Comentarios: 0
Lucía Martín (Colaborador de idealista news) ,

Cuando se viaja por los campos manchegos captan nuestra atención los famosos molinos de Don Quijote y también las tinajas que antaño servían para almacenar el vino y que algunos hoy han reciclado y reconvertido en habitáculos para cenar de forma íntima, como han hecho en el hotel Zielo Las Beatas.

Pero en algunas localidades de Ciudad Real, por ejemplo, también podrá percibir, en medio del campo, unas pequeñas protuberancias (que parecen pequeñas viéndolas a lo lejos) que se diría surgen de la nada. Los más cercanos a la carretera se ven claramente pero otros, más alejados, parecen mimetizarse con el entorno y solo se aprecian cuando se está a pocos metros de ellos. Son los denominados bombos, unas modestas construcciones rurales tradicionales concebidas para alojar a pastores y trabajadores del campo, junto a sus animales de labor y los aperos de la labranza.

Viajamos a Tomelloso para conocer estas joyas arquitectónicas y su historia. Nos ilumina sobre la cuestión Jerónimo Pedrero, quien fuera profesor en el instituto local y que ha publicado varios artículos sobre estas construcciones llegando a realizar incluso, un censo de las mismas: “En Tomelloso hay unos 300 bombos según el censo que hice en el año 97/98”, aclara. De hecho, en la localización donde realizamos este reportaje hay, fácilmente, en torno a una docena de bombos, repartidos a uno y otro lado de la carretera. También los hay en los términos de Socuéllamos, Villarrobledo, El Provencio, Alcázar de San Juan, etc…

¿Cuál es el origen de esta construcción? “Los bombos son construcciones en piedra seca, quiero decir, no lleva ningún tipo de argamasa o cemento. La razón por la que se hicieron estas construcciones es la supervivencia: los agricultores, los que trabajaban la viña, que tenían extensiones alejadas del centro del municipio, en una época en la que no había coches, las utilizaban para guarecerse”, explica.

Para la construcción utilizaban la misma piedra que se encontraban en sus labores del campo: “La piedra que sacaban los arados a una cierta profundidad, denominadas lajas o lanchas, la acumulaban en los alrededores y en un momento determinado pues vieron la necesidad de protegerse y cobijar y utilizaron lo único que tenían para ello, esas mismas piedras”. Y como en la zona no había arbolado, idearon hacer el techado o la cubierta con la misma piedra, en forma de falsa bóveda.

Se trata de construcciones que, aunque rudimentarias, cuentan con una técnica depurada puesto que siguen en pie muchos años después y, aunque algunos han sufrido derrumbes, la mayoría se mantiene en perfecto estado. Los que vemos, en su mayoría, están cerrados si bien, originalmente, no contaban ni con puerta: “Inicialmente no había puerta, tampoco había nada que guardar. Hoy en día los agricultores tienen cosas en su interior  pero entonces no era más que un sencillo refugio en un primer momento y sus dueños dejaban de hecho el paso libre a sus vecinos cuando venían a hacer la labor, para hacer un fuego y calentarse si era necesario, porque muchas de esas labores eran en invierno, con temperaturas muy bajas. Solamente solían poner algo en la entrada, por la noche, para evitar el paso del viento”, comenta Pedrero.

La planta del bombo es circular. En su interior, dependiendo de su tamaño, se encuentran diferentes habitáculos: el primero, destinado al fuego del hogar y que servía también para dormir por las noches y un segundo espacio en el que se guarecían los animales. En la primera dependencia, como decimos, se hacía el fuego y estaban los poyos para descansar y unas estacas clavadas en las paredes para colgar los aperos de las faenas agrícolas. “Los bombos estaban excavados, tenían cierta profundidad, para así evitar la humedad en el interior: una de las primeras tareas a la hora de construirlo es hacer una especie de zanja, delimitando el perímetro, y excavar a una cierta profundidad”, detalla el historiador.

Los primeros bombos suelen ser de una habitación, a la que con el tiempo se añade una segunda, para los animales. “Y, finalmente, se pasa a tres habitaciones, una de entrada y dos al fondo. La primera, para el hogar, otra, de dormitorio y después, la cuadra”, aclara. Es decir, se pasó de una primera construcción que era mero refugio a otra más elaborada: “Que ya atendía a otras necesidades, dando mayor comodidad a los trabajadores”, dice Pedrero.

Cabe destacar que los bombos, que se construyeron a partir de la segunda mitad del siglo XIX, se denominan así en esta zona (y a sus constructores se les conoce como “bomberos”), no así en otras partes de España donde puede haber construcciones más o menos similares con otros nombres, como chuzos o chozos, por ejemplo: “Este tipo de habitáculo existe en otros lugares de la península, es verdad que Tomelloso aglutina muchos, ¿cómo se transmitió esta forma de construir? Trashumancia, agricultores que se trasladan de un sitio a otro: “Este conocimiento se transmitía entre las familias, viendo trabajar, como un aprendiz cualquiera, ayudando en las labores.. A día de hoy se ha perdido, ya no hay nadie en activo que lo haga”, lamenta el historiador.

Y es que ya no hay necesidad de pernoctar en los campos, con lo cual, muchos bombos están en desuso y otros se mantienen por respeto a un patrimonio que se nos escurre muchas veces entre los dedos…  En 1968, el Ayuntamiento de Tomelloso puso en marcha un proyecto para la construcción de un bombo con el objetivo de convertirlo en pieza de museo. Se encargó la obra a Pablo Moreno, considerado maestro del trabajo de la piedra en seco: en la construcción empleó más de dos millones de piedras. Dicho bombo fue inaugurado a finales de 1970, casi con toda seguridad, uno de los últimos que se construyó en el pueblo…

Seguimos paseando entre bombos y llama nuestra atención que muchos tienen una herradura encima del acceso, a modo de signo de buena suerte y para repeler la mala: “Dicen que los bombos tienen su magia, que si tocas sus piedras, notas que te cuentan lo que ha pasado dentro”, se despide Pedrero.

No sabemos si son mágicos o no, pero en todo caso, son una joya sabiamente diseñada porque ahí están, viendo pasar las hojas del calendario. Imperturbables.

Ver comentarios (0) / Comentar

Para poder comentar debes Acceder con tu cuenta