La gestora alemana Patrizia se muestra optimista este año, en el que la vivienda se perfila como un sector resiliente. También ve oportunidades en activos infravalorados
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Madrid
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Artículo escrito por Mahdi Mokrane, director de gestión de fondos inmobiliarios y director de estrategia de inversión global de PATRIZIA; y Tom Maher, director general de infraestructura de PATRIZIA

 

Tras un 2024 marcado por retos significativos en el panorama económico global, las proyecciones para 2025 en los sectores inmobiliario e infraestructuras muestran un moderado optimismo, impulsado por tendencias estructurales y cambios en las políticas macroeconómicas.

La estabilización del mercado inmobiliario a mediados de 2024 marca el inicio de un cambio de ciclo. Aunque la recuperación es menos vigorosa de lo esperado, debido a tasas de interés a largo plazo más altas, las condiciones de crédito han mejorado significativamente, lo que augura un 2025 más prometedor. 

Los sectores residencial e industrial destacan como los más resilientes, impulsados por megatendencias como el crecimiento demográfico y la digitalización. La baja tasa de desocupación y la demanda sostenida garantizan una perspectiva de ingresos sólida para estos segmentos.

Por el contrario, los sectores de oficinas y comercio minorista enfrentan mayores desafíos. La incertidumbre en torno a los ingresos futuros y las necesidades de inversión en reposicionamiento y descarbonización continúan pesando sobre sus perspectivas. Sin embargo, esta situación también abre oportunidades para adquirir activos infravalorados, especialmente en ubicaciones clave. Además, los sectores alternativos, como las viviendas para estudiantes y las soluciones de convivencia para personas mayores, así como los centros de datos, están ganando tracción, replicando patrones de crecimiento observados tras la crisis financiera global.

Un aspecto destacado es la creciente relevancia de estrategias de impacto, particularmente en el sector de vivienda asequible. La escasez estructural de oferta residencial y la necesidad de reposicionar el parque existente presentan una oportunidad única para combinar rentabilidad e impacto social positivo. La implementación de estas estrategias podría transformar significativamente el panorama inmobiliario europeo en los próximos años.

Por su parte, el sector de infraestructuras se mantiene como un 'asset class' clave, ofreciendo rendimientos estables y un atractivo perfil de riesgo-retorno. Con tendencias macroeconómicas como la digitalización y la descarbonización impulsando su desarrollo, las oportunidades para 2025 son amplias y diversificadas.

Uno de los cambios más significativos es la transición de grandes proyectos monolíticos hacia una infraestructura más distribuida, local y regional. Esta evolución no solo amplía el conjunto de oportunidades, sino que también promueve un enfoque más inclusivo, colaborando con emprendedores y pequeñas empresas para crear soluciones adaptadas a las necesidades locales.

En cuanto a la descarbonización, el mercado va más allá de las energías renovables tradicionales, como la solar y eólica. Nuevas áreas como el almacenamiento en baterías, el biogás y las redes eléctricas bidireccionales están emergiendo como sectores clave. 

Estas iniciativas no solo contribuyen a la transición energética, sino que también generan un mayor número de proyectos más pequeños y manejables.

Por otro lado, la digitalización está profundamente interconectada con la infraestructura energética. La creciente demanda de energía por parte de tecnologías como la inteligencia artificial y los centros de datos está impulsando la necesidad de soluciones sostenibles y eficientes. La falta de energía disponible se está convirtiendo en un factor crítico que influye tanto en el desarrollo de infraestructuras digitales como en la competitividad económica.

En términos geopolíticos, el regreso de Donald Trump a la presidencia de EEUU introduce un nuevo nivel de volatilidad. Su enfoque en recortes de impuestos, desregulación y producción de energía podría fortalecer el dólar y generar fricciones comerciales con la Unión Europea. Aunque esta incertidumbre podría abrir oportunidades de inversión, también presenta riesgos significativos, especialmente para sectores como las energías renovables.

En este contexto, las economías que logren descarbonizarse de manera rentable estarán mejor posicionadas para el crecimiento a largo plazo. La inversión en infraestructuras sostenibles no solo es clave para cumplir con los objetivos climáticos, sino también para garantizar un suministro energético barato y competitivo, un factor esencial para el éxito económico global.

El 2025 promete ser un año de transformación tanto para el sector inmobiliario como para el de infraestructuras. Mientras que el mercado inmobiliario se recuperará de manera desigual, con oportunidades significativas en sectores residenciales, industriales y alternativos, el sector de infraestructuras continuará consolidándose como un pilar fundamental para abordar los desafíos globales.

A medida que avanzamos hacia un futuro más digitalizado y descarbonizado, los inversores que sepan identificar y aprovechar estas megatendencias estarán mejor posicionados para generar valor sostenible y adaptarse a un entorno económico y político en constante cambio.

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