El edificio tendrá 12 plantas de altura y estará terminado previsiblemente en 2023
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Un icónico almacén de gas de Berlín se transformará en oficinas tras una inversión de 200 millones
Euref

De gasómetro a moderno bloque de oficinas. Ése es el viaje que en los próximos dos años va a realizar una obra de ingeniería icónica de Berlín para saltar, definitivamente, del siglo XX al siglo XXI.

El almacén de gas del distrito de Schöneberg, una estructura de acero cilíndrica hueca de casi 80 metros de alto, 50 de diámetro y 160.000 metros cúbicos de capacidad, va a ser reconvertida en un edificio de oficinas y centro de conferencias. Todo, claro está, de planta circular. En la parte superior se habilitará además un mirador, de acceso público, desde el que se podrá divisar a vista de pájaro gran parte de la capital alemana.

El proyecto de reconversión, para el que el promotor Euref ha presupuestado 200 millones de euros, debería comenzar este año, pese a las dificultades de la pandemia, y estar concluido para 2023. Tras el desmontaje de la cúpula interna levantada hace unos años -que ha llegado a servir de plató de televisión para una conocida tertulia- el primer paso será el saneamiento de la estructura de acero, siguiendo lo previsto en el proyecto original, construido entre 1908 y 1910. Su conservación es clave, porque el gasómetro de Schöneberg está incluido como patrimonio industrial desde 1994, un año antes de que perdiese su función original como depósito de gas para la ciudad.

A continuación comenzará la construcción del edificio de planta circular, que ocupará completamente el interior del gasómetro, aunque guardando una distancia de un metro con respecto a la estructura de acero. Se ha previsto un bloque de 12 plantas de oficinas, unos 20.000 m2 en total, que podría albergar hasta unos 2.000 trabajadores. La fachada será de acero y cristal, homogénea, para que destaque la estructura externa y recuerde al depósito original. Además, en la planta baja, sobre el aparcamiento subterráneo y aprovechando la base del gasómetro de 16 metros de altura, se construirá un centro de congresos. El mirador superior, a unos 66 metros de altura, contará con terraza acristalada.

Euref pretende así reconvertir este icono de Berlín en el edificio estrella de su parque industrial, el conjunto de edificios históricos que rodea al gasómetro y que componen las antiguas instalaciones de una empresa eléctrica alemana. Las empresas ahí instaladas, en su mayoría pymes y start-ups aunque también hay algún gran nombre (como BMW, General Electric, GASAG y Deutsche Bahn), están ligadas a los sectores de la energía, la movilidad, la logística y la sostenibilidad. En la actualidad, tras 12 años operativo, unas 3.500 personas trabajan en este espacio. "El nuevo aprovechamiento del patrimonio industrial con fines económicos asegura a largo plazo su conservación", considera Euref en un comunicado.

El proyecto ha obtenido ya el visto bueno de las autoridades locales y de la oficina de patrimonio histórico, pero no todo el mundo está satisfecho con la iniciativa. Un grupo de berlineses ha iniciado una petición popular para detener la obra y que el gasómetro mantenga su actual apariencia. No quieren que se "rellene" con un edificio la estructura del antiguo depósito, pues quieren preservarlo hueco, tal cual está. Temen además que durante la obra se dañe la estructura original, que lamentan que no haya sido convenientemente saneada en 20 años.

En Alemania, y concretamente en Berlín, es habitual la preservación de edificios históricos de carácter industrial saneándolos y preparándolos para nuevos usos, no siempre con fines económicos. Hay decenas protegidos legalmente en la capital alemana, de antiguos mataderos a centrales térmicas, pasando por fábricas de chocolate y factorías.

Uno de los más conocidos es la antigua cervecería de Prenzlauer Berg, en la actualidad un complejo de edificios de característico ladrillo rojo con bares, restaurantes, tiendas, oficinas, un cine, un supermercado y hasta un museo, todo ello en el corazón de uno de los barrios más demandados de la ciudad. En su patio interior de adoquín, completamente peatonalizado, se organizan frecuentemente, al menos hasta que comenzó la pandemia, ferias, espectáculos y concurridos mercadillos.

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