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La bolsa ha ido ganando adeptos a medida que las inversiones más tradicionales han perdido fuelle durante la crisis. Mientras los depósitos bancarios y la deuda pública han visto mermadas sus rentabilidades por el desplome de los tipos de interés, los inversores se han visto obligados a buscar alternativas como el ladrillo o la renta variable.

En el caso de la compra de inmuebles para alquilarlos después, las rentabilidades brutas dependen del tipo de activo y su ubicación, aunque en el caso de la vivienda ronda el 7,4% y en los locales, el activo más rentable del momento, hasta un 9,3%, según los últimos datos de idealista.

En lo que se refiere a la bolsa, 2018 no está siendo un buen año. A la espera de las últimas sesiones del ejercicio, en las que se suele producir el llamado ‘rally de Navidad’, el Ibex 35 acumula una caída cercana al 12% y deja atrás la barrera psicológica de los 10.000 puntos. Pero lo cierto es que este balance anual no es una excepción.

Desde que estalló la crisis, el balance anual del indicador de referencia de la bolsa doméstica ha sido negativo en seis de los últimos 10 ejercicios, mientras que en 2008 registró la mayor caída de su historia tras desplomarse un 40%. Esta ha sido su evolución en lo que llevamos de siglo:

Aun así, los expertos creen que es una buena alternativa siempre que el inversor huya del cortoplacismo y piense a futuro, sobre todo en un momento de cambio de ciclo como el actual en el que abundan las incertidumbres económicas, políticas y comerciales. Según los expertos, los inversores deben estar preparados para los sobresaltos para poder conseguir un buen rendimiento vía acciones cotizadas.

Según Beltrán de la Lastra, presidente y director de inversiones de la gestora Bestinver, “la inversión en bolsa es atractivísima, porque tiene mucho menos riesgo del que puede parecer, pero estamos en un momento en el que la volatilidad nos puede acompañar durante años. Es el precio que debemos pagar para poder obtener rentabilidad”.

¿Y qué podría provocar nuevas turbulencias? Los expertos creen que la vuelta a la normalidad monetaria, la ralentización económica, las tensiones comerciales entre EEUU y China, el alza de los partidos populistas y nacionalistas y otros acontecimientos como el Brexit marcarán el paso del mercado, poniendo a prueba las carteras, sobre todo en el Viejo Continente.  

"Las bolsas se enfrentan a diferentes factores de incertidumbre que tu enumeras, pero creo que lo que más preocupa a los inversores es la ralentización del crecimiento económico que pueda derivar en una nueva recesión en algunos países desarrollados. A pesar de que se espera un menor crecimiento, no una recesión, un fracaso de las negociaciones comerciales entre EEUU y China o una salida descontrolada del Reino Unido del marco europeo pueden tener un impacto negativo en el crecimiento económico mundial que no estaría del todo descontado. Ambos factores pueden tener un impacto impredecible, y eso tiene a muchos inversores muy preocupados", sostiene Juan José Fernández Figares, director del departamento de análisis de Link Securities. 

La gestora del banco de inversión Lazard, por su parte, cree que uno de los temas que más deben vigilar los inversores de cara a 2019 será la evolución de la guerra comercial entre EEUU y China, un factor que tiene efectos a escala global.

“Creemos que las políticas comerciales proteccionistas probablemente durarán mientras Donald Trump ocupe la Casa Blanca y posiblemente más tiempo, ya que los votantes han cuestionado cada vez más algunos de los beneficios de la globalización en Estados Unidos y otras economías avanzadas. Lo que aún no está claro es cómo otros países responderán a las nuevas políticas comerciales. Nuestro caso base es que el mercado está subestimando las probabilidades de que la guerra comercial se intensifique, lo que presenta riesgos para los mercados de valores”, recalca la firma.

Y en el caso europeo, la gestora de Lazard recalca que “el crecimiento económico ha sido relativamente débil en la zona euro y desigual desde la crisis financiera mundial. Como consecuencia, los votantes descontentos en varios estados miembros han optado cada vez más por los partidos populistas y nacionalistas. El efecto más notable del aumento del populismo ha sido la debilidad de las coaliciones de gobierno en todos los estados miembros más grandes de la zona euro, lo que ha frenado el impulso para llevar a cabo reformas tanto a nivel nacional como europeo”.

En general, las grandes gestoras internacionales confían más en el potencial del mercado estadounidense que del europeo, al menos durante el año que viene.

“El crecimiento relativamente moderado de los resultados empresariales, el débil momentum económico y los riesgos políticos presentan desafíos para Europa”, explica en un informe de mercado BlackRock, la mayor gestora de fondos del mundo y el mayor tenedor de acciones cotizadas españolas.

Algo similar opina la gestora de la aseguradora AXA, que recalca su informe de perspectivas que “el riesgo político en Europa continúa pesando en los mercados de renta variable de la región, mientras que el sector bancario sigue bajo presión”. 

Todo ello sin olvidar que en marzo se activa oficialmente el proceso del Brexit, si es que la primera ministra británica, Theresa May, consigue el respaldo del Parlamento al nuevo acuerdo que sellen entre Londres y Bruselas (se ha abierto un nuevo periodo de negociaciones después del fracaso del texto inicial), y de los cambios que se esperan en materia monetaria.

Y es que el Banco Central Europeo (BCE) dejará de comprar deuda pública y privada en los mercados este mes (así, pone fin al multimillonario programa conocido como QE), y podría empezar a subir los tipos de interés en la segunda mitad de año. Muchos analistas creen que la primera subida del precio del dinero se producirá entre septiembre y octubre, justo antes de que acabe el mandato del italiano Mario Draghi al frente de la máxima autoridad monetaria y bancaria de la eurozona, aunque parte del mercado cree que las subidas podrían retrasarse. En otros países como EEUU se prevé una ralentización en el ritmo de subidas de tipos de interés, aunque en la primera potencia mundial estos ya están alrededor del 2%.

Por si no fuera suficiente, en el territorio doméstico las miradas están puestas en las elecciones autonómicas y municipales que se celebrarán en primavera, y en si el Gobierno de Pedro Sánchez podrá sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado de 2019 y aguantará la legislatura. Sin olvidar el impacto que tendrá la ralentización económica que se está produciendo en buena parte del mundo. 

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