
La democracia mundial continuó su precipitado declive en 2021, según la última edición del Índice de Democracia de EIU. La encuesta anual, que califica el estado de la democracia en 167 países sobre la base de cinco medidas -proceso electoral y pluralismo, funcionamiento del gobierno, participación política, cultura política democrática y libertades civiles- concluye que más de un tercio de la población mundial vive bajo un régimen autoritario, mientras que solo el 6,4% disfruta de una democracia plena. La puntuación global cayó de 5,37 a un nuevo mínimo de 5,28 sobre diez. La única caída equivalente desde 2006 fue en 2010, tras la crisis financiera mundial.
Y España cae dos puestos más en este índice de calidad democrática y ya deja de ser una democracia plena para a ser una democracia “defectuosa” por primera vez desde que se elabora este ranking. Así, se equipara a países como Sudáfrica, Israel, Estonia, Botsuna o Estados Unidos.
La caída de España se debe, entre otros factores, a la fragmentación parlamentaria cada vez más acusada y a los escándalos de corrupción y al aumento del nacionalismo en Cataluña. Pero el principal es motivo es la fractura de la independencia judicial. Y en concreto, se refiere al funcionamiento del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) de forma interina pues el mandato venció en 2018 y no ha habido acuerdo sobre el nombramiento de nuevos jueces. Cuanto más se alargue esta situación, mayor será el riesgo de que el Consejo se vea socavado y vulnerable a la politización.
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