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La tecnología y sistemas de aislamiento que permiten aumentar la eficiencia energética de los edificios son inventos relativamente modernos. En los años 20, no existían termostatos inteligentes que regulasen la temperatura de las viviendas ni materiales de construcción que mantuvieran un ambiente agradable en el interior pese a que fuera hiciera un frío helador o un calor infernal. Pero ¿significa esto que para vivir en una hermosa casa erigida hace casi un siglo hay que renunciar a la sostenibilidad?

Para los arquitectos e ingenieros responsables del proyecto HouseZero, la antigüedad y la eficiencia no están reñidas, solo es cuestión de saber combinarlas. La iniciativa – impulsada por el Centro por los Edificios y Ciudades Verdes de la Universidad de Harvard– tiene como objetivo hacerle un lavado de cara completo a uno de los inmuebles de su sede en Cambridge (Reino Unido), una antigua vivienda construida en la década de 1920.

Cuando terminen con la remodelación, será una verdadera HouseZero (una ‘casa cero’ en español): emitirá cero emisiones, incluidas aquellas asociadas a los materiales de construcción utilizados en las obras.

Pero, más allá de poder disfrutar de las renovadas estancias, estos expertos quieren demostrar que es relativamente sencillo transformar una casa vieja para borrar de un plumazo su huella de carbono. Con su trabajo tratan, además, de asentar las bases de un modelo que puedan emular propietarios y arquitectos de todo el mundo, olvidándose de la idea de que una reforma de este tipo sale demasiado cara para el ahorro energético que supone.

El proyecto, en el que participa también la firma noruega de arquitectura Snøhetta, es en realidad el resultado de años de exhaustivas investigaciones y planes de rediseño. Sin embargo, aunque podrían haber utilizado tecnologías futuristas (y caras), han conseguido lograr su objetivo usando dispositivos actuales y asequibles para todos los bolsillos.

HouseZero: cómo convertir un edificio antiguo en un ejemplo de eficiencia energética
Snøhetta/Plompmozes

Cuando acaben con la renovación, la HouseZero no necesitará usar luz eléctrica durante el día y la pequeña cantidad de electricidad requerida puede ser suministrada por los paneles solares colocados en el tejado del inmueble. En lugar de los sistemas convencionales de calefacción y aire acondicionado, el edificio tendrá incorporada una red de ventilación e incluirá ligeras modificaciones en su estructura para garantizar una temperatura interior agradable en verano, así como un sistema geotérmico que caldee el ambiente en invierno.

En consonancia con sus alrededores

El edificio se ubica en un barrio histórico, lo que ha supuesto un plus de dificultad al diseño: tiene que mantener su apariencia exterior, acorde al resto de casas antiguas del vecindario. No obstante, los arquitectos han decidido realizar algunos cambios para embellecer la fachada y mejorar el ambiente en el interior. Es el caso de las ventanas, que han agrandado para que dejen pasar luz suficiente y que nadie tenga que encender una sola bombilla hasta que el sol haya desaparecido completamente del cielo.

Pero las nuevas ventanas cumplen, además, una importante labor en el aislamiento y acondicionamiento de las estancias, manteniendo una temperatura agradable sin necesidad de calefacción ni aire acondicionado. Para ello, llevan instalados una serie de sensores que monitorizan continuamente la humedad, temperatura y calidad del aire. Estos datos son recogidos a su vez por un sistema de apertura automática que funciona día y noche y que estima mediante algoritmos cuál es la posición idónea para que una habitación se conserve cálida o fresca para el día siguiente.

Claro que las personas pueden manejar las ventanas a su antojo, pero siempre pueden dejar la decisión en manos de la tecnología. Gracias a ella, el edificio se comporta como una especie de ser inteligente: sabe cuándo necesita ventilación y se ajusta para garantizar el bienestar de quienes pisan sus suelos. También con el fin de mejorar el aislamiento, las ventanas tendrán triple cristal y, una vez cerradas, sus puertas quedarán fuertemente selladas para que la temperatura en el interior sea agradable.

HouseZero: cómo convertir un edificio antiguo en un ejemplo de eficiencia energética
Snøhetta/Plompmozes

Otras partes de la casa también incorporan ciertas modificaciones. Añadir masa a una construcción de madera ayuda a retener el calor en invierno y mantener el interior fresco en verano, por lo que el rediseño incluye nuevas losetas de hormigón para conseguir este efecto.

Por otro lado, los paneles solares colocados en el tejado generan energía suficiente para compensar la consumida por los ordenadores y el resto de dispositivos que los investigadores necesitan para trabajar, así como la utilizada en el proceso de construcción y de fabricación de los materiales utilizados en la reforma del edificio. De esta forma, el inmueble reduciría a cero su huella de carbono.

Pese a que los responsables de la idea confían plenamente en el potencial de su proyecto, una red de sensores les permitirán medir continuamente el funcionamiento de todos los sistemas, comprobar si el edificio está cumpliendo su función y estudiar posibles mejoras. Así podrán compartir los resultados con sus colegas investigadores y los propietarios de viviendas que quieran aplicar el diseño de ZeroHouse a sus hogares.

HouseZero: cómo convertir un edificio antiguo en un ejemplo de eficiencia energética
Snøhetta/Plompmozes

No obstante, todavía es pronto para adelantar acontecimientos, pues los investigadores aún no han cuantificado el coste total que supondría implementar el proyecto para los propietarios, ni cuánto tardarían en compensarlo con ahorros en las facturas de la luz. Cuando hagan las cuentas, piensan publicar el presupuesto.

En el caso de su inmueble, los investigadores de la Universidad de Harvard han tenido que sumar distintos extras al rediseño para no solo mejorar las condiciones de habitabilidad, sino también las de trabajo. Han incluido amplios espacios diáfanos, una oficina y un laboratorio, que añaden gastos con los que no tendrían que correr los inquilinos de una vivienda.

Si su iniciativa sale adelante y cumplen con su palabra, en unos años quizá podamos disfrutar de hogares más eficientes sin necesidad de dejarnos los cuartos en una reforma completa o en una nueva y moderna residencia. Las ‘casas cero’ estarán al alcance de la mano (y el bolsillo) de cualquiera.

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