
Comprar casas, hoteles e incluso calles enteras. Sí, hay mucha gente que lo ha logrado en muchas ocasiones hasta convertirse en dueño y señor de las principales y más caras y lujosas zonas de muchas ciudades del planeta.
Si tienes cierta edad, seguro que alguna vez lo has hecho (o lo has intentado) en uno de los juegos más populares de la historia. Efectivamente, estamos hablando del Monopoly, un juego de mesa que cuya primera versión data de 1903, de manos de la escritora y diseñadora de juegos Elizabeth Magie.
Un juego contra los monopolios
Patentado un año más, en 1904, el primer nombre que recibió este original juego fue The Landlord’s Game (El juego del propietario de tierras). La mecánica y funcionamiento de aquella primera edición lo podemos intuir fácilmente, todo con el objetivo principal de mostrar los efectos negativos de los monopolios en la economía, criticar las crecientes desigualdades sociales que azotaban EEUU a principios del siglo XX y dar a conocer y promover entre los jugadores el concepto de propiedad compartida. Su filosofía se basaba en las ideas de Henry George, un economista estadounidense que sostenía que tanto la tierra como los recursos naturales debían ser propiedad común.
The Landlord’s Game fue el precursor del Monopoly que conocemos hoy en día. Entre ambos juegos existen diversas similitudes: la compra y venta de inmuebles, pago de alquileres y construcción de casas y hoteles. Su tablero se dividía en casillas con nombres de propiedades y diferentes tipos de tarjetas que representaban eventos financieros. Los jugadores competían por adquirir propiedades y cobrar alquileres a los demás, pero también había elementos de cooperación, como la opción de formar cooperativas para evitar la especulación.
Aunque el juego original de Magie no tuvo un gran éxito comercial, su concepto fue adoptado y modificado en varias ocasiones. Uno de los rediseños posteriores, conocido ya como Monopoly, se popularizó y se convirtió en el juego que conocemos hoy en día. Este conserva algunos elementos de The Landlord's Game, como la compra y venta de propiedades, la construcción de casas y hoteles, y el objetivo de obtener el mayor beneficio económico. Sin embargo, la crítica social y el mensaje original de Magie fueron diluidos en las versiones posteriores del juego, enfocándose más en el aspecto competitivo y financiero.

La versión moderna en plena Gran Depresión
La versión del Monopoly que conocemos ahora se remonta a la década de 1930, cuando Estados Unidos aún vivía las consecuencias de la Gran Depresión y el crack del 29, y el mundo se dirigía camino a una de las mayores catástrofes que ha sufrido: la II Guerra Mundial. En este contexto, Charles Darrow se atribuyó la creación del Monopoly tal como lo conocemos actualmente. Darrow se basó en el concepto de The Landlord's Game para desarrollar su propia versión, que incluía un tablero con casillas de propiedades, tarjetas de suerte y una economía basada en la compra, venta y alquiler de propiedades. La comercialización fue un verdadero éxito.
Parker Brothers, una empresa de juegos de mesa, adquirió los derechos del Monopoly en 1935 y comenzó a fabricarlo y distribuirlo a gran escala. Desde entonces, el Monopoly se ha convertido en uno de los juegos más vendidos en la historia, con numerosas ediciones y variantes temáticas que reflejan diferentes ciudades, países y temas populares.
A lo largo de los años, el Monopoly ha evolucionado y se ha adaptado a los cambios culturales y tecnológicos. Se han incorporado nuevas reglas, personajes icónicos y elementos visuales para mantener su atractivo y relevancia. El juego ha trascendido las mesas de juego convirtiéndose en una marca reconocida en todo el mundo, presente en videojuegos, aplicaciones y licencias comerciales.
Un arma en la II Guerra Mundial...
En poco tiempo, esta nueva y definitiva versión del Monopoly se hizo muy popular, tanto en Estados Unidos como en otros países. Tanto es así que se convirtió en una sorprendente arma durante la II Guerra Mundial. Todo comenzó en 1941, cuando la Cruz Roja británica comenzó a incluir juegos de Monopoly en los paquetes de ayuda enviados a los soldados aliados en los campos de prisioneros de guerra en Alemania. Estos juegos, junto con otros suministros, se distribuyeron entre los prisioneros, brindándoles una forma de entretenimiento y escapismo durante su cautiverio.
Como las autoridades de estos campos permitían su entrada sin problemas, la inteligencia británica comenzó a enviar tableros modificados que contenían mapas ocultos, brújulas y documentos de escape en su interior. Los componentes del juego, como las casillas y las tarjetas, fueron cuidadosamente manipulados para esconder estos elementos de utilidad militar. De esta forma, se utilizaron para ayudar a los prisioneros de guerra a planificar y ejecutar fugas. Los mapas secretos proporcionaban información sobre las áreas circundantes y las rutas de escape. Esta innovadora forma de ocultar herramientas de escape dentro del juego demostró ser eficaz y contribuyó a varias fugas exitosas.
... y un inesperado éxito en la Unión Soviética
Tiempo después de este episodio, en la década de 1970, el juego de Monopoly se volvió muy popular en la Unión Soviética, a pesar de ser un juego basado en el capitalismo y la propiedad privada, conceptos que iban en contra de la ideología comunista que tanto defendía. El juego comenzó a importarse ilegalmente y se convirtió en un fenómeno cultural entre los ciudadanos soviéticos.

Debido a la escasez de juegos oficiales de Monopoly, los entusiastas soviéticos comenzaron a fabricar sus propias versiones caseras del juego. Utilizaban materiales improvisados y adaptaban las calles y propiedades a lugares y marcas populares dentro de la Unión Soviética. Estas versiones personalizadas del Monopoly se convirtieron en objetos de colección y eran muy valoradas por los jugadores.
Esta curiosidad muestra cómo el Monopoly trascendió las barreras ideológicas y culturales, encontrando su camino hacia lugares inesperados y capturando la imaginación de las personas en todo el mundo, incluso en contextos donde sus principios no se alineaban con la realidad política.
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