
Las entidades bancarias europeas no ganan para sustos desde el 10 de marzo. Desde el cierre de Silicon Valley Bank (SVB), pasando por el rescate de Credit Suisse y tras el duro ataque contra Deutsche Bank que el pasado viernes llegó a llevarse casi el 15% del valor del banco alemán, los bancos del Viejo Continente se han dejado en el parquet alrededor de 120.000 millones de euros en términos de capitalización bursátil.
Una tormenta en toda regla que no ha terminado y que mantiene en guardia a los inversores de todo el mundo. Los colapsos de grandes entidades a uno y otro lado del Atlántico han puesto de manifiesto que las abruptas subidas de los tipos de interés -hasta el 3,5% en la zona euro y hasta el rango entre el 4,75% y el 5% en Estados Unidos- están estresando hasta niveles extraordinarios a las entidades.
En este escenario, los especuladores buscan una nueva víctima para hacer efectivas sus estrategias bajistas en un sector bajo sospecha. Sin razones de peso, la semana pasada fue el turno de Deutsche Bank, una entidad que ha sufrido una profunda reestructuración en los últimos años y que cuenta con una elevada exposición a productos derivados y crédito inmobiliario.
Todo hace indicar que Deutsche Bank - los CDS o seguros de impago aún le asignan un riesgo de impago por encima del 15%- no será el último objetivo del mercado en un escenario de enorme desconfianza hacia el sector. La contundente actuación de los bancos centrales no ha sido suficiente para despejar la incertidumbre. Entre otras cosas, el mercado los señala por errores que en algunos casos se consideran de bulto. Estas son las cuatro razones por las que no se deben descartar nuevos ataques:
Nuevo escenario de tipos
Los bancos centrales lo tienen mucho más difícil ahora para seguir subiendo los tipos de interés a velocidad de crucero para combatir a la inflación. Tanto el Banco Central Europeo (BCE) como la Reserva Federal han querido hacer una demostración de fuerza en las reuniones de marzo, con subidas de 50 y 25 puntos básicos respectivamente, que han sorprendido a la mayoría.
Pero el mercado cree que no podrá mantener el ritmo. El euríbor, que rozaba el 4% antes de la tormenta bancaria, ahora se sitúa en torno al 3,5%. Y la rentabilidad del bono alemán a 10 años ha caído cerca del 20% desde los máximos del año, anticipando tipos mucho más estables a partir de ahora. Dicho de otra manera, el mercado espera que el gran catalizador de las subidas de la banca en bolsa hasta la tormenta pase a segundo plano.
Márgenes a la baja
En pleno ataque de incertidumbre, el conjunto de los bancos tendrá que elevar la remuneración de los depósitos para evitar la marcha de clientes asustados con el nuevo escenario. Una situación que afecta de lleno a las grandes entidades españolas, que con unas pocas excepciones como Openbank -paga hasta el 1,80%- tienen el contador a cero.
Remunerar depósitos significa reducir el margen, que hasta ahora se ha beneficiado al máximo de la subida de los tipos de interés y por lo tanto de la mejora de los rendimientos del negocio hipotecario de la banca. Los inversores creen que esté escenario es insostenible y están penalizando a las entidades españolas. Desde el cierre de SVB, los seis bancos del Ibex sufren pérdidas entre el 12% y el 25%.
Supervisión
La crisis de SVB tiene un componente muy alto de mala gestión. Un caso que debería ser llevado a los libros de texto, según el responsable de supervisión bancaria de la Reserva Federal estadounidense. Y también pone en evidencia los fallos de supervisión de las autoridades al otro lado del Atlántico, que no advirtieron los fallos de una estrategia errónea que la subida de tipos se llevó por delante.
En Europa, todo parece indicar que la supervisión va claramente por delante, pero en un escenario de pérdida de confianza el riesgo de contagio es muy elevado. El propio presidente de la Autoridad Bancaria Europea, José Manuel Campa, acaba de advertir de una época de turbulencias tras los casos de Credit Suisse y UBS.
Bancos centrales
Tanto el BCE como la Reserva Federal han perdido credibilidad a los ojos de los inversores. Hablaban de fuertes subidas de tipos antes del colapso de SVB para frenar la inflación. Pero a la vista de lo que ha pasado desde el 10 de marzo, no calcularon bien el impacto de una subida de tipos tan rápida y vertical.
Y aunque han actuado muy rápidamente, no han sido capaces de frenar la gran fuga de depósitos que sufrieron SVB y Credit Suisse en cuestión de horas, que se calcula en unos 40.000 millones de dólares y 35.000 millones de euros respectivamente. Por lo tanto, es toda la cadena que forman bancos, gestores y supervisores la que está en tela de juicio.
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