En el número dos de la Calle Fuenterrabía, muy cerca de la estación madrileña de Atocha, se encuentra un edificio declarado Bien de Interés Cultural, que esconde tradición, historia y cultura. En él se encuentra la Real Fábrica de Tapices, una institución que lleva más de 300 años en pie, ya que, en 1721, el rey Felipe V decidió poner en marcha, de la mano de unos maestros liceros que venían de Amberes (Bélgica) en busca de un lugar seguro, un organismo que fabricara tapices a la corona española.
Como su nombre bien indica, esta fábrica contribuye a la producción, mantenimiento y restauración de tapices y alfombras de todo tipo, desde encargos particulares hasta las alfombras del Congreso de los Diputados, el Senado y el Banco de España. Toda esta producción se lleva a cabo de manera manual, manteniendo así la costumbre y tradición manufacturera del sector.
El director general de la Real Fábrica de Tapices, Alejandro Klecker, ha abierto las puertas de esta icónica organización a idealista/news, y durante una entrevista, ha repasado la historia de la fábrica, cómo se han adaptado a las nuevas tecnologías y qué esperan de cara al futuro.
Historia
Empecemos por el principio, ¿cuándo nace la Real Fábrica de Tapices?
La Real Fábrica de Tapices la funda Felipe V en 1720, aunque se puso en marcha realmente en 1721 de la mano de unos maestros liceros, que es como se llama a los que fabrican los tapices. Venían de Amberes, territorios que habíamos perdido por la Paz de Utrecht y, por lo tanto, todos estos artesanos católicos buscaron refugio. En este caso, los Vandergoten, que se instalaron en Madrid, en una casa muy divertida que se llama ‘la casa del abreviador’. Este nombre se debe a un personaje que crea Carlos II para abreviar las encíclicas papales.
Este es el principio de la fábrica, que comienza fabricando tapices, que es la gran industria manufacturera de Flandes español desde 1320-1340, cuando ya hay trabajadores. Toda esa inmensa producción de tapices flamencos servía a la corona de España, hasta día de hoy, sin cerrar ni una sola semana.
¿Cuáles son los acontecimientos más importantes?
Por aquí han pasado todos los grandes pintores de la corona: Goya, Bayeu, Salvador Maella, Procaccini, Corrado Giaquinto. Hemos tenidos directores ilustres, como por ejemplo Sabatini, que dirigió la fábrica en la etapa de Bayeu, Goya y Maella. Hemos pasado etapas gloriosas, con Carlos III Y Alfonso XIII. Aunque también hemos tenido épocas más tristes donde la producción era muy repetitiva, hoy en día estamos en proceso bastante curioso, hemos fabricado el mayor tapiz que se ha hecho en Europa en los últimos años: un tapiz de 24 m2.
Yo creo que los hechos más significativos van a venir marcados: primero, porque los pintores de nivel trabajen para nosotros; segundo, que las instituciones nos encarguen alfombras y tapices; y tercero, que los clientes particulares nos sigan encargando proyectos.
Hemos fabricado el mayor tapiz que se ha hecho en Europa en los últimos años: un tapiz de 24 m2.
¿Cuáles son los clientes o instituciones más prestigiosos que han demandado vuestros servicios?
Desde que yo estoy en la dirección general, los mayores clientes han sido: Catedral de Segovia, Catedral de Córdoba, Catedral de Sigüenza (…) Hemos hecho grandes trabajos para la Fundación Cristina Masaveu, la Fundación Sejas Fagalde, la Fundación Ramzi Dayal en el Líbano y las alfombras del Congreso de Puerto Rico.
En cuanto a restauración, el hecho más importante de la fábrica de los últimos años es que somos la unidad de restauración de ‘Mobilier National’, el patrimonio nacional francés. También hemos restaurado tapices para Reino Unido, Alemania, República Dominicana. La verdad es que el proceso de internacionalización ha sido muy importante en estos años.
¿Cómo es este proceso de internacionalización?
Yo creo que el futuro de la fábrica, de hecho, así llevamos ya dos o tres años, pasa por la internacionalización: los grandes clientes que hoy en día que puedan encargar alfombras o tapices, bien a título particular o bien como prescriptores, son grandes decoradores de interior de Omán, de Abu Dhabi, de Qatar, de Nueva York, de Houston, de Dallas y de algunos países europeos.
Porque es el decorador de interior el que va a tener la última palabra en la decoración, ya que este producto no es un producto asequible precisamente.
