La ciudad de Tulsa (EEUU) ofrece desde 2018 un programa para atraer a nuevos residentes y diversificar su fuerza laboral, centrada en la industria petrolífera y del gas. Desde entonces ha atraído a más de 3.400 teletrabajadores que reciben 10.000 dólares (8.772 euros) cada uno por mudarse a vivir a la segunda ciudad más grande de Oklahoma. Un reciente estudio ha revelado que 70% de los participantes aún sigue residiendo allí y que han generado más beneficios económicos a la ciudad, en una proporción de 4 dólares por cada dólar invertido.
Tulsa Remote es uno de los primeros programas creados antes de la pandemia para atraer a teletrabajadores de sectores como la tecnología, infraestructuras o aeroespacial a esta ciudad dominada por la industria petrolífera. Durante la pandemia de 2020, estos programas para teletrabajadores se popularizaron y actualmente en EEUU existen ya más de 100 poblaciones que ofrecen dinero por mudarse al menos durante un año a su ciudad, para atraer a nuevos trabajadores y sus familias.
Sin embargo, en estos años han acompañado las dudas sobre el impacto real en la economía local de estos programas y si han beneficiado de verdad a la ciudad que ha hecho el esfuerzo. Un estudio del Instituto W.E. Upjohn para la Investigación del Empleo, una asociación sin ánimo de lucro, afirma que sí. Este programa ha sido capaz de cuadruplicar su inversión, generando cuatro dólares en beneficios para la economía local por cada dólar invertido en atraer esta fuerza laboral, mayor que la proporción media de 2 a 1 que suelen generar estos programas de incentivos.
Siete años en vigor y el 70% de los trabajadores sigue viviendo en Tusla
El éxito del programa se atribuye a su infraestructura social, que incluye espacios de ‘networking’ y ‘coworking’, que ayuda a los trabajadores en remoto a adaptarse a la ciudad y a quedarse a vivir por un largo periodo. El programa, que lleva casi siete años en vigor, confirma que el 96% de los participantes se quedaron durante un año y el 70% aún permanece en Tusla, y muchos de ellos también traen consigo a sus parejas o hijos.
“Estos hallazgos son instructivos para las ciudades que buscan maneras de atraer empleos, ya que estos trabajadores tienen menos movilidad que el promedio de una empresa”, afirma su autor, el economista Timothy Bartik.
En términos de rentabilidad, Tulsa Remote genera lo que los economistas llaman efectos multiplicadores, ya que estos trabajadores remotos gastan dinero en restaurantes, tiendas y negocios locales. Este gasto directo genera empleos adicionales para los actuales residentes de Tulsa e impulsa la demanda en toda la economía local. ado que el programa se dirige a trabajadores altamente cualificados y con altos ingresos, el aumento de la recaudación fiscal puede ayudar a financiar servicios públicos adicionales.
“Se dirigen a personas con las habilidades que la economía local necesita. Suelen dirigirse a personas con ingresos relativamente altos”, dijo Bartik. “Esto proporciona un impulso mucho mayor a la base impositiva que los programas tradicionales de incentivos empresariales”.
Un sector inmobiliario flexible, clave del éxito
Bartik también destaca que entre el 58 % y el 70 % de los participantes del programa no se habrían mudado a la ciudad de no ser por el programa, como por ejemplo a la hora de atraer a empleados de alta cualificación. Los trabajadores cualificados atraen a trabajadores cualificados.
Sin embargo, la experiencia de Tulsa Remote no es universal. La ciudad cuenta con un mercado inmobiliario relativamente flexible, lo que significa que puede soportar la afluencia de nuevos residentes, aunque la oferta de vivienda asequible sigue siendo un problema.
Las ciudades con mercados inmobiliarios restrictivos no pueden permitirse aumentar la competencia por la vivienda sin marginar aún más a los residentes actuales. El programa de Tulsa también cuenta con la ventaja de estar financiado por una organización filantrópica con sede en la ciudad, la Fundación de la Familia George Kaiser, lo que significa que no tiene que gastar fondos del Estado. La fundación planea continuar el programa en los próximos años. En años anteriores, ha admitido entre 650 y 700 participantes al año.
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