
La mayoría de las urbes actuales tienen alma de hormigón y acero. Por el momento, no parece que se trate de una situación que vaya a cambiar. Sin embargo, un equipo de investigadores de la Universidad de Cambridge ha abierto el debate sobre la necesidad de sustituir estos materiales, cuya producción es altamente contaminante, por otro tipo de componentes menos agresivos e inspirados en la naturaleza. ¿Su propuesta? Emplear el hueso artificial desarrollado en su laboratorio como material de las ciudades del futuro.
“Vuelo un montón entre Estados Unidos y Reino Unido y me he sentido muy culpable por el efecto que esto tenía sobre mi huella de carbono. Siempre había asumido, como muchos de nosotros, que los viajes aéreos contribuyen de forma muy amplia a las emisiones contaminantes”, afirma la bioingeniera Michelle Oyen, miembro del Departamento de Ingeniería de la Universidad de Cambridge. “Pero la verdad es que aunque estas emisiones son muy importantes, las causadas por la producción de hormigón y acero son mucho más altas, y es de lo que están construidas la mayor parte de las ciudades”, añade.
De hecho, las producciones de hormigón y de acero son responsables de un diez por ciento de las emisiones de carbono mundiales debido a que antes de poder emplearse en la edificación tienen que ser procesados a una temperatura muy alta, lo cual supone un gasto enorme de energía. A pesar de ello, los edificios y las estructuras de las ciudades siguen estando compuestas por estos dos materiales tan poco sostenibles.

Mientras algunos investigadores intentan encontrar nuevos métodos menos contaminantes para producir acero y hormigón, otros, como Michelle Oyen, trabajan con el objetivo de conseguir materiales que sean más eficientes y que permitan transformar la industria por completo. Por ello, en su laboratorio se dedican a “copiar vida”, es decir, a fabricar muestras de materiales que, aunque artificiales, recrean las características de los que se pueden encontrar en la naturaleza. Uno de ellos es el hueso artificial, compuesto por proteínas y minerales que le confieren rigidez y dureza así como resistencia a la fractura.
El proceso de creación es muy sencillo y puede ser repetido a gran escala. No obstante, el equipo emplea aún grandes cantidades de colágeno, una proteína animal, por lo que están intentando conseguir un equivalente artificial que les permita producir el hueso sin emplear ese compuesto.

“La industria de la construcción es muy conservadora”, explica la investigadora. “Todos los estándares actuales han sido diseñados teniendo en mente el acero y el hormigón. Construir edificios con nuevos materiales supondría repensar la propia industria. Pero si realmente queremos hacer algo verdaderamente transformador que disminuya las emisiones de carbono, eso es lo que tenemos que hacer. Para que haya un cambio real tiene que haber un replanteamiento real”.
Ciudades de hueso… y de madera
Michelle Oyen no es la única científica defensora de la reflexión sobre el tipo de materiales que se emplean en la construcción. Michael Ramage, doctor del Departamento de Arquitectura de la Universidad de Cambridge, también considera que se deben usar nuevos componentes. En su caso, cree que la madera es la clave y estudia sus posibles utilidades en la construcción de altos edificios, una idea que comparte con otros arquitectos. Según sus investigaciones, usar madera en edificaciones de altura reduce los costes, mejora los plazos de ejecución y supone una reducción del peso de las estructuras. Recientemente, Ramage diseñó un rascacielos de madera de 80 pisos y 300 metros de alto que estaría situado en el centro de Londres.
“Si Londres planea sobrevivir a su aumento de población necesita hacerse más densa. Una manera de conseguirlo es construir edificios más altos. Creo que la gente tiene más afinidad por edificios que están construidos con materiales naturales que por las torres de acero y hormigón”, explica.
“La madera y otros materiales naturales se emplean por debajo de sus posibilidades y no les damos el crédito suficiente. Sin embargo, casi todos los edificios históricos, desde las capilla del King’s College al Hall de Westminster fueron construidos empleando una parte de madera”, sentencia.

Hasta la fecha, el edificio más alto del mundo construido en madera es un bloque de apartamentos en Bergen (Noruega), pero Ramage cree que en las ciudades del futuro este tipo de bloques convivirán con los de hormigón y acero. “Las propiedades del hueso y de la madera son muy similares”, afirma Oyen. “Solo porque sepamos cómo hacer nuestros edificios de acero y hormigón no quiere decir que debamos construirlos así. Pero es necesario un gran cambio”.
En la mesa quedan las propuestas de estos dos investigadores y la posibilidad aún inexplorada de que las ciudades del futuro se construyan con hueso artificial, el posible acero del porvenir.
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