
El estilo de la República Democrática Alemana se caracteriza, como toda la arquitectura comunista, por la sobriedad en su escasa decoración y con la omnipresencia del hormigón como material destacado y visible. Los interiores, sin embargo, eran comunes en ambas zonas políticas, cuyo estilo se basaba en el funcionalismo, donde se fortalecía la función frente a la forma.
Décadas después, estos estilos han sido redefinidos por nuevas formas y colores. En restauraciones y rehabilitaciones respetuosas, la combinación del diseño histórico y de los modelos actuales ha dado lugar a una interesante composición. Este es el caso de un bungalow en Brandeburgo, donde se ha transformado una antigua vivienda en un refugio moderno e impactante.

Una finca soviética de los años 60 recuperada
Esta vivienda se ubica en Trechwitz, junto al lago Netzen. Aunque muy cerca de Berlín, se encuentra en el corazón rural de Brandeburgo, en la antigua República Democrática Alemana. El bungalow fue levantado en 1964 como parte de una finca vacacional socialista y contaba, en su origen, con apenas 30 m2 de superficie. El trabajo de rehabilitación y reforma ha sido realizado por Jan Winkelmann y Julia Carloff-Winkelmann, sus actuales propietarios, formados en tecnología y arte.
La pequeña casa destaca por sus líneas sencillas, con tejado a un agua y paredes ligeramente inclinadas, siguiendo los cánones arquitectónicos funcionales de la época. El principal reto de la reforma fue convertir este vestigio de la arquitectura socialista en un refugio moderno, cómodo y visualmente impactante, sin perder su espíritu original.

“Para entender la arquitectura original y sacar todo el potencial del edificio, decidimos vaciar completamente el bungalow”, explica Jan Winkelmann. Este enfoque radical propició un rediseño ‘desde 0’, comenzando por un cambio práctico: trasladar al exterior la entrada al sótano, antes ubicada bajo una trampilla en la cocina.
Pero los cambios no fueron tanto estructurales sino, sobre todo, buscando una conexión más fluida con el entorno natural donde predomina el paisaje lacustre frente a otras 44 casas similares. Una de las modificaciones más resaltadas fue, según los propietarios “añadir una ventana horizontal en la pared del fondo de la habitación principal, que aporta más luz natural al interior y crea una mayor conexión con el exterior”.

Minimalismo funcional con alma de los años 60
Con la premisa de que esta sería una casa de verano, donde la vida se desarrollaría principalmente en el jardín y la terraza, los dueños optaron por una estética sencilla. “Esta reducción deliberada a lo esencial se convirtió en la base de todo nuestro proceso de diseño”, explica Winkelmann.
Una de estas reducciones se encuentra en el mobiliario, el cual es escaso pero cuidadosamente elegido. Este se inspira en el funcionalismo de los años 60, sin caer en una recreación nostálgica, sino aportando toques decorativos con sentido histórico. Para ello se usan ciertos colores predominantes de estilos contrapuestos con el funcionalismo, creando un contraste entre ambos.

En la investigación previa a la reforma, los propietarios dieron “con la paleta de colores característica del modernismo californiano de los 60, que representaba un vínculo perfecto con la época en que se construyó el bungalow”. Así, el interior fue revestido con tonos pastel suaves, principalmente en azul y amarillo con los que generar una atmósfera tranquila y acogedora.
En contraste a estas tonalidades pasteles se encuentra el baño, donde se emplearon unos azulejos rojos brillantes, “como contraste deliberado” con respecto del resto de la casa.
Más allá del rediseño, para Winkelmann el proyecto supuso una oportunidad de rendir homenaje a una arquitectura que le fascina desde que visitó Berlín en su juventud, allá por los años 80, y pudo observar la arquitectura de tarta de boda de Karl-Marx-Allee, especialmente en su segunda fase de construcción, donde se ubica el cine y el Café Moskau.

Esta sección, levantada entre 1959 y 1965 (entre Strausberger Platz y Alexanderplatz), adoptó los principios de la arquitectura moderna de la RDA de los años sesenta. Además de esta obra, también se siente atraído por la ligereza de las estructuras de hormigón de Ulrich Müther. Con ello, Winkelmann cuenta que “veo ecos de ambos estilos en nuestro bungalow”.

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