El compromiso en la lucha contra el cambio climático y la descarbonización de los sectores de trabajo de las Administraciones Públicas y las empresas privadas lleva en marcha desde hace años. Cada vez aparecen nuevos actores que ayudan a dar dinamismo y convertir en la realidad las políticas europeas enfocadas a la mejora de nuestra salud y el medio ambiente.
Uno de estos actores que ha llegado recientemente a España es Green Finance Institute (GFI). Una organización sin ánimo de lucro que nació en Reino Unido en 2019, y que desde la primavera pasada ya se encuentra en nuestro país para convertirse en punto de encuentro entre responsables de la administración pública y agentes económicos y sociales para impulsar el camino hacia una economía descarbonizada impulsando la movilización de capital.
Entrevistamos a su director para España, Eduardo Brunet, para que nos explique los retos de Green Finance Institute y cómo se encuentran los objetivos para 2030 y 2050 de descarbonización en España.

¿Cómo surgió el Green Finance Institute y qué objetivos tiene?
GFI nació por iniciativa del Gobierno británico. Veían que las políticas públicas no se reflejaban en un avance en la economía real y que la financiación privada no era capaz de llegar a la escala y a la velocidad necesaria para cumplir los objetivos de lucha contra el cambio climático.
Entonces buscaron a grupo de expertos y banqueros que actuasen como ‘broker neutral’ e independiente entre las políticas públicas y el sector financiero, el sector privado, y que fueran capaces de catalizar nuevas soluciones y productos para resolver barreras y problemas de una manera muy práctica, realmente pilotando soluciones y resolviendo problemas en la economía real.
Todo esto ha servido para llegar a España, y a otros países, y empezar a generar escala y dinamizar el diálogo entre lo público y lo privado.
¿Qué experiencias se han logrado en Reino Unido que se pueden trasladar a España?
Pues, por ejemplo, con el caso de las hipotecas verdes. Hace tres años, en el mercado financiero inglés, en la City de Londres, que no es precisamente un mercado atrasado, solo había tres productos de hipotecas verdes.
Después de dos años de desarrollo y de diálogo, de conocer cuáles eran las necesidades reales y dónde había posibilidad de innovar, conseguimos que hoy en día haya 60 productos de hipotecas verdes en el mercado británico. Ha tenido un impacto espectacular en la dinamización de capital privado en ese segmento.
Otro trabajo novedoso fue la creación de un fondo de inversión mixto público privado con la ciudad de Londres para la descarbonización, sobre todo, en edificios, el transporte, la movilidad y la implantación de placas solares en techos. Y nos plantearon “Queremos tener un impacto, multiplicar al menos por tres el impacto real de cada euro de nuestros contribuyentes. Y queremos hacerlo desde una perspectiva de mercado”. Bueno, pues hace unos meses, se ha lanzado la primera parte con 500 millones de libras (577 millones de euros).
Siguiendo la tendencia como las administraciones públicas más cercanas a los ciudadanos, hemos desarrollado con seis municipios unos programas que se llaman bonos verdes locales.
Se trata de fomentar la rehabilitación energética de edificios. Pero los ayuntamientos se encuentran con restricciones presupuestarias, y no tienen la capacidad ni el personal para catalizar la financiación privada. Hasta ahora se han dedicado a gestionar las subvenciones estatales y su propio presupuesto.
Bien, pues estos bonos verdes son una especie de préstamos que hace a través de una plataforma de ‘crowdfunding’ para que los vecinos puedan invertir en iniciativas y proyectos de regeneración urbana en su propio municipio. Para los vecinos es una alternativa a un producto como un depósito bancario, pero con una ventaja espectacular que es la implicación del vecino en la transformación de su municipio.
Desde 2020, siete ayuntamientos (West Berkshire, Warrington, Islington, Camden, Cotswold District, Telford, Wrekin y Westminster) han recaudado 5,8 millones de libras para financiar proyectos locales de cero emisiones, como la instalación de paneles solares en colegios para reducir las facturas energéticas y las emisiones.
¿Por qué se eligió a España entre otros países europeos?
Pues haciendo un análisis de distintos países y las distintas velocidades que estaban cumpliendo con sus objetivos de cambio climático, España y Dinamarca se convirtieron en países preferentes de actuación por muchas razones.
España tiene cosas interesantes. Tiene uno de los uno de los planes nacionales de cambio climático más agresivos en Europa. Tienen uno de los sistemas financieros más eficientes en Europa, pero tiene una de las tasas de descarbonización de la economía más bajas de Europa.
España tiene uno de los uno de los planes nacionales de cambio climático más agresivos en Europa, uno de los sistemas financieros más eficientes en Europa, pero tiene una de las tasas de descarbonización de la economía más bajas de Europa.