Yo creo que el futuro de la fábrica, de hecho, así llevamos ya dos o tres años, pasa por la internacionalización: los grandes clientes que hoy en día que puedan encargar alfombras o tapices, bien a título particular o bien como prescriptores, son grandes decoradores de interior de Omán, de Abu Dhabi, de Qatar, etc.
¿Esta internacionalización se puede deber a una falta de demanda en España?
El mercado español es un mercado muy limitado por varias cosas. Una, porque las instituciones españolas, o incluso la Iglesia, cuentan con unos presupuestos muy limitados. Y a veces, hay más preferencia por restaurar, por ejemplo, el patrimonio de piedra o el patrimonio cofrade.
En España la gente va a cosas muy baratas: moquetas o alfombras de 'tufting', unas alfombras que se hacen con pistola y se pegan sobre una capa de plástico, y aparenta mucho, pero es una mala alfombra.
Aquí no hay tanta cultura de decoración como existe en algunos otros países europeos. Así que las necesidades del mercado y la demanda, por supuesto, Oriente Medio, ha hecho que nos inclinemos por la internacionalización como factor fundamental de crecimiento para los próximos años.
¿Y cómo es la logística de estos encargos internacionales?
Seguramente, junto al tema del personal, es el problema más grande al que nos enfrentamos. Solamente el coste del transporte, en la mayoría de las veces, iguala casi el coste de producción de la pieza. Nos pasa algo similar con la restauración: por ejemplo, si restauramos un tapiz que cuesta unos 30.000 euros, y lo enviamos a Austria o Hungría, con el seguro y transporte nos podemos ir a otros 30.000 euros.
Afinar en la logística es fundamental, teniendo en cuenta que es transporte museístico y tiene una serie de características de seguridad.
Volviendo al día a día de la fábrica, ¿cómo ha afectado la entrada de la tecnología a un trabajo tan manual?
La entrada de tecnología en nuestro trabajo de producción es prácticamente nula, porque precisamente la finalidad de esta fundación y del patronato es mantener los oficios centenarios, incluso con los mismos telares con los que la fábrica inició sus andaduras en el siglo XVIII o XIX.
Aunque, en restauración hemos introducido tecnologías de análisis de imagen a través de espectrofotometría para el análisis de los colores y un microscopio digital para análisis de fibras. También tenemos drones para hacer fotos de alfombras y tapices grandes, ya que algunos son de 140 o 150 metros
También hemos mejorado la seguridad y la rapidez gracias a una metodología de cartografía digital para conocer los daños de un tapiz, sobre todo para aquellos de más de 500 años.
Hemos introducido la anoxia. Por ejemplo, si vemos que alguno de los textiles que vamos a recoger a casa de los clientes tienen un ataque biológico, ácaros, hongos, musgos o cosas por el estilo, lo que vamos a hacer es meterlo en una cámara de anoxia, extrayendo el oxígeno 24 horas e inyectando nitrógeno en gas durante 23 días.
Aparte, estamos haciendo algunas patentes, incluso una con la Universidad Complutense para la reconstitución mediante inteligencia artificial de imágenes cuando faltan los tapices.
La finalidad de esta fundación y del patronato es mantener los oficios centenarios, incluso con los mismos telares con los que la fábrica inició sus andaduras en el siglo XVIII o XIX.
Decís que cada tapiz es único, que no hay dos iguales en todo el mundo, ¿cómo es eso?
A nosotros la palabra lujo no nos gusta. Yo creo que el lujo es una cosa que está al alcance de cualquiera que tenga dinero, tenga buen o mal gusto. Entonces nosotros procuramos hacer productos exclusivos. Es decir, cada tapiz, cada alfombra y cada repostero es único para cada cliente. Si un cliente nos dice: oye, que a mí me ha gustado esta alfombra que habéis hecho, pues seguramente cambiaríamos algo de los dibujos o los colores, pero el tema de exclusividad para nosotros es fundamental. Que un cliente al que vamos a tardar en entregar un tapiz un año o varios meses, sienta que es un producto en el que él ha intervenido, porque a veces incluso eligen las lanas, elige los tintes y modifica los dibujos. Y es un producto muy pegado al cliente desde su diseño hasta su entrega.
Nosotros procuramos hacer productos exclusivos. Es decir, cada tapiz, cada alfombra y cada repostero es único para cada cliente.
El día a día en la Fábrica
Centrándonos un poco en el apartado económico, ¿cuánta gente trabaja aquí?
En plantilla ahora mismo tenemos 52 personas, todas con contrato indefinido, de las cuales, 14 son maestros liceros, 10 tapiceros, 12 en la fabricación de alfombras, seis en dirección y el resto de restauración textil.
