Los contribuyentes pagan de media 6.000 euros más por ese sobrecoste, que tiene un mayor impacto en las rentas bajas
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La presión fiscal sobre la renta de los contribuyentes se dispara casi un 30% desde la llegada del euro
GTRES

Los contribuyentes cada vez están sometidos a una mayor presión fiscal en España. Y un ejemplo lo tenemos en el impuesto que grava las rentas.

Según los últimos datos oficiales publicados por la Agencia Tributaria, referentes al ejercicio 2020, la presión fiscal ligada al IRPF se ha disparado un 27% en menos de 20 años.

Según publica el diario El Economista, este 'sobrecoste' supone que, de media, los contribuyentes desembolsaron en 2020 unos 6.000 euros al año más que en 2002, año en el que entró en vigor la moneda única. Y es que en 2020 la aportación recaudatoria media por contribuyente se situó en 23.638 euros en 2020, frente a los 17.770 euros de 2002. Estas cantidades tienen en cuenta todos los tramos de renta, incluso las de los contribuyentes que declaran más de 600.000 euros anuales. 

Este repunte de la presión fiscal viene derivado de dos factores: por un lado, los mayores salarios y pensiones que perciben los contribuyentes; y, por otro, la subida del tipo efectivo del propio impuesto. Y gracias a ello están aumentando con fuerza los ingresos que consigue el Estado a través del IRPF. 

Si miramos los datos por tramos de renta, descubrimos que los contribuyentes con rentas bajas (de hasta 21.000 euros anuales) son los que soportan la mayor subida de la presión fiscal. En cambio, la aportación de los contribuyentes que ingresan más de 30.000 euros anuales. La mayor caída de la presión fiscal se da en el tramo de los rendimientos que superan los 601.000 euros al año. 

El país de la OCDE donde más sube la presión fiscal 

España fue el país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) donde la presión fiscal registró un mayor incremento durante 2020 como consecuencia del desplome del PIB registrado a causa de la pandemia sanitaria.

Según los datos del informe anual sobre ingresos fiscales publicado por el 'think tank' de las economías avanzadas, la relación entre el peso de los impuestos y contribuciones a la Seguridad Social con el tamaño de la economía aumentó en el caso de España en 1,9 puntos porcentuales, la mayor subida entre los 38 países miembros de la OCDE, aunque solo había datos disponibles de 36 economías. En total, la presión fiscal se situó en el 36,6%, frente al 34,7% del año 2019, superando así la media del 33,5% en la OCDE, donde el peso de los impuestos aumento una décima respecto del año precedente.

Por detrás de España, el mayor incremento de la presión fiscal entre los países de la OCDE en 2020 correspondió a México, con un aumento anual de 1,6 puntos porcentuales, mientras que la mayor caída se registró en Irlanda, con un descenso de 1,7 puntos porcentuales, seguida de Chile (-1,6) y Noruega (1,3).

Los buenos resultados de una menor presión fiscal

Un estudio del Instituto de Estudios Ecónomicos (IEE), el Consejo General de Economistas de España y la consultora PwC publicado en primavera de 2021 ya alertaba de que una menor baja presión fiscal acaba dando mejores resultados a largo plazo en términos de ingresos públicos que una subida de impuestos. 

Y ponía como ejemplo a Madrid, que es la región española más competitiva en términos fiscales y, además, la que más recauda por habitante. El estudio, de hecho, sitúa a la comunidad a la cabeza de la OCDE en términos de competitividad fiscal, solo superada por países como Suecia, Lituania, Luxemburgo, Suiza, Nueva Zelanda, Letonia y Estonia.

El documento inistía en que "una fiscalidad normativa más favorable influye positivamente sobre la competitividad de los territorios, impulsando la inversión y el crecimiento económico de los mismos. También ayuda a captar y retener el talento, evitando deslocalizaciones de empresas y personas hacia otras regiones, lo que, unido al mayor crecimiento, deriva en un mejor comportamiento del mercado laboral, con tasas de paro más reducidas. Las menores tasas de desempleo y el mayor dinamismo de la actividad suelen ir asociados a menores ratios de economía sumergida, y estos menores niveles de economía sumergida están inversamente correlacionados con la recaudación tributaria".

Es decir, concluía el texto, "se da una mayor recaudación en las regiones con menores tasas de desempleo, sin que ello necesariamente conlleve un mayor esfuerzo fiscal, ya que el incremento de la recaudación viene derivado de un aumento de las bases y de un crecimiento de la participación en la tributación y no de un incremento de los tipos impositivos". 

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