En España, ya estamos en el proyecto CitiES 2030. Es una iniciativa del Miteco y la Misión Ciudades de Europa, donde varias ciudades españolas han firmado sus contratos climáticos. Por primera vez hay un compromiso político con independencia de los tiempos políticos. Hasta ahora Madrid, Valencia, Valladolid, Vitoria-Gasteiz, Zaragoza, ya tienen el sello Misión. Mientras se están evaluando los criterios de Sevilla y Barcelona
Hay un compromiso de involucrar a todos los agentes y partes interesadas dentro de su municipio, para realizar inversiones económicas para mejorar en la neutralidad climática ya en 2030. Y ya no se trata de resolver un problema temporal, sino que creo que va a generar unas estructuras que se pueden mantener en el tiempo y hacer y dinamizar, digamos, las economías locales.
¿Cómo ves el momento de las políticas de descarbonización en España?
Cuando hablas con la gente, tiende a ser pesimista y dice “Es que no se mueve nada, no se mueve la aguja, no avanzamos”. Pero tú mira para atrás, y han pasado tres años espectaculares. Dónde estamos ahora y dónde estábamos. Yo creo que hay varios temas que están cambiando. Uno es concienciación colectiva.
Oye, si puedes comprar un edificio más eficiente, no lo dudes, va a tener muchísimo más valor en el futuro que uno marrón o negro, por decirlo de alguna manera.
Y ya no es solo el tema de concienciación. El tema de regulación ha ido avanzando, sobre todo con el paraguas europeo. Yo creo que ahí la estrategia, el Green Deal, que está marcando el paso y está realmente transformando estructuras.
Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra y presidente del grupo de Glasgow NET Zero decía que "la transformación energética, el cambio climático es la mayor oportunidad de negocio de la historia". Estamos hablando de trillones. ¿Cuál es el problema? Que hay que aterrizarlo en programas concretos, en soluciones de mercado, con su rentabilidad, con sus beneficios. Entonces yo creo que sí, yo creo que estamos avanzando bastante.
La transformación energética, el cambio climático es la mayor oportunidad de negocio de la historia". Estamos hablando de trillones.
Hace falta una mayor coordinación interministerial, sin duda alguna. Porque estos temas tocan a vivienda, tocan urbanismo, tocan la economía, tocan el tesoro, tocan al MITECO.
Y tanto el sector privado como el sector público tienen que perder el miedo de interactuar con un objetivo común, aceptando que se van a cometer errores. Son necesarios, pero hay que salir del ‘status quo’.
O sea, lo que llaman los ingleses el ‘business as usual’ no nos va a llevar a ninguna parte. No vamos a llegar al 2030, va a ser prácticamente imposible cumplir los objetivos, pero está el 2050 Sí que podemos llegar si empezamos a desarrollar una velocidad de crucero.
Lo que hay que hacer es acabar de completar una cobertura regulatoria y de instrumentos jurídicos nuevos que permitan hacer cosas distintas y trasladar eso a nuevas estructuras de mercados financieros que sean capaces de allegar los 25 billones que necesitamos al año en 2030.
¿Qué han supuesto las ayudas europeas y los fondos Next Generation para la rehabilitación de viviendas y de edificios? ¿Cómo ves su futuro?
Claramente, es una buena noticia. Nunca hemos tenido 3.500 millones de euros para engrasar la máquina, y ponerla en marcha. El problema son los tiempos y la gestión de los fondos es claramente mejorable.
Por un lado, la rehabilitación energética que comenzó a coger velocidad en 2021 se paralizó a la espera de las ayudas. Nadie iba a financiar una renovación si ve que puede conseguir ayudas del 40% o el 70%.
Por otro lado, las CCAA se vieron superadas por la gestión. Si hasta ahora venía gestionando 50 millones, la que más, de repente se han visto moviendo 500 millones con el mismo personal, con los mismos sistemas, con los mismos procesos. Lo que ha provocado un colapso en la gestión de esos fondos.
Sector público y privado tienen que empezar a pensar en nuevas estructuras que no pivoten en torno a subvenciones directas.
Ahora, bueno, poco a poco están llegando. Están empezando a generar un poco de tracción. Pero volvemos a la escala de los tiempos. En el 27 se acaban. O sea, todo lo que no hayas podido ejecutar, todo lo que no hayas pedido, en 2027 se acaban los fondos.
El sector público y el sector privado tienen que empezar, y quiero decir todas las Administraciones Públicas, desde el Gobierno Central a los municipios, tienen que empezar a pensar en nuevas estructuras que no pivoten en torno a subvenciones directas.
Porque esto es un paréntesis, es extraordinario. Y no vamos a poder cumplir los ritmos de renovación del parque edificado del 3% con subvenciones, es imposible.
Creo que es un momento dulce para sentarse y empezar a pensar qué va a pasar a partir del 27. Los objetivos van a seguir siendo los mismos, si no es que los incrementamos. Nunca van a decrecer y solo se puede hacer desde un punto de vista de colaboración público privado. Y es un poco, digamos, el reto o la responsabilidad de lo que GFI quiere hacer aquí.
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