Hay un elemento que diferencia a la arquitecta Paula Rosales de otros profesionales del sector: no es que se preocupe solo por el impacto en el medio ambiente de sus proyectos, algo afortunadamente de lo más extendido en la profesión, sino que se preocupa de su impacto en nuestra salud, en la salud del que va a vivir o a trabajar en ese espacio.
Y es que a menudo no pensamos en ello, pero el entorno construido y, también, los objetos que nos rodean (no es lo mismo encender una vela elaborada con ceras naturales que una a base de químicos, por ejemplo) afectan a nuestro estado físico y también, mental. Y Rosales, desde su estudio More & Co reflexiona sobre todo esto cuando aborda un proyecto, del tipo que sea.
De materiales no tóxicos, de construcciones biosaludables, de cómo podemos reducir la contaminación en nuestras casas (al parecer pueden estar mucho más contaminadas de lo que pensamos) y de muchos más temas habla en esta entrevista.
¿Por qué estudió Arquitectura?
Estudié Arquitectura bastante influida por mi padrastro, que es arquitecto y al que admiro y aprecio mucho. Con 17 años tenía que tomar la decisión de qué carrera hacer, dudé entre Medicina y Arquitectura, que son dos caminos muy diferentes que luego, a lo largo de los años, de alguna manera he unido en mi preocupación por los espacios saludables.
¿Cómo ha unido en la praxis esas dos disciplinas tan diferentes?
La parte que más me ha gustado de la arquitectura es cómo afecta a nuestras vidas, cómo vivimos el 80% o 90% del tiempo dentro de un espacio construido y cómo nos afecta emocionalmente. Luego también fui descubriendo a lo largo de la carrera, trabajando en distintos estudios, en particular en Nueva York, donde ya había una cierta conciencia de la calidad del aire en los espacios habitados. ¿Cómo lo he unido? Intentando desarrollar una sensibilidad hacia estos elementos más relacionados con la luz, con los materiales, con las texturas, con los sonidos y con la calidad del aire que respiramos. ¿Cómo? Siendo muy cuidadosos en los elementos que metemos en casa porque no somos conscientes que nuestras casas pueden estar hasta cuatro o cinco veces más contaminadas que la calle.
¿A qué puede deberse esa contaminación de la que habla?
A una combinación de factores. Están productos de limpieza, por supuesto, productos cosméticos, decorativos. Una vela inocente que huele bien…. son productos químicos que emiten compuestos orgánicos volátiles. Pero también están los materiales constructivos: las pinturas, los barnices, los propios materiales. Por ejemplo, los tableros de aglomerado que están hechos de partículas unidas con colas, pegamentos. Todo esto está durante años emitiendo gases está contaminando nuestro ambiente.
¿Cuándo fundó su estudio?
Fundé el estudio en Nueva York en 2003, con un socio americano. En 2006 nos vinimos a España y a partir del 2011 continué yo sola. El estudio está en Madrid ahora mismo. Tengo el estudio en el mismo edificio donde está mi casa, con lo cual solo tengo que bajar dos pisos.
Creo que está en un antiguo pajar…
Está en la planta baja. Es un edificio bastante especial de principios del siglo XX y era el pajar original. De hecho, cuando lo reformé, la planta primera era un tablado de madera y tenía paja todavía. Entonces lo único que hicimos fue rehacer ese forjado, hacerle una escalera de conexión y es un espacio pequeño pero muy especial porque está como encajonado entre edificios.
¿Con qué proyectos está ahora mismo?
Pues aparte de proyectos residenciales, de reforma y de obra nueva que hacemos casi siempre para familias, proyectos de escala mediana, estamos haciendo un proyecto comercial bastante grande en Estepona. Va a ser un pequeño centro comercial pero relacionado con la vida al aire libre, con viveros, restaurantes, espacios de mobiliario exterior, etcétera. Y luego tengo un proyecto mío, una apuesta bastante personal, que es que he creado y diseñado una nueva marca de cocinas que se llama Kitchen for Life, que es un poco mi grano de arena a contribuir a que los muebles, en este caso de cocinas, no sean muebles de usar y tirar, o muebles que dejas detrás con la casa de la que de la que te vas, sino que sean piezas que puedas usar, que tengan un ciclo de vida muy muy largo.
Creo que la que tiene en su casa es el primer prototipo de este proyecto, ¿verdad?
Esta es el experimento número uno, que como todo prototipo, pues es donde aprendes y donde te equivocas.
¿Qué es lo primero que mira cuando entra en una casa?
Lo primero que miro cuando entro en una casa es un poco la energía o el feeling que me da. No soy de entrar y escanear y mirar automáticamente lo que funciona y lo que no. Me encanta entrar en una casa y ver cómo funcionan los espacios, cómo está distribuida, por dónde entra la luz, qué tal funciona así en general.
¿Qué es lo que más le gusta de su profesión?
Lo que más me gusta de mi profesión es cómo ha ido configurando la manera en que pienso. Al final es un poco una forma de operar y esa forma de operar y esa forma de pensar resolviendo problemas es un poco lo que llaman design thinking. Me encanta como me ayuda a enfrentarme a problemas de otras índoles, no solo dentro de la arquitectura, sino dentro del diseño y dentro incluso de mi día a día de mi como mi vida personal.
¿Y lo que más se le hace bola?
La gestión emocional de todos los que participan en un proyecto. Admiro mucho cuando veo un proyecto complejo ejecutado no solo por la calidad arquitectónica, sino por cómo han sido capaces de poner de acuerdo a tanta gente, de coordinarlo con un presupuesto con limitaciones urbanísticas, con limitaciones incluso emocionales de los clientes...
Háblenos de esta casa, ¿cuándo llegó aquí?
En este edificio llevo indirectamente mucho tiempo porque mi padrastro tenía aquí su estudio de arquitectura. Y lo primero que hice fue fichar el pajar, que ahora es mi estudio. Luego empecé a alquilar pisos, alquilé un ático, alquilé otro piso…. Este es el tercero en el que vivo. Entonces yo diría que desde pequeña estoy por aquí pululando. El piso era totalmente distinto, era un pasillo. Aquí donde veis la cocina era un pasillo que daba a habitaciones. Lo abrí por completo. Yo vivo con mi hija y hice una zona a la entrada con mi baño para mí y mi hija en el otro extremo y nos encontramos en el espacio central, que es el espacio común y ha funcionado muy bien.
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