El liberal Mark Carney gana las elecciones y en materia de vivienda apuesta por la industrialización de la vivienda
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Mark Carney tras ganar las elecciones en Canadá
El primer ministro de Canadá, Mark Carney Getty images

El partido Liberal de Mark Carney ha obtenido una estrecha victoria en las elecciones celebradas en Canadá. Su campaña se ha centrado en impulsar el crecimiento económico y plantar cara a Donald Trump en la guerra comercial con EEUU. En materia de vivienda quiere duplicar la construcción de casas, buena parte mediante un programa respaldado por el Gobierno para financiar casas prefabricadas y apostar por la industrialización, para la que ha prometido invertir 25.000 millones de dólares canadienses (16.000 millones de euros).

El margen de victoria ha sido estrecho, pero sin lograr la mayoría absoluta. Carney, que sustituyó como líder liberal y primer ministro a Justin Trudeau el pasado mes de marzo, ha ganado con 168 escaños, logrando alrededor del 43 % del voto nacional, por delante de los 144 del Partido Conservador. El resto de la Cámara canadiense se la reparten el partido soberanista Bloque Quebequés (23); los socialdemócratas del NDP (8) y un escaño para el Partido Verde.

Esta victoria de Carney da un importante triunfo a los liberales, que han gobernado Canadá durante la mayor parte del siglo pasado, pero todo parecía indicar que se encaminaba a una derrota electoral. La salida de Trudeau, ya cuestionado, y la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca han aupado al expresidente del Banco Central canadiense a la victoria.

De hecho, Canadá es uno de los países más expuestos a una guerra comercial prolongada con EEUU, y muchos de sus productos más importantes no pueden encontrar mercados alternativos con facilidad ni rapidez. Carney hereda, según los expertos, una economía que podría estar al borde de la recesión y que no ha podido resolver la prolongada crisis de productividad. 

Para contrarrestar todo esto, el primer ministro recién reelegido ha propuesto megaproyectos de "construcción nacional", como nuevas infraestructuras energéticas, pero como defensor del medio ambiente, también quiere mantener las protecciones ecológicas, como un impuesto al carbono industrial. 

Carney también ha sugerido que quiere duplicar la construcción de viviendas, en parte mediante un programa respaldado por el Gobierno para financiar casas prefabricadas, y reducir el precio de una vivienda, prácticamente inasequible para la mayoría de la población canadiense. Sin embargo, el gobierno acaba de recortar drásticamente las restricciones a la inmigración, lo que reduce las oportunidades para los trabajadores extranjeros cualificados.

Industrialización para levantar la economía y solventar la crisis de la vivienda en Canadá

La industria de las viviendas prefabricadas se ha promocionado durante mucho tiempo como una forma de impulsar la producción de nuevas casas para aliviar la escasez de viviendas en Canadá. Sin embargo, las dificultades financieras, una impredecible demanda y las normas urbanísticas, que todavía no tienen presente este tipo de viviendas, le han impedido convertirse en un actor importante del mercado.

La promesa de Carney pasa por ayudar a la industria a lograr economías de escala que podrían reducir los precios de las viviendas en todo el país, a la vez que crear empleos que podrían reemplazar algunos de los que se están perdiendo debido a los aranceles estadounidenses.

Canadá no es el único país que se enfrenta una escasez de viviendas. Tampoco es el único donde la construcción de viviendas prefabricadas ha tenido dificultades para ganar adeptos. Dos investigaciones descubrieron recientemente que, si bien los precios de venta de las casas prefabricadas en EEUU suelen ser menos de la mitad de lo que costaría construir una similar ‘in situ’, estos productos aún no se han adoptado ampliamente.

Pero los liberales tienen que actuar contra sus propias políticas, después de nueve años gobernando, que no han logrado frenar el incremento de los precios de las casas, que se han disparado un 60%. El precio medio de vivienda en Canadá llega a los 702.800 dólares canadienses (449.800 euros).

La construcción de viviendas prefabricadas existe desde hace al menos 100 años, pero representa una pequeña proporción de la construcción de viviendas en la mayoría de los países. La razón principal es similar en todos ellos: la construcción de viviendas es cíclica, y un promotor con una fábrica que mantener tiene más dificultades para capear las crisis que uno que pueda diversificar las obras o solo contratar obreros cuando tenga trabajos cerrados.

Otro problema que puede surgir es la financiación. Tradicionalmente, los promotores reciben una serie de préstamos más pequeños, y cada nueva etapa de la construcción libera más dinero. Pero establecer una fábrica requiere un compromiso inicial mucho mayor, un acuerdo con el que muchas entidades de préstamo no se sienten cómodas.

Suecia y Japón son dos países donde las viviendas prefabricadas representan una parte significativa del mercado, y en ambos casos, los gobiernos impulsaron la industria a través de la vivienda pública. De hecho, en Japón, las casas prefabricadas representan el 15% del parque de viviendas unifamiliares y el país construye más de 70.000 edificios prefabricados al año, con torres residenciales de varias plantas convirtiéndose en una parte cada vez mayor de este sector.

Carney propone algo similar en Canadá, planea crear una entidad federal para construir viviendas modulares asequibles. La esperanza es que estos pedidos al por mayor proporcionen a las empresas una base de demanda más predecible que pueda mantener una fábrica en funcionamiento durante una recesión y justificar la expansión. 

Carney planea poner a disposición 25.000 millones de dólares canadienses (16.000 millones de euros) en financiación para dichas fábricas, y también prometió 1.000 millones de dólares canadienses en inversión de capital.

El Gobierno se plantea aprovechar su liderazgo en la producción de madera para despegar en la industrialización de la vivienda, pero debe mejorar en la regulación y la burocracia. La legislación de los Estados y ayuntamientos es muy estricta con lo que se puede construir, cómo y con qué materiales, y la vivienda que puede servir en un lugar, puede que no valga en otro. Hasta ahora la construcción prefabricada no ha sido viable con tantas regulaciones diferentes, agregan los expertos.

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