Esta vivienda unifamiliar es un proyecto de César Béjar Studio y se enclava en el barrio de Tres Ríos, uno de los más conocidos y pudientes de la ciudad de Culiacán
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La vivienda rosa en Tres Ríos destaca por la sencillez de su fachada con respecto a la de sus vecinos.
Casa Rosa en Tres Ríos César Béjar

La población mexicana de Culiacán está apodada como “la Ciudad de los tres ríos” ya que en ella confluyen los ríos Tamazula y Humaya formando el río Culiacán. Precisamente, el barrio de Tres Ríos es uno de los más conocidos y pudientes de la ciudad, por sus edificios, plazas, hoteles, restaurantes o escuelas. Las principales calles están repletas de viviendas unifamiliares ostentosas, en las cuales se pueden ver ejemplos de arquitectura moderna, elementos clásicos, columnas, torreones, etc.

Y entre las paredes y las calles lujosas de Tres Ríos se alza una pequeña casa entre medianeras que busca todo lo contrario a estos excesos. Busca ser una vivienda discreta en la decoración y en las formas, minimalista, pero atrevida en los colores, pues emplea el rosa para sus elementos salientes. La idea era concebir la casa más sencilla del barrio, y pensamos que ha conseguido su meta.

Una casita rosa, pero no de muñecas

La vivienda unifamiliar está realizada por el estudio de arquitectura César Béjar Studio y se enclava en el barrio de Tres Ríos, de la ciudad de Culiacán (México). El aspecto más pintoresco se encuentra en su revestimiento en un tono rojo rosáceo, aspecto que lo diferencia completamente de los edificios colindantes, pues principalmente se emplean revestimientos blancos o madera.

El color rosa marca la esencia de la fachada, además de su minimalismo en las formas y en la decoración de la misma.
Fachada César Béjar

Además, no solo los tonos rosas la hacen distinguirse del resto, sino también por su escasa decoración pues “su calidad reside en ser monocroma”. Por tanto, la vivienda está concebida para ser la más sencilla del barrio ya que “está libre de los ornamentos que los distintos materiales tienden a evocar”, en palabras del arquitecto César Béjar.

Una fachada minimalista y de líneas puras

La casa cuenta con una superficie de 330 m2 sobre una parcela larga y estrecha entre medianeras. Esta estrechez se refleja en la fachada, la cual destaca, además de por su color, por su verticalidad y nitidez en las formas. Se trata de una arquitectura minimalista que, gracias a su revoco brillante, rompe “con la plasticidad del entorno mediante el contraste de color, forma y textura”.

La altura generada por la abertura de varias plantas en el interior, amortigua la estrechez de la vivienda.
Estrechez César Béjar

La fachada cuenta con dos alturas, las cuales difieren respecto a las plantas del interior, formadas mediante dos pesados volúmenes cúbicos de diferente anchura. La parte inferior está formada por uno de los volúmenes donde se sitúa una puerta y una cancela plegable que dan acceso a un patio con espacio para aparcar.

La vivienda cuenta con patios y huecos interiores para la entrada de la luz natural; además, este patio sirve de comunicación entre los espacios comunes.
Patios interiores César Béjar

La parte superior, cuyo volumen, de mayor tamaño, confiere la personalidad de la fachada, incluye una única abertura en uno de los lados, que permite entrever una puerta de cristal que comunica con un pequeño balcón. Esta abertura exclusiva, orientada al sur, también permite un acceso a otro balcón más grande y al cielo, pero que queda sombreada por el voladizo.

La atmósfera de la casa viene de los colores

Debido a la estrechez de la parcela y al estar ubicada entre medianeras, la casa cuenta con diversos patios y huecos que posibilitan la entrada de luz natural a los espacios centrales de la vivienda. Esta luminosidad también viene dada por el propio diseño y estructura de los interiores, cuyas dobles alturas se entrelazan y conectan toda la casa. Asimismo, esta abertura también amortigua la sensación de estrechez del espacio, debido a que “la mirada se pierde y la casa se prolonga, encontrando frescura como resultado de esta cualidad espacial”, según Béjar.

Los dormitorios se sitúan en una especie de entreplanta a cada extremo de la vivienda, sobre ellos, se abre una ventana revestida de amarillo penetrando un tono soleado.
Dormitorios soleados César Béjar

En la planta baja, en un espacio de doble altura, se sitúa el salón-comedor, enclavado entre el patio y un jardín de macetas. Al otro lado del jardín, que funciona como elemento comunicador de los principales espacios comunes, se ubica la cocina, la cual también conecta con un patio trasero. Las paredes de estos espacios exteriores también están revestidas del enlucido rosa característico de la fachada, la cual refleja en los interiores blancos, otorgándoles un toque de color.

En el centro de la vivienda se encuentra un atrio con una ventana en su parte superior. Esta, a diferencia del resto, está revestida de amarillo, lo que provoca que los espacios inferiores se tiñan de un tono soleado que contrasta con el rosa. El efecto lumínico que se crea es un homenaje a Luis Barragán, el cual utilizaba con frecuencia esta tendencia en sus espacios residenciales.

En las aberturas y las escaleras es donde mejor se aprecia la disolución del amarillo y del rosa, creando una atmósfera única.
Tonalidades César Béjar

En un nivel más arriba se encuentran dos dormitorios situados en sendos extremos de la casa, así como una zona de estar, a modo de voladizo, que da a los espacios vacíos del piso inferior. En la planta superior a este nivel se ubica un cuarto de baño y otro dormitorio, el cual cuenta con acceso al balcón cerrado de la fachada principal. En el lado opuesto, un estudio se abre a una terraza más amplia.

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