Las masías de Menorca son una de las tipologías de vivienda tradicional de la isla balear. Se emplazan, principalmente, en las zonas más rurales y, en general, se caracterizan por sus muros de piedra y patios y unos terrenos abancalados de cultivo a su alrededor, ofreciendo un estilo de vida tranquilo y conectado con la naturaleza.
Para la rehabilitación de estas masías se deben tener en cuenta las restricciones arquitectónicas para preservar la estética tradicional, y así lo han realizado en la masía llamada Estancia San José, situada en Alaior, en pleno corazón de Menorca, reconvertida en un refugio vacacional.
Arquitectura del corazón de la isla
La rehabilitación de la Estancia San José se ha llevado a cabo por el estudio parisino Atelier du Pont en colaboración con los arquitectos locales de Aru Arquitectura. En ella, se ha restaurado esta antigua masía del siglo XIX que combina tradición y modernidad, transformando dos edificios agrícolas en ruinas en una casa de verano única, donde los materiales autóctonos y las técnicas artesanales se entrelazan con un diseño contemporáneo.
La propiedad, que abarca 76 hectáreas de paisajes vírgenes, fue concebida como un espacio para que sus propietarias, madre e hija, compartieran momentos lejos del bullicio urbano. Ambas han vivido en diversos rincones del mundo, como África, Oriente Medio y la Patagonia, y querían que su hogar menorquín reflejara estas influencias globales. Según el estudio Atelier du Pont, “los propietarios nos dieron carta blanca para imaginar el concepto interior y los distintos ambientes en consonancia con el espíritu del lugar”.
El diseño respeta profundamente la historia del sitio. Así, por ejemplo, el antiguo granero de piedra seca se ha convertido en un espacio habitable luminoso con dormitorios detrás, mientras que la casa alberga una cocina de azulejos amarillo ácido. El uso de este color no es casual, ya que se inspira en un techo amarillo descolorido encontrado durante la restauración. Las puertas pivotantes y las aberturas arqueadas añaden un toque orgánico que suaviza las líneas angulares y conecta los espacios interiores con el entorno natural.
Texturas, colores y artesanía
La Estancia San José destaca por su paleta de materiales naturales y detalles artesanales desde los muros de piedra tosca hasta los suelos de terracota que se extienden a los patios exteriores. Cada rincón es un homenaje al "savoir-faire" menorquín, en el cual se han incorporado elementos típicos como los diferentes tipos de revoco, texturas y acabados de las paredes. También cabeceros tejidos a mano, muebles de terracota y cuerda diseñados a medida, y carpintería en madera de iroko aportan calidez y autenticidad al espacio.
El diseño también pretende rendir homenaje a las influencias globales de las propietarias. Los elementos decorativos recogidos durante sus viajes están cuidadosamente integrados en la casa, creando una atmósfera cosmopolita sin que por ello se pierda la esencia mediterránea. Además, los detalles contemporáneos como los grifos e interruptores de metal cepillado conviven armoniosamente con las texturas rústicas.
El exterior no se queda atrás, ya que una gran piscina al aire libre y un hammam complementan la experiencia vacacional. La topografía y vegetación local han sido respetadas al máximo, asegurando que la casa se sienta como una extensión natural del paisaje menorquín. La vivienda “era una ruina total y la devolvimos a la vida”, explican en el estudio. Pero este renacimiento no solo ha preservado el carácter original de los edificios, sino que también ha reimaginado su funcionalidad para adaptarse a las necesidades modernas.