La transformación del comercio en la calle Fuencarral de Madrid suma un nuevo episodio con la llegada de Druni al local que hasta ahora ocupaba Sfera en el número 56, cadena propiedad del gigante de los grandes almacenes El Corte Inglés. La cadena de distribución de productos cosméticos, en plena expansión nacional, ocupará un espacio de aproximadamente 1.000 m2 distribuidos en tres plantas, tal y como han explicado fuentes cercanas a la operación a idealista/news. Este relevo marca un cambio de tendencia en la oferta comercial de la zona, con el crecimiento de operadores especializados frente a grandes cadenas de moda.
Sfera ha optado por cerrar este establecimiento como parte de una estrategia de reorganización de su red de tiendas en Madrid. La compañía seguirá operando en otros puntos de la capital, como el número 118 de la misma calle Fuencarral y en la calle Preciados. En el ámbito internacional, la marca ha continuado su expansión, superando los 500 puntos de venta en 17 países. Este ajuste en su presencia en Madrid responde a una adaptación a los cambios en los hábitos de consumo y a una optimización de recursos en un mercado cada vez más competitivo.
Por su parte, Druni refuerza con esta apertura su presencia en la capital, donde ya cuenta con varias tiendas. Fundada en 1987 en la Comunidad Valenciana, la compañía ha experimentado un fuerte crecimiento en los últimos años gracias a su combinación de marcas de perfumería y cosmética de alta gama con una oferta de productos propios.
Su modelo de negocio ha sabido adaptarse a la creciente demanda de productos de belleza y cuidado personal, sector que ha mantenido un buen ritmo de crecimiento pese a la volatilidad del mercado. Con más de 400 tiendas en España y una apuesta por la digitalización, Druni se ha consolidado como uno de los principales operadores del sector.
La evolución del comercio en la calle Fuencarral
La calle Fuencarral se ha convertido en una de las principales arterias comerciales de Madrid, con una ocupación cercana al 100% de sus locales comerciales y una fuerte presencia de operadores de moda, belleza y lifestyle. La vía, que conecta la Gran Vía con el barrio de Malasaña, ha vivido una transformación en las últimas décadas, pasando de ser un enclave tradicional de tiendas locales a un polo de atracción para grandes marcas internacionales y nuevos conceptos de retail.
Actualmente, el 66% de los locales en la zona están ocupados por firmas de moda y complementos, mientras que la cosmética y la perfumería han ganado terreno en los últimos años con la entrada de operadores como Sephora, Primor y ahora Druni. La escasa disponibilidad de locales y el alto tráfico peatonal convierten a Fuencarral en un destino estratégico para las marcas que buscan reforzar su posicionamiento en el mercado madrileño.
Calle Fuencarral ha vivido una evolución dinámica en sus precios de alquiler retail, marcada por cambios económicos, sociales y tecnológicos. En 2024, los datos preliminares muestran una tendencia de moderada recuperación, aunque con matices. Tras la caída del 20-25% registrada durante la pandemia (2020-2022), los valores se han estabilizado en torno a 160-190 euros/m2 en los tramos más demandados, según informes de consultoras inmobiliarias como Cushman & Wakefield.
Este repunte, sin embargo, no alcanza los máximos históricos de 2019 (200-220 euros/m2), reflejando un mercado más cauteloso. Factores como la inflación persistente, que encarece los costes operativos para los comerciantes, y el crecimiento del e-commerce (que ya representa el 28% de las ventas minoristas en España) han obligado a propietarios a flexibilizar condiciones, con contratos más cortos y cláusulas de revisión vinculadas al rendimiento del negocio.
La transformación del perfil comercial de la calle también influye: marcas internacionales de fast fashion conviven ahora con espacios pop-up, tiendas streetwear de edición limitada y locales híbridos (como cafeterías con venta de ropa vintage), que atraen a un público joven y turístico. Este giro ha incrementado la competencia por los locales estratégicos, especialmente entre Malasaña y Tribunal, donde los precios se mantienen más altos.
No obstante, la saturación en ciertos segmentos y el auge de zonas alternativas como Calle de Serrano o el distrito de Salamanca han generado una presión descendente en tramos menos céntricos de Fuencarral. A esto se suma el impacto de políticas urbanas, como las restricciones a terrazas o la peatonalización parcial, que buscan equilibrar comercio y calidad de vida, pero que podrían afectar la atracción de inversiones.
Mirando al futuro, expertos anticipan que la calle mantendrá su relevancia como polo comercial, aunque su éxito dependerá de la adaptación a nuevas demandas. La integración de tecnología in situ (como probadores virtuales o apps de reservas) y la apuesta por la sostenibilidad, con incentivos para locales ecoeficientes, emergen como estrategias clave.
Además, el repunte del turismo en Madrid, que en 2024 supera ya los niveles prepandémicos con 8,2 millones de visitantes en el primer trimestre, podría reactivar la demanda en sectores como el retail gourmet o las tiendas de souvenirs premium. Sin embargo, la incertidumbre macroeconómica y el cambio en los hábitos de consumo, donde lo experiencial prima sobre lo transaccional, plantean un escenario complejo. En este contexto, Calle Fuencarral se reinventa: ya no es solo un escaparate de moda, sino un laboratorio de tendencias donde la capacidad de innovación definirá quiénes sobreviven en un mercado cada vez más exigente.
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