El pasado 12 de marzo de 2024 el Parlamento Europeo aprobó la actualización de la Energy Performance of Buildings Directive (EPBD), quedando a la espera de la aprobación final por el Consejo de la UE para los próximos meses.
En ella se define el indicador ‘Potencial de calentamiento global a lo largo de todo el ciclo de vida’ (Life-cycle Global Warming Potential, GWP) de los edificios de nueva planta. El GWP contempla la huella de carbono de los productos que conformarán el edificio, pero también el proceso de construcción, mantenimiento, reforma, uso y fin de vida. Es decir, ya no se hablará sólo de la fase operativa del edificio, de sus consumos, sino de un alcance mayor abarcando el ciclo de vida e involucrando a todos los agentes intervinientes.
Por ello, desde el sector inmobiliario deberemos tener bajo radar el GWP pues será un parámetro relevante durante los próximos años, comenzando en que será a partir de 2030 cuando los edificios nuevos deban cumplir el valor límite máximo del GWP acumulado a lo largo del ciclo de vida establecido, según tipología de edificio y zona climática. Dichos valores de GWP máximos, así como la hoja de ruta para su reducción progresiva, deberán ser definidos antes de 2027 por los países miembros.
Si nos preguntamos qué relevancia tendrá el GWP, podemos ir viendo cómo se incorpora en la propuesta de EPBD, que será su punto de partida. Por ejemplo, el GWP se deberá incorporar en el certificado de eficiencia energética a partir de enero de 2028 para todos los edificios nuevos con una superficie útil superior a 1.000 m2 y a partir de enero de 2030, para todos los edificios nuevos.
Esto ayudará a que el comprador y el arrendatario dispongan de la información necesaria para una toma de decisión informada, pero no sólo se ha pensado en que sea útil y de interés para ellos, sino también para las entidades financieras en lo que respecta a los edificios de sus carteras de inversión y de préstamos.
Además, para favorecer el acceso e intercambio de información dentro del sector de la construcción y con las instituciones financieras y los organismos públicos, el GWP a lo largo del ciclo de vida del edificio se deberá incluir, cuando se disponga de él en un Registro Digital del Edificio a modo de repositorio de los datos del edificio incluyendo los relacionados con la eficiencia energética (certificado de eficiencia energética, pasaporte de renovación).
Finalmente, cada país contará con una base de datos de eficiencia energética de sus edificios, recopilando información individualizada de edificios y que permita conocer y mejorar la eficiencia energética global del parque inmobiliario nacional. Dicha base de datos, que podrá incorporar también el GWP de los edificios, estará interconectada con las bases de datos de los certificados de eficiencia energética, las inspecciones, los pasaportes de renovación, los indicadores de preparación para aplicaciones inteligentes, etc. Dichos datos serán accesibles y públicos de forma agregada y anodizada, lo que permitirá conocer áreas de potencial intervención.
El GWP se incorpora para que sea un parámetro relevante en la descarbonización de nuestro parque edificatorio. Y será en los próximos años cuando cada Estado deberá trabajar con el sector de la edificación para conocer el estado del arte actual del GWP y su potencial de mejora. El objetivo marcado por la UE es el destino, pero para llegar deberemos recorrer el camino juntos, colaborando, en base a la Hoja de Ruta que se establezca para España, que si bien ha de ser aspiracional, también alcanzable, para que nadie desista antes de empezar o se quede atrás.
Isabel Alonso de Armas es ingeniera de Caminos, Canales y Puertos desde hace más de 20 años, miembro del Consejo General del CICCP y directora de sostenibilidad y desarrollo de negocio en BMI Group, Sur de Europa. Por su trayectoria aportará una visión centrada en la actualización de nuestro parque edificatorio que exige la del propio sector de la construcción.
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