Ana Remiro se fue a estudiar Arquitectura a Valencia para salir de su Albacete natal, pero, avatares del destino, ahora ejerce como arquitecta en esa ciudad. Dice que en urbes pequeñas funcionan muy bien el boca a boca y las redes sociales, y que hay menos competencia que en grandes capitales, pero también menos potenciales clientes. En definitiva, todo tiene sus pros y sus contras.
Fundó Estudio Esc junto a su pareja, también arquitecto, pasada la crisis de 2008. Primero haciendo mucha reforma y rehabilitación, y después ya tocando otros palos como promociones nuevas, espacios públicos… Critica que en España hubo un tiempo en el que se construyeron muchas promociones, como churros, lo que ella denomina como “arquitectura vacía”. Y afirma que la falta de oficios, en los que además no suele haber un relevo generacional, es un drama que afecta a su profesión. Un mal que afecta directamente a los presupuestos y a los plazos de entrega de las obras.
¿Por qué estudió Arquitectura?
Era una de las opciones, junto con Medicina, estaba ahí. Quería una carrera larga fuera de Albacete. Y al final pusieron Medicina en Albacete y me decidí por Arquitectura. Me llama mucho la atención el arte, la estética…. No conocía mucho del mundo porque en mi familia soy la primera, no tenía un referente cercano.
Buscaba una carrera fuera de Albacete, sin embargo, ejerce en Albacete.. cuéntenos su trayectoria.
Pues cuando acabé la carrera fue en 2007, en enero. No estábamos en la crisis, pero ya se le veían un poco las orejas al lobo. Conocí a un arquitecto, me puse en su estudio de apoyo a ayudarle. Luego me fui con otro arquitecto que hacía una arquitectura que me gustaba más, más en contacto con el cliente final. Eso me gustó más. Pero es verdad que luego saltó la crisis del 2008 y se paralizó todo, no sabía muy bien qué hacer. Me saqué un máster. Estuve un año en Australia y, al volver con mi pareja, que también es arquitecto, nos surgió la reforma de una amiga en común. Luego nos surgió otra, el boca a boca, que aquí funciona muy bien y hasta hoy, ha sido un crecimiento muy orgánico. Empezamos con mucha reforma y rehabilitación. Ahora estamos también con algo de obra nueva. Hemos hecho concursos de espacio público, hemos ganado algunos..., nos gusta un poco tocar todos los palos.

¿Es más fácil ejercer esta profesión desde un sitio relativamente pequeño como es esta ciudad?
Todo tiene pros y contras. En una ciudad como Albacete tienes menos competencia porque hay menos profesionales que se dediquen a esto, pero al final el número de cliente también es menor. Entonces no lo sé. También es un sitio donde tienes que convencer al cliente y a veces no educarlo, pero sí introducirlo en este mundo. A veces no se concibe mucho la figura del arquitecto a no ser que sea necesario.
No tiene nada que ver reformar una casa con arquitectos que sin arquitectos, tanto en disgustos que te puedes ahorrar como dinero que te puedes ahorrar. Y luego el acabado final, porque un arquitecto te puede sacar mil veces más partido que una contrata de oficio.
Entonces, en una gran ciudad hay clientes potenciales muy buenos, pero la competencia es feroz. Al final la clave es tener contactos y saber moverte, hacer bien tu trabajo, el boca a boca funciona muchísimo, las redes también, pero al final es más impersonal.

¿Es fácil encontrar oficios para las reformas/obras?
La falta de oficios hoy en día es un drama que sufrimos todos los arquitectos y los interioristas me imagino que también. Los pocos que hay están pillados. Aparte ya el presupuesto sube por las nubes y cuadrar el presupuesto final es complicado y es verdad que no hay recambio generacional. Lo estamos viendo. Llevamos trabajando en esto casi casi 14 años y la tendencia no es muy positiva.

¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?
La magia de este oficio, diría yo, es cuando viene un cliente que confía plenamente en ti, te deja poder utilizar todas tus herramientas y tu buen hacer en sacar el máximo partido a lo que quiere. La ilusión de subir a su casa y ver la cara que pone cuando ya acaba la obra, entra en ese espacio y multiplica por mil lo que él tenía o lo que tenía pensado. Eso es increíble. Ahí merece la pena todo el sufrimiento, todo el estrés que se pasa durante la obra y todo lo que pasa en una obra, que al final siempre hay sorpresas.

¿Con qué proyectos está ahora?
Estamos terminando 11 unifamiliares de obra nueva. Vamos a empezar un edificio de siete viviendas de alquiler que falta en Albacete, que no hay viviendas de alquiler. Y con una clínica dental.
Decís en vuestra web que estáis cansados de arquitecturas vacías, ¿hay mucha arquitectura vacía en España?
Sí, cuando empezamos se hacían pisos de promoción como churros, sin ningún tipo de interés especial o espacios comunes. Entonces yo no quería dedicarme a eso. Yo necesito que tenga sentido lo que hago, en ese espacio va a vivir alguien o a trabajar alguien, va a pasar muchas horas ahí. Para mí es importante la sensación que transmite un espacio, estar a gusto, que te renueve, que te recargue.
¿La arquitectura es cara?
Es cara. O sea, han subido muchísimo los materiales, los oficios, todo. Por eso es muy importante contar con profesionales que tengan el plan maestro, que lo tengan todo bastante acotado y bien medido, porque según tu presupuesto se pueden hacer cosas interesantes, pero no se puede improvisar a la ligera porque te puede triplicar el presupuesto en un pestañeo.
Háblanos de esta casa…
Pues cuando llegamos a esta casa fue muy curioso porque fue acompañando a un cliente que buscaba un piso para para invertir. No estaba yo buscando casa, pero digo esta casa reúne los requisitos que yo podría querer, como era la zona, los techos altos, la luz, que me enamoró… Estaba para tirarla entera porque era del año 66, no la habían tocado, y llevaba 10 años sin habitar. Total, que al final es lo que se alinearon los planetas. El cliente al final no lo veo interesante para invertir. Nosotros encontramos facilidades para conseguir financiación y al final la compramos.
La tiramos entera, pero conservamos algunas cosas como los radiadores, las vigas… Había incluso inscripciones de la obra de su momento. Esas cosas no gustan. Le das tu toque, tus textiles, tu mobiliario. También nos gusta mucho aprovechar el mobiliario. La mesa rosa que tenemos en el estudio estaba abandonada en un trastero de mis padres.

¿El rincón de la casa que más te gusta?
Me encanta la cocina abierta al salón, porque además tenemos una niña de cinco años. Estamos los tres, cada uno haciendo una actividad, pero todos juntos. Esto es para descansar, ver la tele, jugar, comer, trabajar, cocinar…. Es que me gustan todos los rincones.

¿Y un objeto fetiche?
Pues yo te diría que mi mesa rosa, me encanta por la historia que tiene detrás, era la mesa de comedor cuando era pequeña y me ha acompañado siempre.



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