
Artículo escrito por Arturo Andrés Jiménez, presidente de la Plataforma Passivhaus
El Parlamento Europeo aprobó en abril la revisión de la Directiva Europea sobre Eficiencia Energética en Edificios (EPBD) con el objetivo de reforzar el compromiso con la neutralidad climática para 2050, fin último del Pacto Verde Europeo. Pendientes aún de su ratificación por parte del Consejo Europeo, las nuevas medidas están a la espera de integrarse en el paquete «Objetivo 55», llamado así en alusión a la reducción de las emisiones de la UE en al menos un 55% de aquí a 2030, y cuya misión es la de traducir en legislación las aspiraciones del Pacto Verde.
El acuerdo establece un nuevo objetivo de eficiencia energética del 11,7 % para 2030, superando la propuesta original, al tiempo que la obligación de ahorro de energía anual casi se duplica. Los países de la UE deberán lograr cada año un nuevo ahorro equivalente al 1,49% del consumo final de energía por término medio, una medida importante para impulsar el ahorro de energía en sectores de uso final como son los edificios.
En España, los edificios son responsables aproximadamente del 30% del consumo de energía final y de un tercio de las emisiones de CO2. El 90% del parque edificado fue construido antes del Código Técnico de Edificación y el 60% antes de que existiera ninguna normativa sobre eficiencia energética, de manera que no cuentan con ningún tipo de aislamiento o condiciones adecuadas para garantizar la calidad del ambiente interior.
En este contexto, poner en valor los edificios de consumo energético casi nulo se convierte en una prioridad urgente. El estándar Passivhaus, que nació a finales de los años 80, sigue estando hoy a la vanguardia en construcción eficiente. En su concepción, busca que los edificios tengan de manera pasiva -es decir, por sí mismos- las mínimas necesidades energéticas para su climatización, al tiempo que aporten un alto confort interior en cuanto a temperatura, humedad relativa y calidad del aire que se respira.
En concreto el estándar Passivhaus, el más exigente a nivel mundial, es aplicable tanto para obra nueva como en rehabilitación y puede reducir hasta un 90% la demanda energética de los edificios, evitando de esta manera la emisión de grandes cantidades de CO2.
Dentro de los nuevos compromisos que se quieren introducir en la directiva, cabe destacar un aumento de la responsabilidad exigible al sector público: las administraciones de cada país deben llevar a cabo una reducción del consumo anual de energía del 1,9%, con la obligación añadida de renovar cada año al menos el 3% de la superficie total de sus edificios en propiedad.
En este sentido, en España, aunque queda aún camino por recorrer, existen notables ejemplos de casos de éxito que demuestran las incuestionables ventajas de construir edificios públicos bajo el estándar Passivhaus. Es el caso, entre otros, del Palacio de Congresos Europa, de los nuevos vestuarios de Aranbizkarra o del proyecto de rehabilitación del Teatro Principal, en Vitoria; de la Escuela Infantil Municipal Río Vena y de la reforma del edificio de la policía/bomberos o de la futura ampliación de un palacio renacentista, en Burgos; del Cuartel de la Policía en Pinseque (Zaragoza) o de los edificios de 6 y de 10 viviendas (antiguas casas de peones camineros) rehabilitados en Teruel.
En las nuevas medidas que quieren incluirse en la Directiva Europea sobre Eficiencia Energética en Edificios, por primera vez, se otorga fuerza jurídica al principio de “primero, la eficiencia energética”, que es precisamente el lema de la International Passive House Association (IPHA). Es decir, se busca que los países de la UE prioricen las medidas de eficiencia energética en todas las decisiones políticas.
Además, se incluye la primera definición de pobreza energética de la UE, de tal manera que los estados miembros deberán poner en marcha medidas para mejorar la eficiencia energética de cara a proteger a las personas más vulnerables, a los hogares con menos recursos. En España, el 25% de los hogares se encuentra en esa situación, es decir, tiene graves problemas para hacer frente a los gastos por el consumo básico de gas y luz, situación que se ha visto agravada por la actual crisis energética y la escalada de los precios.
Asimismo, el acuerdo refuerza las disposiciones sobre financiación de la eficiencia energética para facilitar la movilización de inversiones. La intención es promover sistemas de financiación innovadores y productos de préstamo verdes.
Este contexto normativo, a falta de su ratificación definitiva por parte del Consejo Europeo, da lugar a un momento inmejorable para apostar por edificios altamente eficientes que cumplan con el estándar Passivhaus. A ello se suman, además, los fondos Next Generation, que suponen una ayuda directa a la rehabilitación energética de edificios de más de 6.800 millones de euros.
Confiamos en que todo este esfuerzo no se quede en papel mojado y que Europa tome conciencia real de los objetivos del Pacto Verde Europeo. Objetivos que, en lo que a eficiencia energética en edificios se refiere, tienen en la certificación Passivhaus su mayor aliado.
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