
A comienzos de este año, el tribunal de Hong Kong ordenó la liquidación del gigante inmobiliario chino, Evergrande, que contaba con una deuda de casi 330.000 millones de dólares (más de 300.000 millones de euros). Tras esta decisión, los acreedores interpusieron procedimientos legales contra su fundador, Hui Ka Yan, y otros altos ejecutivos, por valor de 6.000 millones de dólares (5.500 millones de euros).
Esta demanda no solo busca recuperar el dinero invertido, también pretende arrojar luz sobre los activos del fundador y, a la vez, lograr que también se investigue por el resto de los países.
Esta decisión está basada en unos estados financieros supuestamente “tergiversados” por parte del fundador y de su equipo, según la parte denunciante, entre los años 2017 y 2022.
No solo se estudia los activos de Hui, también unas inversiones internacionales por valor de 20.000 millones de dólares (más de 18.000 millones de euros) días antes de confirmar su quiebra. Esta falta de transparencia ha hecho que, a día de hoy, ya se le hayan requisado al fundador tres mansiones de lujo en Hong Kong.
La Comisión Reguladora de Valores de China asegura que durante los años de pandemia (2019 y 2020) la empresa inmobiliaria infló sus beneficios en 78.000 millones de dólares (más de 71.000 millones de euros). Esto le interpuso una multa en marzo de este año de 6 millones de dólares (casi 5,5 millones de euros) al fundador y casi 580 millones de dólares (más de 530 millones de euros) a la compañía.
Además, según el Financial Times, los liquidadores de Evergrande presentarán una demanda por negligencia de alto perfil contra PwC, el auditor de la compañía desde 2009.
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