La convivencia en una comunidad de propietarios puede verse seriamente afectada cuando uno de los vecinos adopta comportamientos peligrosos o perturbadores, como ruidos, amenazas, actos violentos o destrozos. No es lo mismo un vecino molesto que uno peligroso, pero los expertos recomiendan ante todo cautela, pero si la cosa se complica es hora de documentar los hechos, apoyándose en las cámaras de videovigilancia (si hay), solicitar la intervención del presidente o el administrador y si aún no se soluciona acudir a la vía judicial.