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Reino Unido ha recuperado la idea de imponer una tasa especial a las viviendas más exclusivas.  La iniciativa llega de manos de los partidos políticos Laborista y Liberales Demócratas, que han propuesto la creación de un tributo nuevo para gravar aquellos inmuebles valorados en más de 2 millones de libras (unos 2,3 millones de euros) al que han bautizado ‘impuesto de mansiones’.

Su intención es que los dueños de dichos activos paguen una tasa anual del 1% del valor de su inmueble. La medida afectaría a cerca de 91.000 propiedades (el 80% de ellas se encuentran en Londres) y supondría una inyección para las arcas públicas de unos 1.200 millones de libras (unos 1.400 millones de euros) solo durante el primer año de su entrada en vigor.

Sin embargo, la nueva figura tributaria está siendo muy controvertida: mientras sus defensores aseguran que la tasa aumentaría la recaudación y reduciría la desigualdad de la riqueza, sus detractores creen que el aumento de la presión fiscal podría perjudicar la economía del país y desincentivar a los inversores. Todo un jarro de agua fría si tenemos en cuenta que aún se desconocen los efectos reales que tendrá la salida británica de la Unión Europea.

Entre las consecuencias también podría estar el traslado de las inversiones desde los grandes núcleos urbanos a otros más reducidos, donde se pueden adquirir propiedades con igual superficie pero mucho más baratas.

A pesar del debate que está generando el ‘impuesto de mansiones’, lo cierto es que la idea de gravar las viviendas de lujo no es nueva. En 2009 se empezó a contemplar la posibilidad de establecer una tasa específica, aunque finalmente no se llevó a cabo.

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