Bautizada como MEV, tiene 181 m2 y destaca por el elegante e intenso color negro del exterior que contrasta con un explosivo naranja en el interior
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Exterior de la cabaña en el bosque
Exterior Maxime Brouillet

Las matemáticas son una de esas cosas que generan opiniones enfrentadas. Casi podríamos decir que el mundo se divide entre quienes la aman y la odian. Pero lo cierto es que esta, la más exacta de las ciencias, es fundamental en todas las demás disciplinas científicas. Y no solo en ellas, sino que su influencia es profunda en el arte. “Las ciencias matemáticas exhiben particularmente orden, simetría y límites; y esas son las más grandes formas de belleza”, dijo alguna vez Aristóteles. 

Y si en el mundo de la arquitectura, esta afirmación es totalmente cierta, en el caso del diseño de esta cabaña, cobra todo su esplendor, convirtiéndose un ejemplo especialmente paradigmático de ello. Porque en este trabajo llevado adelante por parte del estudio Jean Verville architecte, en un bosque en Laurentides, Canadá, se ha dado vida a una bonita casa-estudio en la que convergen la lógica matemática con toques artísticos.

Vista aérea de la cabaña entre la naturaleza
Vista aérea Maxime Brouillet

El nombre de la vivienda es MEV, y su superficie abarca hasta los nada desdeñables 181 m2. Al fijarnos en ella, de su aspecto, podemos destacar varias cosas: la primera es el elegante e intenso color negro de su exterior que logra crear un poderoso contraste con un interior en el que encontramos materiales reflejados de color naranja que crean un efecto caleidoscópico. La segunda, su peculiar techo ondulado. Por supuesto, no podemos olvidar la elección del fantástico enclave, un frondoso bosque canadiense, en el que se ubica. 

Fachada con ventana
Fachada Maxime Brouillet

Inspiración en los 80: geometría y colores

En el interior, la matemática está presente en las formas geométricas que se distribuyen por todo el edificio, pero que también logran transportarnos al alocado universo de los años 80. De hecho, una de las fuentes de inspiración es el grupo italiano Memphis, del que toman prestadas las geometrías y colores asociados con su movimiento de diseño, en un grito cromático que pretende evitar la monotonía. Un destello que se encuentra, sobre todo, en el interior.

Salón con reflejos naranja
Salón Maxime Brouillet

Como no puede ser de otra manera, una de las preocupaciones y de los retos a los que se enfrentaban sus creadores, era evitar un impacto visual excesivo, que rompiera con la magia del lugar, favoreciendo la mayor integración posible de la estructura en su entorno. Para ello, como otros grandes arquitectos a lo largo de la historia, se decidió apostar por darle una forma orgánica y una apariencia cruda, confrontando sus materiales con un juego de líneas curvas en una ejecución minuciosa. Sin embargo, este exterior hasta cierto punto discreto, se torna en extravagancia y colorido en el interior, donde volúmenes y materiales se desarrollan en una brillante organización cromática.

Interior de la cabaña con mesa
Comedor Maxime Brouillet

Además del frondoso bosque que la rodea, otro elemento natural influye en el conjunto. La existencia de un arroyo cercano ha sido un factor fundamental para decidir la ubicación exacta. Así, en el lado sur, la disposición lineal de las habitaciones permite una vista constante del paisaje y su arroyo. En cambio, en el lado norte, dos volúmenes distintos, conectados por una entrada completamente acristalada, aparecen como una larga fachada ciega unificada por un solo techo. 

 

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