¿Y jóvenes?
Buena cuestión. El 75% de la plantilla es menor de 38 años, pero es cierto que los jóvenes ven este trabajo muy ajeno a su vida profesional, lo cual es un error, porque este es un trabajo con bastante demanda, por lo que estamos implantando un programa de formación ocupacional.
¿En qué consiste este programa?
Los jóvenes que se quieran incorporar a la fábrica se les forma, y si tienen buen desempeño se le incorporan en plantilla. Por ejemplo, el 100% de los restauradores textiles son personas con menos de 35 años que empezaron su carrera de restauración así. Aunque, les obligamos a hacer el máster en restauración textil o el doctorado en algún momento de su vida profesional.
Económicamente hablando, ¿cuáles son vuestras cifras?
La facturación de 2024 fue 3,05 millones de euros y este año esperamos aumentar esta cifra un 15%. Nuestro crecimiento es constante y permanente, pero viene limitado por el número de telares y el número de rulos que tenemos.
Sobre esto, hay quien diría: Oye, ¿por qué no mecanizar la producción? Pues nuestro secreto es el proceso manufacturero manual, así que iremos creciendo a medida que tengamos más personas y más telares. Por eso, nunca seremos una empresa que tenga crecimientos del 50% o del 40%.
Y sobre la demanda, ¿qué preveéis en un corto-medio plazo?
Nuestra principal preocupación ahora mismo es precisamente personal. Nosotros podríamos estar creciendo a lo mejor un 20% anual si tuviéramos más perfiles cualificados. Yo creo que a medida que el mercado, sobre todo inmobiliario y el de decoración, se acerque a la sostenibilidad, el encargar productos textiles se va a poner muy de moda.
En eso, por ejemplo, curiosamente nos lleva bastante ventaja los americanos, colombianos, mexicanos y venezolanos, decoran mucho con textil y con tapiz. En España somos más del cuadro de toda la vida, el óleo y la acuarela. Y yo creo que esto está cambiando y el textil se está poniendo de moda, así que yo creo que en los próximos años tendremos un buen futuro si tenemos el apoyo del Patronato y de los clientes, lógicamente.
¿Apreciáis un cambio en la decoración?
La decoración siempre ha sido un tema de honda preocupación para nosotros. La imagen que tiene todo el mundo de la fábrica son tapices del siglo XVIII y unas alfombras súper recargadas. Sin embargo, es todo lo contrario, durante los últimos años hemos incorporado decoradores, pintores y diseñadores modernos. Así que ahora mismo lo que estamos haciendo es adaptar dibujos y también tamaños.
La gente piensa que un tapiz mide siete metros de largo por cuatro de alto y no. Aquí estamos haciendo tapices de 1,20 x 0,80, o alfombras de dos por dos o tres por tres, porque es lógicamente lo que demanda la gente.
¿Quiénes son las personas más reconocidas que han visitado vuestra fábrica?
Aparte de sus Majestades los Reyes, varias veces además, presidentes del Gobierno de varios países, el secretario de Estado de los Estados Unidos y más de 100 embajadores en España.
También han venido artistas, toreros, futbolistas y numerosos políticos, raro es el día que no tenemos una visita institucional o de alguien que por curiosidad quiere venir a vernos.
¿Y el proyecto más importante que os han encargado?
El más complejo e importante para mi fue asumir la fabricación de 32 tapices para el Palacio Imperial de Dresde en Alemania cuando estábamos en concurso de acreedores.
Para que nos hagamos idea, un tapiz normalmente tiene un 80% de lana, un poco de seda, oro y plata. Estos eran casi un 85% de seda, un poquito de lana y oro y plata, y había que entregarlos en un plazo corto de tiempo. Sin embargo, creo que son los mejores tapices que se han hecho en Europa en los últimos 200 años.
Otro gran reto fue un tapiz de 24 m2 en cuatro piezas que había que unir y el cartón era de rotulador 'rotring’, y aquí estamos acostumbrados a la acuarela o el óleo. Fue un reto técnico muy importante que superamos muy bien.
Y para concluir, lleva una década como director General, ¿qué legado le gustaría dejar?
Evidentemente la biología va marcando el paso. Mi legado aquí me gustaría que se recordara como una correa de transmisión de una institución que lleva más de 300 años ininterrumpidos.
Quiero dejarlo organizado y con una cartera de clientes importante y, sobre todo, habiendo realizado un trabajo de investigación sobre nuestros archivos, que todavía tienen muchos años de estudio por delante. Así que hay que mantener los oficios y seguir investigando sobre nuestra propia institución.
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