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Termitas de la madera
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Seguramente pienses que las termitas son las grandes enemigas de las edificaciones. Razón no te falta. La actividad favorita de estos pequeños insectos es roer madera, por lo que no tienen ningún reparo en merendarse las paredes de una casa para ingerir celulosa, su alimento preferido. 

Precisamente por esa imagen negativa que se han ganado a pulso, probablemente desconozcas que algunas especies de termitas también son unas apasionadas de la construcción y no solo de la destrucción. Las obreras son capaces de levantar por sí mismas montículos de singulares formas con arena, estiércol y su propia saliva que pueden alcanzar incluso los 10 metros de altitud. 

En esas peculiares construcciones habitan precisamente estos insectos aborrecidos por los carpinteros. Los gigantescos termiteros, que se han encontrado en algunos países de África o en Australia, son la demostración de que las colonias de termitas forman un estudio de arquitectura profesional. 

Las termitas pueden presumir de sus creaciones no solo ante otros artrópodos. Los humanos también tenemos mucho que envidiar al diseño de sus montículos, ya que son capaces de lograr algo que los mortales todavía no hemos conseguido: que sus construcciones 'respiren', ventilándose y climatizándose

Un termitero gigante
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Los exteriores de esas formaciones están constituidos por finas y porosas paredes llenas de agujeros que permiten el intercambio de gases. Tras esas paredes, las termitas obreras, la casta mayoritaria de la colonia, diseña un complejo laberinto de túneles. 

En el inferior de la parte central de sus edificios construyen un nido oval, el hogar privilegiado de la termita reina. Obviamente, necesitan un mecanismo para que la reina respire y viva a una temperatura adecuada. 

Usando imágenes térmicas y sensores para detectar los movimientos de aire, un grupo de investigadores ha conseguido descubrir cómo funciona su efectivo sistema de climatización. Según el estudio que han publicado en 'Proceedings of the National Academy of Sciences', sus estructuras funcionan de forma similar a nuestros pulmones, inhalando oxígeno y expulsando dióxido de carbono.   

La luz del sol incide en las paredes de los montículos durante el día, por lo que el aire de las zonas exteriores está más caliente que el de la parte central. Como el aire caliente tiende a ascender, se crea una célula de convección: el caliente va desplazándose hacia abajo a medida que se enfría en la chimenea central, permitiendo la llegada de oxígeno a la parte inferior

La arquitectura de los termiteros ayuda el intercambio de gases
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Durante la noche, las termitas salen por la base del montículo para recoger comida aprovechando que las temperaturas han bajado. En ese momento, el sistema de ventilación se invierte, ya que el exterior está más frío que el interior. De esta forma, el aire cargado de dióxido de carbono del interior del montículo sale hacia fuera. Gracias a este peculiar sistema de ventilación, las termitas son capaces de regular el calor y la humedad. 

Diseñar edificios que se climaticen y ventilen con el menor gasto energético posible es uno de los objetivos de cualquier arquitecto, que se devana los sesos intentando conseguir que sus proyectos sean eficientes energéticamente. Por eso, más de uno se ha fijado ya en las sorprendentes técnicas de construcción de las termitas y está dispuesto a imitarlas. 

El arquitecto zimbabuense Mick Pearce diseñó hace unos años el famoso Eastgate Center, un centro comercial en Harare ideado para ventilarse y refrigerarse por medios naturales. Para construir ese edificio ecológico, Pearce se inspiró precisamente en las termitas mientras veía un documental de la BBC. 

Las termitas tienen la clave de la eficiencia energética de los edificios (aunque su pasión sea destruirlos)
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Al igual que sucede en las termiteras, las paredes exteriores del Eastgate son porosas y reciben el calor, que el 'cuerpo' del centro comercial absorbe. Por la noche, ese calor que ha ido enfriándose sale del edificio y volverá a calentarse con la llegada del día. Con este sistema de ventilación pasiva, todo un ejemplo de biomimética, el edificio necesita un 10% menos de energía para climatizarse respecto de otras construcciones.   

Pearce no es el único interesado en imitar a las termitas. A principios de año, el estudio de arquitectura Tropical Space remodeló un viejo edificio en Vietnam para construir la Casa Termitario.  

Para ello, mantuvieron tan solo la estructura de hormigón del antiguo edificio y rodearon la vivienda con ladrillos, dispuestos a modo de rejilla. Como en los casos anteriores, este sistema se utiliza para que la luz penetren en el interior de la casa, creando unos peculiares efectos, protegiéndola al mismo tiempo del viento y la lluvia. 

A juzgar por la decoración de esta casa, los arquitectos también han querido rendir un tributo a las termitas inundando los espacios con sus queridos manjares: destacan los muebles de madera, sobre los que se proyectan esos particulares efectos de luz. 

Rupert Soar, investigador de la Universidad de Nottingham Trent y experto en biomimética, también lleva años estudiando cómo mejorar sus diseños utilizando como modelo los montículos de las termitas. En su caso, está reproduciendo su comportamiento digitalmente, de forma que pueda prever cómo crearían ellas estructuras más complejas. 

Las termitas pueden ser así las musas de los arquitectos que tratan de plasmar la inteligencia del reino animal en sus proyectos tradicionales. Eso sí, Soar cree que los montículos no son solo una inspiración, sino un auténtico modelo a imitar: podrán incluso recrearse gracias a la impresión 3D. Así, en lugar de observar sus construcciones, viviremos directamente dentro de ellas.

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