Uno de los desafíos más arriesgados del actual gobierno municipal de Barcelona, un circuito urbanístico libre de coches que se convierta en una extensión de nuestras casas, una 'supermanzana' (superilla en catalán), acaba de finalizar su prueba piloto, en el Poblenou, y ahora esperan implantar sus usos definitivos, donde incluirán 68 pisos de protección oficial.
La iniciativa de la 'supermanzana' se puso en marcha el pasado septiembre. Configuraba la vía urbana de manera insólita en Barcelona, donde el protagonista era el peatón o el ciclista. Durante estos meses ha sido foco de atención para urbanistas de todo el mundo por la singularidad del proyecto. Ocupaba 9 manzanas, entre las calles Badajoz, Pallars, Llacuna y Tánger. Una de sus principales características era que en ese espacio los vehículos no podían ir a más de 10 km/hora y solo aquellos que fuera estrictamente necesario acceder a esa zona en transporte motorizado.
Después de un análisis de estos meses en funcionamiento, el Ayuntamiento de Barcelona acaba de comunicar que ahora es el momento de valorar las diferentes propuestas que determinen su uso y se extienda a otras áreas de la ciudad. Por el momento, la 'supermanzana' adoptará usos deportivos, infantiles, culturales y asociaciones vecinales. Además, según comunicó la teniente alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, urbanizarán dos tramos de la calle Almogàvers y Sancho de Àvila, para levantar 68 pisos de protección oficial.
También, se recuperarán dos solares en desuso para convertirlos en nuevas plazas, con 8.273 m2 de zona verde. En todo este tiempo se han llevado a cabo comisiones con diferentes entidades y colectivos vecinales, esencial su participación en este proyecto. En base a estas jornadas de diálogo, y una vez finalizada la prueba piloto, el Ayuntamiento se compromete a ir transformando el espacio, primero con "actuaciones tácticas" y, posteriormente y de manera progresiva, con aquellos procesos que requieran obras.
Las primeras actuaciones que ya se están llevando a cabo son las que remarquen las zonas de convivencia, principalmente destinadas a los pequeños. Tramos de calles libres de coche en los que incorporarán árboles, bancos, sillas, aparcabicis y mesas picnic. Durante los próximos tres meses irán incluyendo circuitos de juegos, puntos de recarga para coches eléctricos, mesas de ping pong, pista de atletismo o áreas de juego como una pista de baloncesto.
Aquellas transformaciones que sean de cambio estructural, es decir, que necesiten obras, algunas ya se iniciarán antes de verano. Por ejemplo, la calle Almogàvers, entre Roc Boronat y Llacuna, cuyo proyecto engloba 3.410 m2, se ajardinará a partir de junio hasta convertirse sustancialmente para peatones. Dos calles más al norte, en Sancho de Àvila, entre Roc Boronat y Rambla del Poblenou, también se aumentará la zona verde y se le dará un uso para juegos infantiles o deportivos. Este último tienen previsto iniciarlo en el segundo trimestre de 2018.
Otros cambios previstos son la urbanización de la plaza Tísner donde los vecinos podrán aparcar sus coches, pero está pendiente de concretar la fecha de inicio. También, esperan ampliar las aceras e incluirán huertos urbanos. Con todo, el Consistorio desarrollará su plan de choque que lleva trabajando desde el año pasado, para regenerar un barrio con un pasado industrial que no se incluyó en ninguna transformación urbanística de la ciudad hasta la fecha y reactivarlo dándole, así, un nuevo uso público de ese espacio urbano casi olvidado para los barceloneses.
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