
Hace casi un año y medio el covid-19 se extendía rápidamente por el mundo desarrollado y los países comenzaban a confinarse. Millones de personas se quedaron sin poder trabajar ya quese cerraron desde las fábricas y las obras de construcción, hasta tiendas y restaurantes. El número de horas trabajadas en las economías desarrolladas de la OCDE cayó un 15% y en EEUU la tasa de desempleo se disparó del 3,5% en febrero de 2020 al 14,8% en abril de ese año.
Los gobiernos se apresuraron a crear programas de permisos y de trabajo a tiempo parcial, que mantuvieron el desempleo en muchos otros países. En su punto álgido, estos sistemas apoyaron a 60 millones de trabajadores, lo que equivale a la población de Italia. La mayor parte de la carga recayó sobre los jóvenes, los de escasa formación y los mal pagados.
Desde entonces, se han administrado vacunas, las economías se han reabierto en gran medida y se han recuperado varios aspectos de la vida anterior a la pandemia. También el mercado laboral se está recuperando. En Estados Unidos, el pico de desempleo queda ya lejos: la tasa de junio era del 5,9% y el número de ofertas de empleo publicadas por los empresarios está aumentando.
En el caso de España, en los gráficos se ve claramente que ha sido el país desarrollado con más desempleo durante la pandemia, arrancó en febrero de 2020 con una tasa de desempleo inferior al 15%, pero llegó a estar por encima del 16% en 2020 y cerró el primer trimestre de este año bordeó el 16%, según la EPA. En cuanto a empleados acogidos a ERES, España no ha liderado el ranking de países desarrollados con programas de este tipo: Francia se lleva la palma, seguido de Reino Unido, Australia y Canadá.
Aproximadamente la mitad del déficit de horas en la OCDE se ha recuperado. Pero en su informe anual "Perspectivas del empleo", publicado el pasado 7 de julio, la OCDE afirma que también ha quedado claro quiénes están en el "ojo del huracán": aquellos para los que el dolor ha sido mayor y la recuperación será más prolongada.
Entre ellos se encuentran los que han estado sin trabajo durante gran parte de la pandemia. Según la OCDE, el número de personas que llevan entre seis y doce meses en el paro se ha duplicado con creces en todo el mundo rico. Los economistas sostienen que cuanto más tiempo esté alguien sin trabajo, más difícil le resultará encontrar uno nuevo, ya que sus habilidades y conocimientos se deprecian. Además, muchos empleados siguen en régimen de jornada reducida y aún no han vuelto a trabajar a tiempo completo. La OCDE calcula que entre el 10 y el 15% de los empleados de Francia y Gran Bretaña estaban en programas de este tipo en marzo. Es probable que esta cifra haya disminuido un poco, ya que se han eliminado las restricciones. Pero el peligro es que algunas empresas no consigan reabrir y los despidos temporales se conviertan en permanentes.
Dado que el covid-19 ha golpeado con más fuerza a las industrias "orientadas al cliente", como el comercio minorista y la hostelería, los jóvenes y los peor pagados se han llevado la peor parte de la crisis, y es más probable que se encuentren entre los desempleados de larga duración y los parcialmente empleados. Para que estos grupos se beneficien de la recuperación económica, aconseja la OCDE, los gobiernos tendrán que focalizarse en programas de formación. El fin de la pandemia no debe significar el fin de todo apoyo estatal a los trabajadores cuyas vidas y medios de vida se han visto alterados.
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