría controlada, que se hunden parcialmente en el terreno para no dominar el paisaje.
Volúmenes discretos Iwan Baan

Según el equipo, el resultado debía ser un lugar que invitase a detenerse y mirar: “imaginamos galerías que invitaran a los visitantes a entrar en espacios tranquilos y contemplativos, animándoles a interactuar profundamente con las esculturas de Calder”.

Fiel a esa intención, se diseñó un conjunto de volúmenes discretos, de geometría controlada, que se hunden parcialmente en el terreno para no dominar el paisaje. En lugar de construir un único edificio monumental, el conjunto se organiza mediante una serie de cámaras y pasillos que guían al visitante hacia las piezas expuestas, muchas de ellas especialmente sensibles a la luz natural.

Una cubierta ondulante permite la entrada matizada del sol hacia unos interiores de tonos neutros que aseguran que la atención se dirija por completo a los móviles, estables y obras suspendidas de Calder.

En lugar de construir un único edificio monumental, el conjunto se organiza mediante una serie de cámaras y pasillos que guían al visitante hacia las piezas expuestas.
Edificio de cámaras y pasillos Iwan Baan

Las salas interiores alternan techos altos y bajos para jugar con las escalas del artista, cuyas piezas pueden ser tanto íntimas como monumentales. Para el estudio, “la obra de Calder prospera en espacios que permiten el movimiento, el aire y el silencio”, motivo por el cual el recorrido busca reproducir esos tres elementos de manera fluida.

Un paisaje vivo

Si la arquitectura aporta contención y serenidad, el diseño paisajístico de Piet Oudolf introduce dinamismo y estacionalidad. En esta ocasión, el creador de The High Line en Nueva York ha desarrollado una plantación exuberante, llena de texturas y variaciones cromáticas, que funciona como una capa narrativa más del museo y que envuelve las esculturas con un carácter cambiante a lo largo del año.

Una cubierta ondulante permite la entrada matizada del sol hacia unos interiores de tonos neutros.
Cubierta ondulante Iwan Baan

Por ello, la vegetación debía ayudar a transformar la percepción del visitante, convirtiendo cada visita en una experiencia distinta. “El jardín debe hacer que la gente reduzca el ritmo, abra los ojos y permita ver la obra de Calder desde una nueva perspectiva”, explica el diseñador. 

El proyecto también incorpora un jardín hundido, concebido como un punto de pausa desde el que contemplar las esculturas y la arquitectura de forma panorámica. Las transiciones entre interior y exterior son suaves, y en muchos puntos las plantas parecen filtrarse dentro del edificio.

Las salas interiores alternan techos altos y bajos para jugar con las escalas del artista, cuyas piezas pueden ser tanto íntimas como monumentales.
Techos en varias alturas Iwan Baan

Para los estudios, esta disolución de límites forma parte esencial del concepto: “la arquitectura está pensada para desaparecer en el paisaje, creando momentos en los que los visitantes no saben si están dentro o fuera”.

Sigue toda la información inmobiliaria y los informes más novedosos en nuestra newsletter diaria y semanal. También puedes seguir el mercado inmobiliario de lujo con nuestro boletín mensual de lujo.

Ver comentarios (0) / Comentar

Para poder comentar debes Acceder con tu cuenta